ADIOS A LOS PADRES

Peter Weiss rememora de forma fragmentada, recuerdos de su infancia y primera adolescencia. De padre judío y madre católica. Tuvieron que exiliarse en tiempos que ya comenzaba a vislumbrarse el odio a los judíos, a Inglaterra y varios países más. No trata de ajustar cuentas en torno a sus padres, pero si se refiere a su relación con ellos, como incomprendida. Nos habla de esta manera en torno a sus padres:
"De mi padre no sabía nada. El rasgo principal de su persona era su ausencia".
Apenas compartían momentos juntos, nos dice que "esporádicamente algún domingo o en Nochebuena jugaba con él".
"De mi madre sabía que, antes de casarse con mi padre, había sido actriz." Había estado casada primero con otro hombre.
Se pregunta Peter por qué abandonó su madre el teatro si en su profesión era feliz. Este abandono cree Peter que fue el origen de su desequilibrio posterior.
A Peter le gustaba pintar cuadros y escribir poemas, pero sus padres rechazaban sus aficiones. Su padre, empresario de telas textiles, pretendía que su hijo siguiera sus pasos en la pequeña empresa, cosa que a Weiss no le gustaba en absoluto.
En casa no encuentra consuelo salvo en su hermana Margit.
Nos habla de alguna amistad temporal que le influyó, como Jacques o en Bohemia, Max; y ya terminando la adolescencia, el despegue definitivo de los lazos paternos.
Un libro sincero, duro y sin concesiones.