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José Luis Piquero (Traductor)
ISBN : 8412382676
182 páginas
Editorial: Hermida Editores (24/01/2022)

Calificación promedio : 3.31/5 (sobre 8 calificaciones)
Resumen:
Tod Hackett es artista y ha llegado a Hollywood para trabajar en los estudios como diseñador de vestuario, mientras sueña con pintar su obra maestra, La quema de Los Ángeles. Faye Greener busca triunfar como actriz y entre tanto se vende a quién pueda pagar un precio no muy elevado. Homer Simpson, abúlico y sin un objetivo en la vida, vino por motivos de salud y se limita a existir y a consumirse de amor por Faye. Earle y Miguel son vaqueros sin trabajo, viven en un... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (7) Ver más Añadir una crítica
Inquilinas_Netherfield
 23 March 2022
Quien más quien menos ha oído hablar de la Generación Perdida, esa que acuñó Ernest Hemingway como término para referirse a toda la generación que sobrevivió a la Primera Guerra Mundial con la mochila llena de traumas, desilusiones y sueños rotos. Hoy en día es un concepto principalmente literario en el que, aparte del propio Hemingway, se encuadran reputadísimos autores como Francis Scott Fitzgerald, John Steinbeck, William Faulkner, T.S. Eliot, Gertrude Stein... y otros que no son tan conocidos por estos lares pero que en la literatura norteamericana sí tienen su nombre escrito en letras de oro. Un claro ejemplo es Nathanael West, autor de El día de la langosta, inédita hasta ahora en castellano y que, sin embargo, ha aparecido a lo largo del tiempo en varias listas que la incluyen entre las cien mejores novelas escrita en inglés de todos los tiempos.

¿Y qué tenemos en el El día de la langosta? Pues a un grupo de personajes de esos que te gustaría tener muy (muy) lejos en la vida real viendo la vida pasar en el Hollywood que no aparece en las películas (ni en las películas sobre las películas) en un momento indeterminado posterior al crack de 1929. Es decir, personajes muy perdidos, baqueteados, grotescos y deleznables durante la Gran Depresión norteamericana sobreviviendo en el mundillo que mejor conocía su autor: el de la trastienda sucia, árida, desesperada y descarnada de la meca del cine. Os lo estoy pintando crudo, ¿no? Es que me da que West no estaba para tonterías cuando escribió esta novela. Estos personajes no fueron creados para gustar, ni para buscar la empatía del lector ni para brillar entre las bambalinas de unas páginas que van directas al corazón de la podredumbre y el fracaso del sueño americano... nop, son unos personajes odiosos que hacen cosas odiosas y se comportan de manera odiosa desde el principio hasta el final. Y quien no es odioso acaba mordiendo el polvo porque no es capaz de soportar la presión. Así son las cosas y así se las hemos contado. Pero dejadme que os hable brevemente de ellos para ponernos en situación.

Tenemos al que podríamos llamar protagonista, Tod Hackett, cuyas idas, venidas e interacciones suelen ser las ventanas por las que accedemos a las distintas escenas que se nos narran. Todd lleva tres meses en Hollywood, es pintor y eso hace en su casa, pintar, aunque se gana el sueldo principalmente trabajando como diseñador de vestuario. El cuadro en el que trabaja en el momento en que transcurre la historia se llama La quema de Los Ángeles (¡póngame una de alegorías, por favor!), y la mujer desnuda que corre en él tiene su alter ego de carne y hueso: Faye Greener, aspirante a actriz que no pasa de extra. Todd está obsesionado con Faye, se dedica a perseguirla durante toda la novela, y como ella pasa de su estampa, le rondan pensamientos de violación constantemente (tal cual). El caso es que Faye tiene otro interés amoroso: el cowboy Earle Shoop, que trabaja muy de vez en cuando en pelis de vaqueros y el resto del tiempo gorronea a quien puede. Este cowboy tiene un colega llamado Miguel, que cuando no está embelesado con sus gallos de pelea embelesa a Faye con sus bailes sensuales. Y luego tenemos a Homer Simpson, un pobre hombre (por llamarlo de alguna manera) enamorado (¡también!) de Faye pero mucho más inofensivo, sensible, dañado y vulnerable... carne de cañón para toda esta panda de buitres. Y Faye está a verlas venir con todos ellos y con lo que se tercie, porque de actriz le sale poco trabajo, pero practica en la vida real cada minuto del día. Y así nos ha quedado una troupe la mar de estupenda paseando por las calles hollywoodienses, esas calles donde, en palabras del propio Todd, deambula esa gente que ha acudido a California a morir, zombis que caminan sin rumbo fijo, que observan como si de una película en tiempo real se tratase a los que sí sobreviven y pelean por cumplir su sueño y que al final, fracasados, no rezuman más que odio.

Inciso antes de continuar... al parecer el Homer Simpson de esta novela fue inspiración del Homer Simpson amarillo con dos pelos en la calva que todos conocemos... imagino que será el Homer muy, muy primerizo de la serie, porque me cuesta asociar al Homer animado más conocido con el Homer de la novela. Pero tampoco soy de las que se han visto treinta y cinco veces cada capítulo de Los Simpson, así que a saber.

Sigo. Nathanael West es el segundo guionista de la época dorada de Hollywood que os traigo en poco tiempo. El otro fue Daniel Fuchs con sus Historias de Hollywood, y aunque ambos tratan temas similares, la forma de abordarlos, de exponerlos y de usarlos para contar sus historias son diametralmente opuestas. Fuchs no solo fue feliz en Los Ángeles, sino que siempre estuvo muy agradecido a un mundo que le permitó vivir con holgura, criar a sus hijos de manera segura y sana y vivir una vida cómoda que de otro modo jamás hubiese estado a su alcance... pero eso no quiere decir que no fuera consciente de lo que le rodeaba. Por eso separó su narrativa en dos vertientes: la de no ficción, en la que hablaba de sus experiencias personales, y la de ficción, en la que se sumergía en ese mundo de egos destruidos, inocencias interrumpidas, expectativas insatisfechas y carreras sin fondo contra el olvido y el desgaste emocional. Esta segunda vertiente es la que Nathanael West aborda en El día de la langosta, pero mientras que a Fuchs se le escapaba la empatía, la indulgencia y una cierta querencia por unos personajes rotos que muchas veces imploraban un abrazo más que un desprecio, West no tiene compasión alguna con sus personajes. No la tiene.

Lo que hace West es coger su entorno, donde él vivía, de lo que dependía para comer, y machacarlo. Cuando nos habla de los propios estudios de Hollywood y nos escenifica como se rueda una película (la que sea) lo hace desde la sátira, la burla y la ridiculización de lo mal que se hacían muchas veces las cosas. Cuando deja a ese Hollywood en el centro y se va alejando de él como si de una espiral se tratase, nos lleva hasta lo más mísero de la ciudad que se creó a su alrededor, nos traslada hasta las colinas que lo rodean, y nos narra episodios de violencia, lujuria, turbiedad, sangre o maltrato animal sin despeinarse, y lo sientes mucho más real que toda la parafernalia del celuloide privilegiado al que todos estos personajes intentan aferrarse cual moscas. Esa langosta del título no se refiere al crustáceo, sino al insecto que aparece varias veces en la Biblia en forma de plaga, y cuando se lee el libro, donde la desolación, la aridez, el agostamiento y la destrucción real y metafórica pululan a sus anchas a lo largo de todas y cada una de sus páginas, se entiende por completo la elección. Porque eso es la novela: desdicha, nostalgia, crueldad, soledad, fracaso y un vagar sin rumbo de miradas perdidas donde todos se aferran a todos como si fueran un salvavidas pinchado.

En definitiva, yo he disfrutado mucho de la lectura de El día de la langosta, tanto por la temática (me encanta leer sobre el lado mísero de los focos rutilantes) como por el estilo, que es crudo, directo y nada complaciente. Y no he hablado del final porque no puedo, pero lo dicho un poco más arriba, entre alegorías anda el juego. Eso sí, ya para recomendar me hago a un lado, que cada cual saque sus conclusiones con lo dicho hasta ahora. Para mí es una lectura imprescindible para entender la realidad de una época donde no hacía siquiera falta rascar para que saliera la mugre... la miseria estaba a la orden del día, se acudía allí donde se pensaba que las cosas irían mejor para encontrarse más de lo mismo solo que viendo a otros brillar desde la barrera. Así que sálvese quien pueda y la ética y la integridad si eso las dejamos para otro día. Muchas de las cosas que se narran en esta novela están basadas en experiencias reales vividas por el propio autor, y esa indigencia moral y material que supura toda la novela es la indigencia moral y material que se respiraba en la Norteamérica de los años 30. Esta historia no se podía contar con personajes de buen corazón, necesitaba de protagonistas que lo dieran todo ante el lector sin hipocresías ni actuaciones de cara a la galería, que te resultaran antipáticos y hasta repulsivos y que no te desilusionasen cuando tomaran decisiones muy cuestionables.

Por cierto, antes de terminar, una curiosidad. Francis Scott Fitzgerald murió el 21 de diciembre de 1940 de un ataque al corazón. Solo un día después, Nathanael West fallecía en la carretera junto a su mujer tras un accidente de tráfico (se saltó un stop). Fitzgerald y West amigos íntimos, y las leyendas hollywoodienses, que tanto gustan del drama y momentos para la posteridad, cuentan que West estaba tan destrozado por la muerte de su amigo que iba medio trastornado al volante de ese coche y que esa fue la causa del despiste que provocó el accidente mortal... que queda muy trágico y tal, pero teniendo en cuenta que al parecer era un conductor espantoso y que daba miedo subirse con él a un coche, digo yo que sería más bien un cúmulo de circunstancias, aunque suene menos melodramático. Pero la leyenda persiste y, en realidad, a saber si es verdad o no... el caso es que se fueron los dos al tiempo, uno siendo ya muy, muy famoso en vida; el otro, siendo más bien desconocido hasta después de su muerte y pasándolo mal económicamente, como tantos otros de su época... como tantos de sus personajes.
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mariainescaro
 21 February 2022

Tod Hackett es un joven artista que llega a Hollywood para trabajar en los estudios como diseñador mientras sueña con pintar su obra maestra, La quema de Los Ángeles. Faye Greener busca triunfar como actriz y entre tanto se vende a quién pueda pagar un precio no muy elevado. Homer Simpson, abúlico y sin un objetivo en la vida, vino por motivos de salud y se limita a existir y a consumirse de amor por Faye. Earle y Miguel son vaqueros sin trabajo, viven en una chabola y organizan peleas de gallos. Adore Loomis, típico niño al que su madre arrastra de casting en casting, ejerce con entusiasmo de típico niño repelente. Todos estos personajes y algunos más conviven en el Hollywood hortera y soleado de los años 30, siempre al margen del éxito, siempre en medio de la insatisfacción, configurando un pequeño universo de deseos frustrados y ambiciones engañadas en el centro mismo de la fábrica de los sueños de cartón piedra.

La novela es de lectura fácil y amena. Lo primero que me ha sorprendido es que girando toda la historia alrededor de un reducido grupo de personajes que están en relación constantemente, hay muy pocos diálogos, casi todo está contado a través de Tod, una especie de alter ego del autor, un personaje que empieza pareciéndonos protagonista y poco a poco se va trasformando más en un observador. Cuando empieza la novela y vamos descubriendo cosas pensamos que será una lectura triste, pero el autor sabe narrarlo como una suerte de sátira que nos hará más llevadero ese pesimismo de trasfondo que impregna toda la historia.
Ambientada en los años treinta durante la Gran Depresión, nos sumergimos en un Hollywood muy diferente al del glamour y el brillo rutilante de los grandes actores, aquí nos movemos por la periferia de la gran industria cinematográfica con un grupo de personajes marginales que llegaron en busca de su sueño de fama y triunfo y ahí siguen, pero como perdedores que malviven de esa industria que los necesita para funcionar pero que no los valora.
Tal vez podría decir que es una crítica despiadada a ese mundo lleno de triunfadores y perdedores pero a mí me ha parecido más bien una fotografía nítida y minuciosa de esa sociedad especial que nació alrededor de la industria del cine, no la de la parte que conocemos, ni siquiera la de detrás de los focos, aquí los protagonistas son esos que gravitan alrededor de ese brillo, en una frontera que jamás podrán cruzar. Nos encontraremos muchas escenas peculiares pero también, otras trágicas y violentas, pero sencillamente qué se puede esperar en un escenario con tanta miseria existencial como el que nos propone el autor. al terminar la lectura la verdad es que no le veía sentido al título, pero después de informarme un poco lo cierto es que es perfecto, una referencia bíblica muy adecuada para esta historia.
El grupo de personajes que participan en las historia son diez, con trazas de estereotipados pero ni mucho menos es así, poco a poco se van revelando sus capas interiores aunque da lástima ver que se dan por vencidos casi sin intentar revertir su situación de marginados. Tod Hackett, un pintor que sueña con pintar su gran obra pero no coge un pincel. Homer Simpson, un antiguo contable que se muda a California por problemas de salud, reprimido y apático, no sabe que narices hace en Hollywood y Faye Greener, una aspirante actriz sin el más mínimo talento ni para papeles de extra. Estos tres son los personajes principales, los acompañan un enano estafador, un cínico guionista, un falso cawboy, un mejicano al que solo contratan para hacer de indio nativo americano, la dueña de un prostíbulo, un viejo payaso fracasado y un niño actor repelente. Un grupo variopinto y curioso que no dejan indiferente.

Supongo que os habrá llamado la atención el nombre de Homer Simpson, pues no es casualidad que el personaje creado por Matt Groening tenga el mismo nombre ya que el dibujante, tomó al Homer Simpson de la novela para crear su mítico personaje.

CONCLUSIÓN
"El día de la langosta" de Nathanael West nos muestra el lado oscuro de Hollywood, pero no el de las estrellas cuando se apagan los focos sino el de todos los que llegan allí en busca del triunfo y acaban quedándose en esa periferia triste de sueños incumplidos y que jamás los lograrán alcanzar. Una lectura ágil aunque dura a la que salva del dramatismo extremo la ironía de la que hace gala el autor. Me ha gustado aunque es cierto que me ha dejado algo tocada.
En 1975, la novela fue llevada al cine por John Schlesinger con Donald Sutherland, Karen Black y Burgess Meredith en los principales papeles.
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Kansas
 20 February 2022
"Aunque Homer no tenía nada que hacer aparte de prepararse sus frugales comidas, no se aburría. Los cuarenta años de su vida habían transcurrido completamente desprovistos de variedad o excitación. Como contable, había trabajado mecánicamente, sumando cifras y anotando entradas con el mismo desapego impersonal con el que ahora abría latas de sopa y se hacía la cama."

No había leído nada de Nathanael West, solo sabía de él que era íntimo amigo de Francis Scott Fitzgerald y que murió con apenas treina y siete años en un accidente de coche; la leyenda dice que volvía del entierro de Scott Fitzgerald pero ¿quién sabe?? Estas leyendas urbanas al más puro estilo Hollywood quizá podrían incluso haber estado escritas en alguno de sus textos.

La novela que nos ocupa El día de la langosta, me ha parecido soberbia por la habilidad de West a la hora de convertir en sátira el sueño americano y en este caso, del sueño plastificado que representa Hollywood en una época post 1929, en plena depresión americana, con todo lo que esto significaba de gente dispuesta a cumplir este sueño, solo que Nathanael West no es un idealista, todo lo contrario, después de haber terminado la novela estoy convencida de que era un pesimista que seguro que debía pensar que la raza humana no tenía arreglo. Todd Hackett, un joven artista es fichado por uno de los estudios de cine como aprendiz de escenógrafo. Todd en sus horas libres dibuja las escenas que le han influido en los platós, sobre todo del rodaje de Waterloo, usando a Goya como su inspiración porque tiene en mente un lienzo titulado El Incendio de Los Angeles, de ahí quizá el titulo de la obra relacionado con la destrucción de la langosta que lo arrasa todo a su paso. Todd, aunque es la voz narrativa predominante, no es el único narrador aunque sí que es de alguna forma el nexo de unión con el resto de los personajes que van apareciendo: niños prodigio, payasos, una starlet que en sus horas bajas ejerce la prostitución, vaqueros perdidos , y algún enano continuamente enfadado…¿parece una historia salida de una película de David Lynch??? Sí, podría ser y pensándolo bien, en esta historia hay mucho del Lynch de Inland Empire... Todos están de alguna forma perdidos, todos han venido a cumplir el sueño americano y sin embargo, están desesperadamente ansisoso por encontrar un rumbo que el despiadado Hollywood les niega una y otra vez.

“Estaba decidido a saber más de ellos. Sentía que eran la gente que tenía que pintar. Nunca volvería a hacer un voluminoso granero rojo, un viejo muro de piedra o un recio pescador de Nantucket. Desde que los vio supo que, a pesar de su raza, formación y herencia, ni Winslow Homer ni Thomas Ryder podían ser sus maestros, y se volvió a Goya y Daumier.”

West consigue imbuir a la novela de una atmósfera soterrada de desesperación y fracaso; sus personajes esconden una furia interna por todos esos sueños imposibles de alcanzar, estancadados y atrapados en ese sueño plastificado e irreal que suponia vivir en Hollywood. En ese aspecto, el personaje de Faye Greene es quien mejor ejemplifica esta inocencia perdida y reconvertida en furia: Faye es una aspirante a actriz que ejerce de extra, y finalmente en prostituta. Otro de los personajes, Homer Simpson, un contable muerto en vida, que llega a Hollywood, quizá para encontrar un último resquicio de vida, es otro ejemplo magistral de lo que significa intentar llenar un vacío en una ciudad de cartonpiedra.

“-Mi padre no es realmente vendedor ambulante- dijo ella abruptamente- Es actor. Yo soy actriz. Mi madre también era actriz, bailarina. Llevamos el teatro en la sangre.

- Yo no he visto muchas obras. Yo…

- Algún día seré una estrella- anunció Faye como si lo desafiase a contradecirla.

- Estoy seguro de que…

- Es mi vida. Es lo único que quiero en el mundo.

- Es bueno saber lo que se quiere. Yo era contable en un hotel, pero…

- Si no lo consigo, me suicidaré.”

El día de la langosta es una sátira sobre lo que hay detrás de la fachada de la industria del cine; también se podría decir que es una novela coral sin un argumento definido sino que está compuesta de pequeñas historias a medida que Todd va conociendo personajes y los desenmascara tras esa fachada de apariencias. Todd es un observador ingenuo y va descubriendo todo un mundo de mentiras, de ira reprimida que poco a poco se va destapando y desenmascarando, porque es cierto, que es imposible llevar las máscaras continuamente y los personajes de esta novela lo prueban una y otra vez. A medida que la historia avanza y Todd observa estas máscaras resquebrajarse, él mismo se siente influido sobre todo a la hora de reflejarlo en ese proyecto que tiene en mente con El Incendio de Los Angeles.

Ya digo que es una novela que me ha sorprendido y fascinado a partes iguales, en el sentido de que la atmósfera con que West envuelve la novela perdura y es lo que más puede impactar por esa violencia reprimida y ese vacio existencial tras la fachada del Hollywood más glamuroso. Hay una escena espléndida en la que Todd recorre platós abandonados de los estudios de cine mientras busca obsesivamente a Faye, que es una maravilla: parece esos estudios de cine abandonados parecen un limbo de mentiras en la tierra.

Tengo que dar las gracias a Babelio a través de su iniciativa Masa Critica y a la Hermida Editores por hacerme llegar este ejemplar a cambio de una reseña honesta. No conocía la editorial pero ahora tras investigar su catálogo y sus novedades, no tengo duda de que seguiré con ellos.

Por cierto que hay una adaptación al cine de 1975 dirigida por John Schlesinger que aunque no le hace hace justicia a la novela, es interesante.

"Áquel era el basurero final. Pensó en "El Mar de los Sargazos" de Janvier. Así es como ese cuerpo de agua imaginario era una historia de la civilización en forma de verdadero marino, el solar de la civilización en forma de vertedero marino, el solar del estudio era otra forma de basural de los sueños. ¡Un mar de los Sargazaos de la imaginación! Y el basural crecía continuamente, porque no había un sueño flotando en alguna parte que más pronto o más tarde no terminase allí tras haber sido antes convertido en un elemento cinematográfico por medio de yeso, lienzo, listón y pintura [...] pero ningún sueño desaparece nunca por completo. En algún lugar acosa a algún infortunado y algún día, cuando esa persona ya haya sido atormentada se reproducirá en el plató."


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Macondo
 22 March 2022
"El día de la langosta" destiñe el color que la industria del cine nos ha querido inyectar en las retinas con innumerables obras sumamente adornadas y que nuestro autor nos muestra desde una coordenada en la que las realidades poco encajan con el glamour y la belleza que todos imaginamos encontrar.
Esa industria en la que la perfección, las grandes historias y los escenarios más bucólicos ha contrarrestado la simpleza aparente de las vidas de quienes nos sentamos en una butaca de cualquier cine.
Sus personajes sueñan con oportunidades que no se dan, reviven el impulso al que se acogen para lograr la popularidad o sencillamente coexisten rendidos en una periferia daltónica y sin expectativas.

En este escenario aparece Tod Hackett probando suerte contratado como diseñador de vestuario y con un lienzo en ciernes que represente un incendio en la ciudad de Los Angeles.
Su atracción por Faye, esperando su oportunidad como diva de la pantalla, lo acerca a tantos otros desafortunados seres transformados por la sistemática caída de cada uno de ellos en esa trituradora de sueños que solo se destinó a unos pocos elegidos.
Nos cruzamos con el tiempo que no cesa, con la supervivencia extrema para ser o parecer de Harry Greener, con la apatía y tristeza instalada en Homer Simpson, la destrucción de la infancia en la figura del niño con talento en el caso de Adore Loomis y su insoportable madre dirigiendo su peor camino para ser reconocido.
Su autor dibujó una parte de su sociedad y su entorno de forma clara y usando de algún modo el humor o la sátira para que quizás fuera de algún modo más transmisible. Muestra ese lado de la historia que desmonta la utopía que en nombre del séptimo arte nos quisimos creer.
Un lienzo como una idea y toda una realidad para formar parte de él y hacerlo posible.
Me faltó algo de esperanza, de resurrección en su historia, pero entiendo que su itinerario nos conduce por carreteras secundarias y su finalidad principal pretende despojar de ornamentación a una realidad que no interesaba mostrar al mundo.













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Maperlo
 07 October 2023
Este libro fue publicado en 1939, cuando Hollywood estaba despertando. Aquí el autor nos muestra un Hollywood muy diferente al que conocemos. Su falta de glamour, de éxito... los personajes principales son personajes con muchas carencias en general, sobre todo Faye. El personaje de Faye sería para hacer un análisis aparte: chica aspirante a actriz sin ningún talento, sólo quiere tener relaciones con hombres de los que pueda sacar partido... Nos muestra la peor cara de la sociedad. Faye se aprovecha de su atractivo físico para sacar de cada uno lo que pueda.
Tod es un dibujante que va a Hollywood para pintar su obra maestra. Trabaja por 30 dólares a la semana. Está locamente enamorado de Faye.
Homer Simpson es un contable de Iowa que se traslada a California por problemas de salud. Es un personaje insulso, que no tiene empuje en su vida. Pero se enamora de Faye, y le manipula de una forma que roza el insulto. Vamos, insultante.
Y luego están todos los personajes que giran a su alrededor: Harry, el padre de Faye, un timador, el mexicano, el vaquero, el enano...
Un ambiente totalmente deprimente y tóxico. Nada que ver con el Hollywood que conocemos.
He leído que Matt Groening se inspiró en el personaje de Homer Simpson para su Homer. ;) Anécdotas de la vida.
El final del libro es caótico. Acaba como el rosario de la aurora...
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Las críticas de la prensa (1)
Laverdad23 June 2022
Hoy presento 'El día de la langosta', del escritor norteamericano Nathaniel West, nacido en 1903 y muerto en 1940 –un día después que su amigo Francis Scott Fitzgerald–, en un accidente de tráfico, junto a su mujer. Nunca había leído que alguien se llamara Nathaniel, excepto Hawthorne (el de 'La letra escarlata') y en el Antiguo Testament.
Leer la crítica en el sitio web: Laverdad
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