Era una mentira de lo más buena, pero cuesta ser sincera en presencia de personas moribundas, igual que cuesta ser sincera con tu madre en cualquier circunstancia. De modo que, cuando es tu madre la que está moribunda, el efecto se duplica y entras en el extraño submundo de las paparruchas. Empiezan a salir de la boca palabras sin ton ni son, porque estás dispuesta a decir cualquier cosa con tal de superar un momento concreto. Una vez, me descubrí recitando las capitales de los cincuenta estados de Estados Unidos por orden alfabético.