Cómo se salvó Wang-Fô

Soy de esos lectores que se autoimpone férrea disciplina y orden casi militar, incluso, en los siguientes libros por leer.

Curiosamente y con la misma de dedicación, me empeño en no respetar ninguna de las reglas que me establezco, rompiéndolas siempre.

Puede que el motivo no sea otro que el de tener más libros pendientes que esperanza de vida.

A Yourcenar la he tenido siempre en el punto de mira por " Memorias de Adriano" novela que sigue esperando desconsolada a que este sea su mes.
Puedo prometerme y prometo como tantas otras veces que del mes que viene no pasa.

Mientras he ido esquivando al sobrinísimo de Trajano lo que si he descubierto es a una excelente cuentista.

Ya me enamoró con su colección " Fuegos" y a las primeras de cambio lo vuelve a hacer con sus " Cuentos Orientales"

De esta antología hoy rescato este relato que por su belleza y mensaje bien merecido lo tiene.

Si a Como se salvó Wang Fô le concediaromos una autoría anónima, nadie pondría en duda que fue escrita por un/a asiático.

Marguerite hace gala de una magistral sensibilidad y poesía en sus dedos que transforma en prosa para disfrute de cualquier lector.

Como si de una nativa se tratara, la belga nos deleita con la cadencia, riqueza y paisajismo oriental a modo de antigua leyenda.

Wang-Fô es un humilde pintor capaz de dar vida a sus lienzos con pinturas realistas de gran hermosura.
A su lado un joven aprendiz burgués que en su entrega daría la vida por su maestro.

Pero el talento de este anciano se volverá en contra cuando el emperador que fue criado entre algodones y los cuadros de nuestro anciano, descubra que la vida que idealizó a través de sus obras no es tan amable como creyó al enfrentarse con la realidad de su cargo.

Pequeña obra llena de matices, donde lealtad, celos y realidad frente a idealización son motivos de una reflexión más profunda que cada cual hará o no.

En cualquier caso, un cuento precioso que puede llamar a engaño por su etiqueta de infantil.
Muy al contrario, la madurez permite disfrutarla en toda su amplitud.

La excusa perfecta para conocer a esta magistral escritora.
No tardes.

Para todos aquellos que soléis visitar las bibliotecas públicas o las librerías, es importante considerar que los mejores libros no son sólo los que están en la zona de adultos. Es cierto que los que conectan más con nuestros intereses y temas que más nos preocupan son tratados por obras que se encuadran en esta sección. Sin embargo nos podemos encontrar muchas sorpresas.
Una de ellas es la historia de Cómo se salvó Wang Fô, es un cuento largo escrito por una brillante Marguerite Youcenar, que aborda cómo una manifestación artística, en este caso la pintura, es capaz de mejorar el mundo real.
[La vida de Wang Fô transcurre en la China de los Hang. Wang Fô es un pintor maravilloso, capaz de dotar de vida todo lo que
retrata. Y a pesar de poder ser un hombre rico gracias a su arte, prefiere recorrer el imperio buscando motivos para dibujar, acompañado de su fiel aprendiz Ling. Ling cuida de su maestro, le prepara las tintas, busca comida para los dos e incluso llega a sacrificar su vida para salvar a Wang.
Y es que el emperador de China manda arrestar a Wang. El emperador ha sido educado al margen del mundo, rodeado solamente por las pinturas de Wang Fô, por lo que ha creído siempre que el mundo era un lugar maravilloso. al llegar a la edad adulta y realizar su primer viaje fuera de los muros que le protegen, el emperador descubre que la realidad que tiene que gobernar es mala y desagradable, a diferencia de lo que reflejaban los cuadros del maestro.
Por ello, y por no ser capaz de reinar en su mundo de belleza y bondad, el emperador castiga a Wang Fô a que le quemen los ojos, para que no pueda ver su obra; y a que le corten las manos. Así no podrá seguir creando una realidad que escapa de su poder. Antes de que se cumpla su sentencia, Wang Fô deberá terminar un lienzo inacabado. Y aquí, en su poder creador, en un lienzo casi en blanco encontrará el sabio maestro un modo de escapar a su condena.]
Esta novelilla de Marguerite Youcenar destaca no sólo por su argumento. El modo en que está escrita, que recuerda a los relatos orientales, las leyendas insertas dentro del mismo, el ritmo lento de la narración, la intriga, las características de los personajes, nos muestran a una autora capaz de ocultar su verdadera identidad para hacerse transformarse en una escritora del lejano oriente.
La ambientación, perfecta en cuanto al lenguaje y el ritmo, toma una nueva dimensión gracias a unas maravillosas ilustraciones que nos acercan a la antigua acuarela china.

«Cómo se salvó Wang-Fo» de Yourcenar es un cuento poético y fantasioso sobre los límites de la realidad y la fantasía. Yourcenar nos da la clave del relato desde el principio: «Wang-Fô amaba la imagen de las cosas y no las cosas en sí mismas…» Me recuerda la dicotomía entre el mundo de las ideas (inteligible) y el mundo sensible de Platón aunque al revés. Encuentro una cierta reminiscencia del «Retrato de Dorian Gray» al referirse a la joven esposa de Ling: «Desde que Ling prefería los retratos que le hacía Wang-Fô a ella misma, su rostro se marchitaba como la flor que lucha con el viento o con las lluvias de verano. Una mañana la encontraron colgada de las ramas del ciruelo rosa: las puntas de la bufanda de seda que la estrangulaba flotaban al viento mezcladas con sus cabellos; parecía aún más esbelta que de costumbre, y tan pura como las beldades que cantan los poetas de tiempos pasados. Wang-Fô la pintó por última vez, pues le gustaba ese color verdoso que adquiere el rostro de los muertos.» La salvación de su ejecución a manos del Emperador se produce a través de la fantasía: el pintor crea una nueva realidad mucho más bella y estilizada que convierte el mundo real en decepcionante y vulgar: «el mundo no es más que un amasijo de manchas confusas, lanzadas al vacío por un pintor insensato, borradas sin cesar por nuestras lágrimas. El reino de Han no es el más hermoso de los reinos y yo no soy el Emperador. El único imperio sobre el que vale la pena reinar es aquel donde tú penetras, viejo Wang-Fô, por el camino de las Mil Curvas y de los Diez Mil Colores. Sólo tú reinas en paz sobre unas montañas cubiertas por una nieve que no puede derretirse y sobre unos campos de narcisos que nunca se marchitan». En esta hermosa reflexión del Emperador resuena la famosa frase del «Macbeth» de Shakespeare: "La vida es una sombra... Una historia contada por un necio, llena de ruido y furia, que nada significa». Es este un cuento, como vemos, que rezuma literatura.