El Espejo

Zamorano se ha enfrentado con esta novela a dos "peligros". El primero es el de no caer en los mismos argumentos o trama de las tradicionales novelas posapocalípticas (como por ejemplo la presencia de zombis). El segundo es el de tener como personaje a un niño de nueve años. Vayamos por partes.

El protagonista de este libro es Ayna, un niño que comienza la historia con tan solo nueve años. A esa edad ve morir a sus padres y, en esencia, a toda la humanidad. Ayna tiene que pasar rápidamente de la niñez a la adultez, saltándose la etapa intermedia de la adolescencia, para poder sobrevivir en un mundo duro, desolado y solo. A lo largo de la novela se va viendo esa madurez, pero también apreciamos ese conflicto interno entre su "yo niño" y su "yo adulto", así como sus miedos, inseguridades y sus esperanzas. Ayna se ve obligado a tener una vida nómada e ir de pueblo en pueblo para saquear las casas en busca de comida enlatada.

A lo largo de la novela van apareciendo otros seres humanos, algunos buenos y otros que se dedican a secuestrar a otras personas para comérselas. ¿Y qué ha pasado con la humanidad? Esta ha muerto y desaparecido por motivo de las tres ces, cada una es consecuencia de la otra. Ayna es el único que ha sobrevivido, el motivo de esto como el de la extinción del hombre lo iréis descubriendo a lo largo de las páginas.

Pasando a la escritura, Zamorano ha hecho un texto impecable (aunque hay alguna presencia mínima de laísmo, pero poca cosa). Hay una presencia muy reducida de diálogos, evidente, pues recordemos que Ayna es la única persona que queda con vida. Además muchos de estos diálogos son más bien monólogos en los cuales Ayna habla consigo mismo a través del espejo.

En cuanto a la trama, El Espejo es en realidad un camino lleno de esperanzas y desesperanzas pero sobre todo de soledad y desesperación. Estas dos últimas son las que priman en todas las páginas. Sí hay un cierto atisbo para la esperanza, especialmente cuando Ayna ve a otros seres humanos poco después de la muerte de sus padres y, especialmente, cuando encuentra un espejo que será su compañero y amigo hasta el final. Pero lo que se enfrenta Ayna es a la soledad. Una soledad que pesa demasiado, incluso hace flaquear al niño-adulto. ¿Es Ayna realmente una persona fuerte o, por el contrario, es débil? Esta es la gran pregunta que va rondando constantemente en la mente del pequeño adulto.

La ambientación es también muy buena. Hay un total predominio del color amarillo y del negro. Amarillo porque el cielo, tras una de las ces que han devastado el mundo, se ha quedado de ese color, así como el de un sol totalmente abrasador. Hay también una cierta añoranza por el color azul del cielo, del que Ayna nunca ha conocido. Negro por la oscuridad. Muchas de las escenas que se van aconteciendo ocurren o bien de noche o bien en espacios cerrados donde los rayos del sol no pueden penetrar. Esto también ofrece un bonito juego de luces y sombras.

Por último, la edición. La edición, realizada por el propio autor, es muy buena. Los párrafos están muy bien estructurados, sin faltas ortotipográficas y los capítulos muy bien equilibrados, teniendo casi todos un número similar de páginas. Además el libro está dividido en dos partes. La portada me ha gustado también mucho porque es un perfecto resumen de lo que contiene el libro: muerte y soledad. La muerte representada por las dos calaveras y soledad por la ausencia de figuras humanos. Además predomina lo ya dicho anteriormente, el color amarillo y el negro.

En conclusión, El Espejo es una novela que tiene unas características distintivas que lo diferencian de otras novelas. Es un relato muy personal en un mundo posapocalíptico (y sin zombis) donde predomina un fuerte sentimiento de soledad y desesperación frente a una esperanza muy reducida. Es un camino de madurez y de debates internos por parte de Ayna, el protagonista de nueve años. Es un camino de superación a sí mismo y de supervivencia, con una dualidad entre "ser fuerte" y "ser débil", entre sobrevivir a toda costa o rendirse a lo inevitable. Es, por último, un libro que te lleva a reflexionar. Y tú, si fueras el único ser humano del planeta, ¿qué harías? Adéntrate en sus páginas y conoce el mundo de Ayna y de El Espejo.
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Un fin del mundo sin necesidad de recurrir a mucha fantasía apocalíptica, tan sólo unas buenas razones que conocemos todos.
Un niño como protagonista que me ha hecho vivir lo que él ve y siente, y que siendo un niño no deja nada atrás empapandote de cada cosa que encuentra en su camino.
Una novela corta 100% recomendable, rápida y entretenida que te lleva a un mundo distinto que no me ha costado nada creerme.
¿Un afortunado superviviente o un pobre niño con demasiado que asumir?
Enhorabuena al autor. No sólo me ha gustado sino que me ha hecho pensar.

Inspirada en la Soy Leyenda de Richard Matheson, - a quien se refiere en uno de sus párrafos - , y dándole una vuelta de tuerca al conocido relato, el autor nos presenta en esta novela corta, tan intensa como desoladora, la historia de un niño - Ayna- , que debe sobrevivir en un mundo post apocalíptico, donde, bajo un sol abrazador y un calor asfixiante, la contaminación y la enfermedad habían diezmado a la población y casi acabado con los alimentos.
Así, muertos sus padres, y provisto de unos pocos alimentos enlatados, el protagonista inicia un recorrido plagado de peligros en el que debe luchar por su supervivencia. En este viaje, que, a la vez es de abrupto crecimiento, Ayna encuentra un objeto, - un gran espejo - que será clave en su destino.
Muy bien escrita, y plena de fuerza e intensidad dramática, nos encontramos, entonces con una recomendable opción de lectura, cuyo mayor logro es la forma en que el autor nos introduce, magistralmente, en la mente de un niño obligado a crecer de golpe, y a lidiar con un mundo inhóspito, y con la muerte.
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