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Tres jóvenes sureños que jamás encajaron dentro de un grupo estereotipado de adolescentes que se encargaron de juzgarlos por, justamente, ser diferentes. Tres jóvenes sureños con personalidades demarcadas, anhelos y angustias. Dill, representación de la predestinación y el dolor por lo que no se puede modificar. Lo que se espera de nosotros en dicotomía con nuestros sueños, la culpa por querer más. Un muchacho marcado por un terrible estigma familiar que lo persigue desde su nombramiento. Lydia, determinada y leal. Ella es energía y luz, el hada madrina de las causas perdidas. Representa el éxito y lo que se debe dejar atrás para llegar a él; muestra la pérdida de la inocencia juvenil ante la inminencia de lo abrumador del mundo adulto, las responsabilidades y todo lo que crecer implica. Travis, mi personaje preferido en ésta historia; un héroe encerrado en un cuerpo con miedo. Un muchacho noble, cariñoso, que sólo sueña con tener una mejor relación con su padre, una misión claramente imposible. Quiere trascender a través del tiempo, dejar algo por lo que ser recordado. La fuerza de la fe, los cuestionamientos sobre la creencia, la fragilidad de lo humano. Debo confesar que { SPOILER ALERT } a la mitad del libro sólo podía llorar y llorar. Me destrozó lo injusto de la situación con Travis. Pero la vida es cruel, y debemos enfrentarla, fortaleciéndonos, luchando contra nuestros fantasmas. Un libro que busca recalcar lo bello dentro de la oscuridad. La superación de los miedos, la ruptura de los esquemas, el escape a las imposiciones. Es un farol, una luz de esperanza para los desamparados. Un recordatorio constante, como un mantra: lo que somos hoy no determina lo que podemos llegar a ser. Luchar, luchar siempre para superar las adversidades, olvidar, perdonar y seguir adelante. Enlace: https://situacioncaprichosa... |
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