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“El diccionario del mentiroso” es un libro sobre el poder de las palabras y, cómo no, de la imaginación. Sitúa al lector en Londres, pero en dos épocas muy dispares. Primero, en 1899, donde el protagonista es Winceworth, un lexicógrafo que está puliendo las definiciones de las palabras que empiezan por S para el popular y famoso Diccionario Swansby. Segundo, en la actualidad. Ahora Mallory trabaja como becaria –únicamente junto a su jefe en todo el edificio- en la muy venida abajo misma editorial de la enciclopedia anterior. El primero vivirá el acoso laboral de sus compañeros, sus burlas y sus complejos (cecea a raudales), aumentarán aún más cuando conozca a Sophie. La segunda vivirá atemorizada por unas llamadas anónimas al despacho y conocerá la magia de descubrir los engaños junto a su pareja. Ambos protagonistas hilan el proceso de creación de las palabras. de hecho, el libro va incluyendo referencias continuamente. Winceworth quiere enfrascar cualquier sentimiento, color o visión a través de las letras. Y, por el contrario, desenmascarar las mountweazels –esas ficticias palabras- es el divertimento de Swansby. El libro quiere ir más allá y incorpora dos historias de amor, aunque, para mí gusto, no son muy necesarias. El libro está bien escrito, los capítulos son cortos y van intercalando pasado y presente, pero –siendo muy sincera- se me ha hecho algo bola. Me costó muchísimo entrar en las historias, se me hizo demasiado lento y tedioso. El último tercio quizás consta de más ritmo y acción, pero el camino hasta él cuesta y no ha sido una lectura fácil |
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