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Una imagen: una trabajadora sepultada bajo miles de finísimas sábanas. Unas palabras: "Lo que quiero compartir en este ensayo tiene que ver con la epifanía de algo similar a esta revelación o extrañamiento que de pronto nos ayuda a ver, me refiero al ver que viene con daño." Cuando aquello que habíamos normalizado revela su verdadera naturaleza y se nos vuelve, de pronto, extraño e, incluso, insoportable. Cuando de pronto los párpados se abren y somos capaces de enfocar aquello que no veíamos. Este libro funciona como esa apertura de párpados. Es una escritura corporal, desde las entrañas de aquello que nos ahoga. Remedios Zafra construye un libro a partir de cartas, dirigidas a una interlocutora que bien podría ser cualquiera de nosotras, quienes, en un momento dado, nos preguntamos ¿dónde queda la esperanza? En este texto, Zafra recoge la tesis de su anterior libro, "El entusiasmo", para analizar los puntos de fuga posibles, los huecos por donde, quizás, podamos hacer frente a este sistema que se empeña en sepultarnos bajo vidas-trabajo desapasionadas, que producen sujetos a los que nada les mueve, nada les roza. Sujetos agotados que, en su agotamiento, no tienen energía ni fuerzas para oponerse a un sistema que les ahoga y les vigila las 24 horas del día. Sujetos cuyos cuerpos enferman por falta de cuidados o de vida. Cuerpos aplazados e ignorados bajo el peso de esas 500 sábanas, de esas 500 tareas que se acumulan y que, día tras día, nos hacen ceder bajo su peso. Cuerpos mal alimentados, cuerpos solos, aunque vigilados por miles de ojos detrás de miles de pantallas. Cuerpos, incluso, inexistentes, cuando lo que se reclama de ti es que trabajes con la cabeza a todo trapo y seas una máquina expendedora de ideas, de textos, de contexto, de contenidos, de imágenes, de conexiones. Cuerpos que para la academia y el saber no existen. Cuerpos que tampoco existen para la hiperproducción en las pantallas. No existe el fallo, la grieta. No hay respiro posible, porque no hay un cuerpo que necesite alimentos, cuidados, aire libre, descansos, abrazos, vida. Quizás diría yo, desde mi humilde opinión, que falta una distinción clave en lo que Remedios Zafra llama "el sujeto desapasionado". No es lo mismo un sujeto desapasionado por el trabajo (¿quién, hoy en día, haría un llamamiento a apasionarse por un trabajo?) que un sujeto desapasionado por la vida. Lo primero diría que es algo sano (me recuerda a aquel artículo que decía "nunca más volveré a amar mi trabajo"), lo segundo es peligroso, en tanto en cuanto ese desapasionamiento implica que nada te roza, nada te pincha, nada te incumbe, nada te mueve. Ni por ti ni por lxs demás. Y ahí es donde el sistema capitalista hace su agosto, porque no hay quien le oponga resistencia. Porque no se vislumbra nada mejor por lo que pelear, por lo que vivir. Porque ese desapasionamiento es también un desapasionamiento político. Y ahí la casa siempre gana. Me ha gustado mucho este libro, como todo lo que que escribe Zafra. Pero ojo, una advertencia: creo que si no has leído nada suyo, no es el mejor libro por el que empezar. También creo que es un buen complemento para "El entusiasmo", pero no tiene una tesis tan clara y está formado más bien por reflexiones diversas, surgidas al calor de situaciones concretas y que se van intercalando a través de las páginas. Una joyita para quienes ya amamos a esta autora. |
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