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Catalina Martínez Muñoz (Traductor)
ISBN : 8484283674
456 páginas
Editorial: Alba Editorial (30/11/-1)

Calificación promedio : 4.33/5 (sobre 3 calificaciones)
Resumen:
Ésta es la historia de Undine Spragg, a quién su padre obliga a marchar a Nueva York tras su escandalosa fuga y matrimonio con el joven Elmer Moffatt. Divorciada de él, pronto empezará su escala de ambiciones casándose con Ralph Marvell pero los conflictos matrimoniales no tardarán en aparecer. Después de dar a luz a un hijo de Marvell, Undine viaja a Paris. Allí conocerá al conde Raymond de Chelles y pronto le pedirá a su marido que pague la anulación papal a cambi... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Celia_0504
 25 February 2022
#RetoEdwardianspirit de la cuenta @victorianspiritsblog, premisa “Un Libro de Edith Wharton”.

Primer Wharton del año, y espero que sea el primero de muchos más. Porque esta lectura me ha recordado porque disfruto y sufro tanto, a la vez, con esta autora y sus trabajos. Y me alegro de que me haya dejado tan buena impresión porque al principio bien pensé que esto no iba a ser así. Y es que me costó muchísimo conectar con esta lectura. al principio se me hizo muy pesada y aburrida. No fue hasta casi la página doscientos y poco que empezó a interesarme lo que tenía delante. Y hasta más o menos la mitad no fue cuando en el libro comenzó a engancharme, lo cual se mantuvo hasta su final. Lo que está claro es que Wharton es una autora muy inteligente y capaz, logra crear de tramas argumentales muy sencillas, novelas que impactan, que llegan a enganchar y que se disfrutan mucho al leerlas. Y crea historias muy interesantes, llena de detalles y sutilezas, en las que todo no es tan sencillo como aparenta a simple vista, ya que muchas veces hay que ahondar y pensar un poco para descubrir lo que quiere decir realmente.

En “Las Costumbres Nacionales” seguimos la pista de Undine Spraggs, una hermosa joven que se ha trasladado con su familia a Nueva York desde una ciudad de provincias del medio oeste norteamericano, con el fin de prosperar socialmente y escapar de un escandaloso episodio de su pasado. Dicha meta, tras dos años de infructuoso trabajo, se le resiste. Por lo tanto, para entrar en los círculos sociales más selectos de la burguesía norteamericana y la rancia nobleza europea, a Undine no le quedará otro remedio que usar el vehículo tradicional de toda joven con encanto y algunos posibles: el matrimonio. Para ello no durará en casarse dos veces, buscando siempre llevar una vida de lujos y honorabilidad social.

La historia puede parecer simple y tópica, pero no hay que bajar la guardia por esta sensación. Wharton no da puntada sin hilo. A partir de inicios aparentemente anodinos y sin sustancia va uniendo elementos y personajes para crear auténticas tragedias griegas de principios del siglo XX llenas de enormes dosis de sátira y critica social, y de mucha amargura. En algunos momentos, “Las Costumbres Nacionales” me ha recordado a dos de las novelas más famosas de la autora y que tanto disfrute el año pasado, “La Casa de la Alegría” y “La Edad de la Inocencia”. El ejercicio de comparar estas tres obras es algo que no tiene el más mínimo mérito. Pero tengo que decir que si algo me ha sorprendido de la novela que nos ocupa es que su trama me ha parecido un tanto más enrevesada y compleja que la de las otras dos, contando con algún que otro giro de guión realmente impactante. Sin que nada de eso le quite para nada méritos. A “La Edad de la Inocencia” me ha recordado por ciertas escenas y personajes que han aparecido a lo largo y ancho de la obra que nos ocupa, y, por supuesto, a la omnipresente crítica y representación de la sociedad neoyorquina de la época, muy típica en todo el trabajo de Wharton.

Respecto a “La Casa de la Alegría”, más que en el aspecto ideológico y argumental, el parecido lo encuentro entre sus dos protagonistas. Y que al mismo tiempo son las dos caras de la misma moneda, completamente diferentes la una de la otra. La Lili Bart de “La Casa de la Alegría” y la Undine que nos ocupa, son dos chicas jóvenes y bellas, llenas de habilidades sociales y que disfrutan de gastar dinero, a las que solo les falta haber nacido en las familias apropiadas, tanto en lo monetario como en lo social. Y también en carácter hay ciertas similitudes entre ellas, en cuanto que las dos son muy vehementes e impacientes, actúan sin pensar, y eso les trae no pocas consecuencias negativas, siendo ellas mismas, muchas veces, sus peores enemigas. Ambas sienten que tienen el derecho a pertenecer a una posición social mejor que aquella a la que pertenecen, y luchan enconadamente por conseguir ese objetivo. Pero es ahí, también, donde difieren totalmente. Mientras que Lili es un personaje trágico porque aún mantiene ciertos principios y bondad en su corazón, que logran redimirla y hacerla cercana al lector, a Undine, Wharton no le proporciona esas concesiones. Es un personaje totalmente antipático, qué disgusta por su egoísmo, sus dotes para la manipulación, y por su falta de escrúpulos. Es capaz de pisotear a cualquiera por conseguir sus objetivos, y se cree con derecho a tener todo aquello que desee, siendo ciega a las desdichas de los demás.

En algún lugar leí que se la ponía en el mismo cajón que a la Scarlett O'Hara de “Lo que El Viento Se Llevó” y a la Becky Sharp de “La Feria de las Vanidades”. Pero a diferencia de estas dos anti heroínas, Undine nunca logra caer bien. Es un personaje que puede llegar a ser cruel, que personifica totalmente la implacable carrera por avanzar socialmente que tanto trata Wharton en la mayoría de sus obras. Y, curiosamente, es en su representación donde recae toda la gracia en el libro y lo que lo hace un trabajo increíblemente sublime. Usando a una protagonista totalmente poco convencional y nada agradable, Wharton hace un excelente ejercicio de escritura. Su personaje no puede caerte bien, pero está descrita psicológicamente con tal finura e inteligencia que entiendes perfectamente su psique y su forma de ver las cosas, y acabas entendiendo (que no compartiendo) su forma de pensar y actuar. Sin que te guste, de alguna manera acabas en empatizando con ella. En eso me ha recordado mucho a la forma como Navokov trabaja al odioso Humbert Humbert de su celebre “Lolita”: el lector sabe que lo que hace es asqueroso, le odia. Pero al mismo tiempo se sumerge totalmente en su interior, y su personalidad y forma de actuar se despliega ante él como si fuera un cuadro, con todos sus matices a la vista.

Y es por medio de Undine por donde se trabajan los grandes temas de la novela.

Por un lado la crítica a la sociedad neoyorquina de principios del siglo XX, y su representación como un mundo cerrado que puede llegar a ser cruel e implacable, con sus férreas normas sociales, su clasismo, sus costumbres inquebrantables, sus incesantes cotilleos y sus cambiantes preferencias y alianzas. Un mundo que está en pleno cambio, como se ve en la lucha de de las viejas familias de noble abolengo y rancias costumbres de Nueva York, en conflicto contra los nuevos ricos que acaban de llegar al lugar, una lucha que los primeros están destinados a perder, ya que los segundos, poco a poco, van haciéndose con todo el poderío económico y social. Pero en este aspecto, la crítica también se vierte contra las sociedades europeas, como puede verse en los muchos episodios que tiene lugar en París y en Europa. Ahí se critican las costumbres aburridas, añejas y clasistas de la vieja nobleza europea, más apegada a su pasado que a intentar evolucionar e ir al compás de los nuevos tiempos. Si en Nueva York la guerra es entre los habitantes de una misma ciudad, en Europa la guerra es un pulso contra las costumbres que vienen desde la propia Norteamérica, y que amenazan con devorar las tradiciones y la historia de las antiguas familias del viejo continente, quienes buscan, irónicamente, parecerse a ellos, con lo que solo logran desvirtuar aquello que anhelan. Los gustos y normas continentales pueden ser diferentes que las de sus vecinos del otro charco, pero sus leyes sociales y su forma de ver el mundo no son por ello menos fuertes y menos asfixiantes. Es decir, son iguales y diferentes a la vez.

Y, por otro lado, Undine es un vehículo para que se lleve acabo una critica hacia el puesto que la mujer ocupa en la sociedad de su época. Después de dos matrimonios, uno con el hijo de una importante familia neoyorquina, pero empobrecida, y el segundo con un noble francés de rancia estirpe y pocos recursos, Undine se ve obligada a aceptar que la honorabilidad social y el dinero no van siempre de la mano. Y ella busca desesperadamente que ambos factores converjan en su existencia. No entiende por qué ninguna de sus dos familias políticas, tan respetables y apegadas a las tradiciones, lucha por prosperar en lo económico. Por lo tanto, ella tendrá que conseguirlo a su manera, usando las únicas armas que se le permiten a una mujer de su momento, y por medio del único vehículo que tiene a su disposición. Y es que, en el mundo en que Undine vive, a las mujeres no se les permite más que eso, no cuenta con las posibilidad de poder ser independientes económica y socialmente por si mismas. Por lo tanto, si los hombres pueden tener como medios para prosperar su trabajo y sus negocios, el matrimonio se convertirá en el gran negocio de las mujeres para conseguir ese mismo objetivo. Y para ello, nuestra Undine demostrará ser tan implacable y cruel como alguno de los especuladores de Wall Street que nos encontramos en las páginas de esta novela, incluido Elmett Moffat, un hombre que tiene un vinculo con Undine desde antes que esta llegará a Nueva York.

Undine, sin pretenderlo, y sin caer a nadie bien por sus actos, tiene una personalidad sorprendentemente avispada y adelantada para su época. En un momento en el que el divorcio era todo un escándalo, si es necesario para sus objetivos no durará en pasar por ese proceso que puede poner en jaque su reputación. Una crítica más que Wharton lanza en su presente trabajo: lo difícil que es obtener este trámite, y como la vida de una mujer queda irrevocablemente marcada por ello. Para que las masas sociales lo acepten debe haber una excusa muy fuerte, no el simple deseo de separarse de un hombre al que no se ama y con el que no se desea ya estar.

El personaje de Undine entra dentro de todos aquellos que quieren prosperar social y económicamente y están dispuestos a lo que sea por conseguirlo, esa nueva burguesía que se come los viejos valores tanto en América como en Europa. Su lucha constante será contra su irrefrenable deseo de una vida de lujos y su necesidad de tener un alta y estable posición social, buscando incansablemente conseguir ambos. Un debate que es el núcleo central y emocional de esta obra, y que se manifiesta incluso en las páginas finales de la novela. Wharton nos presenta un desenlace cerrado pero a la vez abierto, que deja al lector con una sensación de amarga angustia y de duda que, pese a todo, se convierte en el culmen de todo lo que se ha leído anteriormente. Y que nos deja clara una cosa: al igual que el sueño norteamericano nos presenta a un hombre que no deja de luchar hasta conseguir medrar en la vida, Undine tampoco se ha quedado satisfecha con lo que consigue después de diez años de viajes y matrimonios desafortunados, y después de haber pasado por encima de todo aquel que se interponía en su camino y de toda convención, de haber , supuestamente, logrado aquello a lo que consideraba que tenia derecho. Es posible que su voracidad, como la de los Estados Unidos de América, no tenga freno.

Para acabar , solo decir que “Las Costumbres Nacionales”, pese a no ser una de las novelas más famosas de Edith Wharton, es una obra que merece totalmente la pena por lo maravillosamente bien escrita que está. Con cada novela que leo de ella, Wharton me enamora más por su estilo tan pausado y detallista, nítido en sus descripciones psicológicas y de los ambientes. Esto se ve especialmente en cómo nos habla de los entornos europeos, descripciones llenas de gran fuerza, lirismo y belleza que se disfrutan y viven mientras se leen. Y por supuesto, no hay que olvidar todo lo que la autora quiere reivindicar con esta novela, la cual deja al lector con muchas cosas en las que pensar al terminar.
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Vidéo de Edith Wharton
Nacida en el seno de una rica familia de Nueva York, la popularidad y el respeto de sus pares, a ambos lados del Atlántico, no bastaron para que los académicos suecos tuvieran en cuenta a Edith Wharton (1862-1937) para otorgarle el Premio Nobel.
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