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Un libro que nos invita a reflexionar sobre nuestra alimentación y sobre si somos nosotros sus directores o si, por el contrario, somos dirigidos por otros. Si comienzo a analizar el libro por su portada, tengo que reconocer que no me cautivó. Creo que tanto su diseño sobrio como la propia ilustración no lo hacen especialmente tentador. No obstante, tanto su título como el tema en cuestión me atrajeron sobremanera. Empecé a leer este libro creyendo que se trataría más bien de una especie de guía hacia una alimentación equilibrada y sostenible, tal y como se subtitula. Sin embargo, creo que se trata más bien de un viaje en el tiempo y en el espacio a través de la alimentación. El libro se articula en nueve capítulos, una introducción y un epílogo. Todos ellos tienen títulos que preparan al lector para los asuntos que van a tratar. A lo largo de sus páginas la autora analiza cómo ha ido cambiando la alimentación de los habitantes de ciertos países y, cómo con el paso de tan solo unos pocos años, se han hecho extensivos a otros lugares a miles de kilómetros de donde se iniciaron. Dentro de esta alimentación, Bee Wilson se centra en el alcance de algunos alimentos como los snacks, el aceite, el kéfir, el kale, la quinoa, el azúcar, el pan, los alimentos procesados, las bebidas azucaradas, las barritas proteicas, etc.; pero, al margen de este análisis propiamente dicho, me ha interesado el estudio que hace de la actual forma de comer (cada vez le dedicamos menos tiempo, la saboreamos en menor medida y le damos menos importancia a la reunión familiar en torno a la mesa) y de la relación que existe entre el nivel económico y la forma de alimentarse y, por lo tanto, en la nutrición humana en cada momento y lugar. Asimismo, en el libro se hace un claro estudio de la manipulación que sufrimos a través de la publicidad y de las modas en la alimentación. El ser humano es altamente maleable y se deja llevar con frecuencia por las tendencias y por lo que le hacen creer que es lo mejor. Aunque en menor medida, la autora también incorpora un análisis de los efectos que tiene para el medio ambiente el que nuestra alimentación sea de una u otra manera. Es cierto que el libro incluye muchísimos estudios, lo que hace que sean frecuentes en muchas de sus páginas y, junto a ellos, los porcentajes que de los mismos se derivan. Aunque esta información puede llegar a ralentizar algo la lectura, creo que debe primar su carácter instructivo sobre un ritmo vertiginoso. No se trata de una lectura adictiva, ni mucho menos, (tampoco creo que pretendiera serlo) es algo más que eso. Es un libro que debe leerse poco a poco, que debe hacernos reflexionar sobre de dónde partimos, dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos. Al final del libro la autora ha incorporado treinta y siete páginas con notas y con bibliografía referente a los estudios, libros, artículos y páginas webs, entre otras, de las que se ha nutrido para su redacción. Destaco muy positivamente esta información, pues con ella deja en nuestras manos la libertad para seguir investigando más allá de sus páginas. En definitiva, creo que es un libro recomendable para todos aquellos que estén interesados en la alimentación y en conocer su evolución. |
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