Hay quien sostiene, que si no lees una obra en su idioma original, no puedes juzgar la calidad de escritura. Es cierto, y digo más, no basta con entender la lengua en cuestión, has de conocer todas sus reglas y recovecos. Luego están las excepciones. Olvidémonos de Víctor Hugo, no seamos abusones. Como muchos, como casi todos, me sumergí en el maravilloso mundo de Wells con su máquina del tiempo. Una descomunal obra donde solo existe la descripción y después todo lo demás. Y por muy malo que sea un traductor, la idea, que es la esencia del escrito, prevalece. Puede cambiar el sentido de una frase, y esta, el libro entero, pero hay magos ( dos o tres) que aún siendo transcritos por el paleto que llevo dentro, impregnaron sus letras con tinta universal. Hechiceros. Visionario, el isleño vaya usted a saber por qué razón, anticipa la ceguera universal. La de nuestra generación. Sometidos a una ingesta cantidad de impactos el cerebro se acostumbra a ver sin analizar, se pierden los entornos, los contextos y texturas. El aprendizaje bulímico es ya, una enfermedad. Si parte de la verdad está en la naturaleza y su entorno ¿Qué hacemos mirándola por encima del hombro, como si fuera algo insustancial? Con muy poquitas páginas Wells inspiró a Saramago ( no me cabe la menor duda) aunque la ceguera del portugués dio una vuelta de tuerca más hacia la violencia. Con que poquito el autor dice tanto, y que pena que mañana, tal vez, devorado por la avalancha de contenidos, me convierta en "noon-yes" ( Nuñez) ¿Cuánto tiempo hace que estando frente al mar, perdió su efecto la espuma al romper, frente a la "fake news top"? ¿Desde cuándo le damos mayor credibilidad a la mentira diseñada, que a la verdad que nos cuenta agua, roca y sal? En el país de los ciegos de Wells, el tuerto es el rey de los idiotas. La tara la posee el que precisamente ve. Hoy todos nos creemos superiores e inventamos malformaciones físicas o espirituales, para sentirnos por encima de los demás. Mientras tanto el tiempo se va, y no vuelve jamás. A veces es mejor mirar, con los ojos cerrados. Un librito corto pero lleno de sustancia. Ciencia ficción, realista de uno de los grandes de la literatura. + Leer más |
El ciclo de encuentros El pecado de leer llega a su cuarta edición con la propuesta de explorar a través de la lectura muchas de las circunstancias, situaciones o sustancias que hacen que nuestra mente se desordene. Los estados alterados, realidades alternativas, percepciones desmesuradas —en ocasiones entendidas como estados de locura—, nos muestran una realidad otra en la que nosotros somos otros también. Novelistas, poetas, ensayistas y periodistas, todos ellos lectores, compartirán con nosotros sus lecturas del catálogo de El libro de bolsillo de Alianza Editorial y nos contarán cuál es el estado alterado que encuentran en los libros. Porque hay otros mundos, y están todos en este.
5 ciudades, 4 estados alterados,
45 libros y un secreto
Pánico, euforia, alucinación y enamoramiento.
En cada encuentro, dos invitados y un moderador hablarán sobre uno de los estados alterados a través de los libros de bolsillo de Alianza Editorial.
Comisaria del ciclo:
Giselle Etcheverry Walker
Pánico
Martes 27 febrero 2024
19.00 h
Librería Gil
Calle Hernán Cortés, 23
39003, Santander
Invitados:
Rafael Manrique, psiquiatra y ensayista, hablará sobre: El Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de R.L. Stevenso y Maestros antiguos, de Thomas Bernhard
Cristina Sánchez-Andrade, escritora, hablará sobre: El dolor, de Marguerite Duras y Juan Belmonte, matador de toros, de Manuel Chaves Nogales
Introduce y modera: Guillermo Balbona, crítico de cine y poeta
Otros títulos sobre el pánico:
El caso de Charles Dexter Ward, de H.P. Lovecraft
Cuentos 1, de E. A. Poe
La isla del Dr. Moreau, de H.G. Wells
Cuentos negros, de Ambrose Bierce
El guardavía y otros cuentos de miedo,de Charles Dickens
Drácula, de Bram Stoker