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Crítica de michislibris


michislibris
10 April 2022
Perdonadme por tirar otra vez de diccionario, pero me gusta construir en torno a lo preestablecido. Y es que, mientras leía ‘Huaco retrato', pensaba en la construcción del collage: “Obra literaria que combina elementos de diversa procedencia” hasta, añado yo, crear algo con identidad propia que funciona y tiene sentido. Jamás hubiese pensado que la reflexión en torno al poliamor, al duelo, a la infidelidad, al colonialismo, el racismo, la migración y lo queer tuviesen cabida en un mismo espacio. Y, sin embargo, Gabriela Wiener lo consigue en este libro.

“Cuando vine a vivir a Madrid y supe lo que quería decir sudaca no me sorprendí. En Lima muchas veces había oído asociar mi color de piel con el color de la caca”.

Y, a pesar de todos los temas que trata, este es el que más me ha resonado porque, lamentablemente, lo veo casi a diario. Porque si yo, como persona blanca, veo el racismo de una forma tan evidente, cómo puede sentirse un persona racializada viviéndolo en sus propias carnes día tras día. Creo que lo que hace Gabriela Wiener es importante porque te ayuda a abrir los ojos de una manera que te avergüenza, porque hace que quiera coger sus palabras y tirárselas a la cara a mucha gente para que reaccionen de una vez, para que se den cuenta de la clase de violencia que ejercen.

“Duele que las trabajadoras que cuidan aquí para dar vida allá, obligadas a dejar a sus hijos para cuidar los ajenos, a sus madres y padres mayores para cambiarles los padres a señores como el político que habla, deban soportar sobre ellas esas miradas llenas de condescendencia y desprecio por sus vidas”.

Siento el impulso de decir que me enfada, pero entonces otra vez estaría robando el protagonismo a quienes realmente tienen que estar enfadadas aquí: Gabriela, la mujer latinoamericana a la que escuché el otro día en el transporte público decir que su hija iba a ayudarle a limpiar “porque los señores querían su gran casa impoluta a la vuelta de Semana Santa” o esa “panchita” a la que gritamos por teléfono porque no queremos contratar una nueva línea, como si a ella le importase lo más mínimo a qué compañía telefonía pertenecemos.

Solo os puedo pedir que, por favor, leáis a Gabriela Wiener, porque todas (usado como femenino genérico) nos merecemos ese tortazo de realidad, y porque habla de muchos más temas importantes de los que esta red social amiga de austeridad lingüística me permite escribir.
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