La buena esposa

Conocemos al matrimonio Castleman a bordo de un avión rumbo a Finlandia donde Joe, el marido de Joan, un afamado escritor norteamericano, va a recibir el premio Helsinki, un importantísimo galardón de las letras que lleva esperando desde hace años. Y pese al momento tan especial que supone este evento para ellos, la propia Joan nos anuncia ya en las primeras páginas que ha decidido separarse de Joe tras más de cuarenta años de matrimonio. La razón es sencilla: su hartazgo ha llegado al límite. Se ha cansado de la prepotencia y del ego de su marido, y de ser un satélite orbitando en torno a sus deseos. Echará la vista atrás para contarnos la historia no solo de lo que fue su matrimonio junto a Joe sino de cómo discurrió la infancia y adolescencia de un niño siempre rodeado y protegido por mujeres.

La historia aunque arranca en mitad de un vuelo, está ambientada en los EE.UU, y se retrotraerá en el tiempo hasta 1930 para narrarnos la vida de un escritor consagrado. En ella se abordarán temas de diversa índole pero centrándose en la evolución de una pareja estrechamente ligada a la literatura, recorriendo el meteórico ascenso de Joe, desde que tras un éxito arrollador con su primera novela, muchos años después, por fin, le van a conceder el tan ansiado premio Helsinki.

Dos protagonistas se reparten el pastel en esta historia. Dicen que detrás de todo gran hombre siempre hay una gran mujer, y Joan es tan o más protagonista que su marido. A ella le ha tocado renunciar a su sueño de convertirse en escritora en pos del bienestar de su familia, porque en los años cincuenta en los EE.UU., por mucho que se quisieran adornar las cosas, el mundo editorial no tenía hueco para una mujer. Y ella, conociendo de primera mano lo importante que es para alguien que ama la literatura volcarse en ello, supo dar un paso atrás y apoyar a su marido a lo largo de los años, aunque eso supusiera quedar relegada a un segundo plano y ejercer una labor mucho más desagradecida, la de cuidar de su familia y mirar hacia otro lado ante las continuas infidelidades del que endiosado por el éxito, acabó convertido en un auténtico ególatra. A ella la conoceremos ya cansada y absolutamente despechada pero recorrer la historia de su matrimonio será toda una experiencia en la que Kolitzer no dejará títere con cabeza.

Meg Kolitzer ha sido para mí un auténtico descubrimiento. La frescura con la que escribe, la ironía con la que salpica el texto y esa forma tan suya de conjugar temas cotidianos con otros más serios aderezados con ciertas dosis de humor que mantienen muy vivo el interés del lector a lo largo de toda la historia son motivos suficientes para hacerle un hueco en la agenda. Ese doble final, el primero intuido para con una segunda vuelta de tuerca dejarnos ojipláticos, magnífico.

Con un estilo irónico e incisivo, la voz de Joan, una esposa harta del machismo imperante en un mundo editorial del que desde joven soñó formar parte y que solo ha podido saborear como consorte, se erige con la fuerza de un ciclón con el que la autora realiza una crítica feroz a ese papel secundario que infinidad de mujeres brillantes se han visto obligadas a desempeñar. No dejéis de acercaos a esta autora. Por mi parte, estoy deseando ver la adaptación cinematográfica de la mano de Glenn Close.
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