-Ya lo sabes -respondió su Alma-, lo sabes de sobra. ¿Has olvidado que no me diste un corazón? Apuesto a que no. Así que no te preocupes, no quisiste darme un corazón. No te preocupes, ni por ti ni por mí has de preocuparte, pues no hay dolor que no hayas de dar, ni placer que no hayas de recibir.
|