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Crítica de lourdesmateo88


lourdesmateo88
31 December 2019
Tengo que decir que es una lectura que no deja indiferente, es imposible no emocionarse ante tanta desgracia, tantas penas, tanta represión y tanta injusticia.

Testimonios reales sobrecogedores contados por las propias mujeres (o por familiares directos) víctimas de abusos de todo tipo, mujeres obligadas por el partido a casarse, violaciones y malos tratos consentidos por familiares y autoridades, mujeres víctimas también de la ignorancia, de las tradiciones y las supersticiones, oprimidas por el régimen que controla todo y que amordaza a todos.

Xinran es periodista, trabajaba en la radio en China

Con «Palabras en la brisa nocturna intenté abrir una pequeña ventana, un minúsculo agujero, en el que la gente pudiera permitir que sus almas se desahogaran y respiraran después de la atmósfera cargada de pólvora que habían soportado durante los últimos cuarenta años.

El éxito de mi programa dio lugar a grandes alabanzas. La gente se refería a mí como a la primera locutora que osaba «levantar el velo» de las mujeres chinas, la primera periodista de temas femeninos que se atrevía a hurgar en la verdadera realidad de sus vidas. La emisora de radio me había promocionado y yo había conseguido un considerable número de patrocinadores financieros. También logré, por fin, crear un programa de «línea caliente» y recibir llamadas de los oyentes en directo.

Las llamadas a mi línea caliente me llegaban a través de la controladora de emisión, que manejaba el mecanismo temporizador. Éste le ofrecía diez segundos para decidir si una llamada era inapropiada para ser emitida y suprimirla sin que se dieran cuenta los oyentes.

Cuando Xinran empezó con su programa Palabras en la brisa nocturna (en la década de los 80) recibía más de 100 cartas diarias y necesitó la ayuda de 6 estudiantes para poder leerlas y atender todas. Estaban escritas en su mayoritaria por mujeres que le contaban sus historias, de distintas realidades sociales, culturales y profesionales muy diversas. Son unos testimonios conmovedores e impactantes. Decidió entrevistarse con algunas de ellas, que le contaran sus vivencias y sus costumbres, conocer las realidades de las mujeres de los últimos 40 años de una sociedad tan conservadora y con tantas tradiciones, desde la venta de hijas, matrimonios concertados, malos tratos y violaciones, abusos a la hija por parte del padre consentidos por la madre, todo tipo de abusos por parte de los Escoltas Rojos durante la Revolución Cultural...

Incluso si consigues tener acceso a sus hogares y a sus memorias, ¿realmente crees que serás capaz de juzgar o modificar las leyes según las cuales viven sus vidas? Además, ¿cuántas mujeres se avendrán a renunciar a su amor propio para hablar contigo?

En esta familia no tengo los derechos de una esposa, ni la posición de una madre. Mi marido dice que soy como un desteñido trapo gris, que no sirve para hacer unos pantalones, ni para cubrir la cama, ni siquiera para ser usado como trapo de cocina. Sólo sirvo para que los demás se limpien el fango de los pies en mí. Para él, mi única función es servir como evidencia de su “simplicidad, diligencia y carácter correcto” a la hora de conseguir un ascenso en la oficina.

Éstas fueron sus palabras, Xinran, me las dijo a la cara.

Te preguntarás por qué creo haber perdido la posición de madre. Los niños me fueron quitados al nacer y fueron enviados a la guardería del ejército. El Partido decía que podrían afectar el trabajo del “comandante”, su padre, al igual que muchos de los niños de la mayoría de los soldados de entonces. Y mientras otras familias podían ver a sus hijos una vez por semana, nosotros estábamos casi siempre alejados de ellos, y sólo los veíamos una o dos veces al año.

Si mi propio marido no me veía como alguien digno de respeto, ¿qué posibilidad iba a tener con los niños? Ellos nunca creyeron que yo fuera digna de nada.


Incluso Xunran fue apartada de sus padres cuando era pequeña. Después de conocer las penas, las vidas destrozadas y rotas de tantas mujeres chinas, decidió que tenia que contarlo, pero no podía hacerlo en su país y decidió ir a Londres para poder contarlo en libertad.

Yo fui enviada a vivir con mi abuela al mes de haber nacido. En total, he vivido con mi madre menos de tres años. No recuerdo un solo cumpleaños en el que estuviera toda la familia junta.

En agosto de 1997 abandoné China para trasladarme a Inglaterra...

Sentí que necesitaba respirar nuevos aires: saber cómo era vivir en un país libre...

Había subido al avión con la idea de que tal vez podría encontrar la manera de describir la vida de las mujeres chinas a la gente de Occidente...

Tendría que retroceder en mi memoria para recuperar todas las historias que había recogido a lo largo de los años. Tendría que revivir las emociones que había sentido al escucharlas por primera vez, y tendría que encontrar las mejores palabras para describir toda la miseria, la amargura y el amor que habían expresado todas aquellas mujeres.

Volví a llorar cuando saqué la pluma para poner por escrito las experiencias de aquellas madres. Me resulta muy difícil comprender su coraje. Todavía están vivas. El tiempo las ha llevado al presente, pero cada minuto, cada segundo que han vivido, han luchado con imágenes que les ha dejado la muerte; y cada día y cada noche han soportado el doloroso recuerdo de haber perdido a sus hijos.

Nacer mujer en China recoge una serie de desgarradores testimonios de mujeres, ocurridos durante la Revolución Cultural China.

Enlace: https://lasmilyunahistoriasd..
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