Lo que buscan los yonquis no es colocarse. Lo que buscan es palmarla.
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Lo que buscan los yonquis no es colocarse. Lo que buscan es palmarla.
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Hemos librado esta guerra durante cinco décadas y, después de tantos años, de tanto dinero y de tanto sufrimiento, cuál es el resultado? Que la droga es más abundante, más poderosa y más asequible que nunca. Las muertes por sobredosis nunca habían sido tan numerosas. Hoy en día muere más gente por sobredosis que en accidentes de tráfico o por arma de fuego. Todo ello, siendo ilegales las drogas. Si eso es una victoria, no querría yo ver la derrota. |
La guerra contra las drogas no es sólo una guerra nominal. Han sido asesinadas innumerables personas debido a que las drogas son ilegales. Las empresas de vino, de cerveza o de tabaco no se lían a tiros para dominar el mercado, pero eso es justamente lo que vemos en nuestras esquinas y nuestras barriadas: tiroteos por el control del tráfico de drogas. Y, naturalmente, en México. Debido a que las drogas son ilegales, mandamos sesenta mil dólares al año a los sociópatas violentos que forman los cárteles, un dinero que sirve para sobornar a políticos y policías y para comprar las armas que han matado a cientos de miles de personas, sin que de momento se divise el final de la matanza.
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Una frontera es algo que nos separa, pero que también nos une.
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Hoy en día muere más gente por sobredosis que en accidentes de tráfico o por arma de fuego. Todo ello, siendo ilegales las drogas.
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Ahora no hay ley que valga. Mataste al lobo, reflexiona Keller, y ahora los coyotes andan sueltos.
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El "problema mexicano de las drogas" no es el problema mexicano de las drogas. Es el problema americano de las drogas. Nosotros somos los compradores y, sin compradores, no puede haber vendedores.
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Casi espera oír la detonación de un rifle mientras sube los últimos escaños para ir a testificar, de modo que la risa del niño es un agradable respiro, un recordatorio necesario de que fuera de su mundo de drogas, mentiras, dinero sucio y asesinatos hay otra vida, otro país en el que los niños todavía ríen.
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Llevamos nuestra pena como una especie de medalla. La arrastramos como una cadena, y pesa mucho, Mari. No quiero que nos venza, que nos degrade. Hemos perdido ya muchas cosas. No nos perdamos también el uno al otro. Sería una pérdida demasiado grande.
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Si no investigamos exhaustivamente y de manera honesta la corrupción que afecta a nuestro país y la perseguimos judicialmente, somos unos hipócritas de la peor especie y deberíamos abrir las puertas de la cárcel a todos los hombres, mujeres y niños (Sí, niños) que actualmente cumplen condena por posesión o tráfico de estupefacientes.
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Escribió un libro titulado "De lo espiritual en el arte"