Voces. Sí, voces. Voces sin palabras que rompían súbitamente el silencio con profunda alegría, con deseo apasionado o con frescura y sorpresa en el caso de los niños.
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Voces. Sí, voces. Voces sin palabras que rompían súbitamente el silencio con profunda alegría, con deseo apasionado o con frescura y sorpresa en el caso de los niños.
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Al otro lado de la ventana, el árbol golpea suavemente el cristal...Quiero pensar en silencio, con calma, con tiempo, sin interrupciones, sin tener que levantarme del sillón, deslizarme de una cosa a la otra sin hostilidad ni obstáculos. Quiero hundirme cada vez más, alejarme de la superficie y de su dura realidad.
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Su nombre de nacimiento es: