Una habitación propia

El libro de ficción, que en realidad no lo es, de Virginia Woolf sobre la necesidad de tener una independencia económica para poder ser creativa. Parece de perogrullo, pero hoy en día sigue vigente.
𝙐𝙣𝙖 𝙝𝙖𝙗𝙞𝙩𝙖𝙘𝙞ó𝙣 𝙥𝙧𝙤𝙥𝙞𝙖 (A room of one's own, 1928) está publicado por Seix Barral con traducción de Laura Pujol. Se trata de dos conferencias extendidas en las que Virginia Woolf hace un repaso a la historia de la mujer escritora (británica) para explicar lo difícil que resultó este proceso y lo mucho que aún faltaba todavía. Conviene recordar que hacía tan solo 10 años que las mujeres habían accedido al voto en Gran Bretaña, y que la literatura femenina aún se veía como una literatura menor (¿acaso no ocurre todavía en cierta medida?).

El título del libro hace referencia al gran logro de una escritora, o de cualquier artista, tener un espacio personal que le permita desarrollar su obra. Espacio al que las mujeres no habían tenido acceso hasta entonces como bien explica Woolf. Es una metáfora de la libertad esa habitación propia que entonces empezaba a ser una realidad, aunque solo para las clases altas. En un momento dado menciona doce autores clásicos y tan solo uno tuvo problemas económicos. Primero el hambre, luego el arte.

𝙐𝙣𝙖 𝙝𝙖𝙗𝙞𝙩𝙖𝙘𝙞ó𝙣 𝙥𝙧𝙤𝙥𝙞𝙖 es un falso ensayo, o una falsa novela, lleno de datos interesantes, quizás demasiado árido y seco a ratos, pero con grandes reflexiones sobre la libertad creativa, especialmente para la mujer, aunque creo que se puede extrapolar a cualquier minoría que haya necesitado expresarse con su propio lenguaje, haciendo ver su propia identidad sin coger prestada la del hombre blanco hererosexual, que era canon hasta entonces. Tampoco es un ataque a los hombres, ni mucho menos, es solo la necesidad de constatar que las mujeres necesitaban contar su historia y para eso debían recurrir a un lenguaje distinto, alejado de los parámetros tradicionales.