Es una carta llena de amargura y reproches, tanto hacia la otra parte como así mismo. Oscar Wilde comprendió, aunque un poco tarde, que tuvo tanta o más culpa que su pareja en cómo se desarrolló su relación y ese es un mensaje que todos debamos aprender, nadie puede hacerte sentir mal sin tu consentimiento y una relación es cosa de dos, se hacen falta dos para construirla y también para destruirla. Por una parte el autor reconoce sus errores y sus faltas pero las justifica, demasiados ejemplo de lo erróneo de la actuación habían para que un hombre culto y famosos no lo viera, aquí es donde más fielmente se refleja la debilidad de espíritu. Esta larguísima carta es una cronología, paso a paso, dolor a dolor de una relación toxica en extremo. Pero le sobran muchas páginas. Oscar Wilde repite una y otra vez sus argumentos y nos muestra un alma atormentada y dolida. |