El oscuro descenso de Elizabeth Frankenstein

Por mucho que me hubiera esforzado por aprender a ser lo que los demás necesitaban que fuera, nunca me di cuenta de que ya me encontraba perfectamente adaptada a este asilo de lunáticos. Era exactamente lo que querían que fuera: la chica que el padre y la madre de Víctor me prepararon para que fuera, la que Víctor concibió que fuera.
Una prisionera.
Toda una vida sobreviviendo, siendo la Elizabeth de otros, me había conducido a este lugar. ¿Y que había detrás de todo ello? ¿Quién era cuando no estaba representando un papel para los demás?

Tal vez yo era suya pero él era mío

No tiene sentido pelear. Este es tu destino...No dejaré que ningún otro tenga derecho sobre ti, ya sea un hombre, la muerte o incluso Dios.

Eres mía. Me perteneces. Y maldita sea si dejaré que la repugnante fragilidad de la carne te arranque de mi lado.

Todos estábamos atados a este baile terrible y macabro hasta morir o triunfar

A veces éramos desconocidos incluso para nosotros mismos

Los hombres siempre buscarán lo que está fuera de su alcance. Aquello que es superior a ellos mismos. Aquello que es divino

-Tenía que salvarte...
-Estoy mejor.
-Pero no siempre lo estarás. Algún día la muerte vendrá por ti. Y no lo permitiré...Tú eres mía Elizabeth Lavenza, y nada te arrancará de mi lado. Ni siquiera la muerte.

Se había marchado poseído por la necesidad de derrotar a la muerte, y sin tenerme a su lado para mitigar sus obsesiones, había descendido a las profundidades del infierno.
Yo misma lo había conducido a esa locura. Y haría lo necesario por reparar mi error

No se detuvo. Y yo no hice nada por detenerlo.
Hojas rojas. Cuchillo rojo. Manos rojas.
Pero siempre vestidos blancos