Proyecto Hail Mary

«Proyecto Hail Mary» probablemente sea el libro más científico que he podido leer de ficción hasta la fecha. Un amigo mío quería leerlo y yo, sin dudarlo, me apunté al carro, porque (¿por qué no?) me lo vendió muy bien, las críticas eran buenas y prometía ser divertido.

Se trata de otra historia en la que hay que evitar la extinción de la humanidad (el antropocentrismo siempre presente, claro). Con este objetivo nace el proyecto Hail Mary, por el que las distintas naciones se unen para así encontrar una solución a lo que está ocurriendo y que, por supuesto, no desvelaré aquí de ningún modo.

El protagonista del proyecto y de la novela es un profesor de instituto brillante, muy brillante, llamado Ryland Grace —que será interpretado por Ryan Gosling próximamente en una adaptación al cine—, quien narra toda la historia en primera persona. Él es quien nos explica y acerca cada dato, cada hecho científico, siempre acompañado de bromas o tono cojoso que, según he leído, es lo mejor para unas personas y lo peor para otras. En mi caso, sin embargo, me siento afortunada, porque aunque no niego que alguna broma sea mejor o peor, en general, el libro me ha hecho sonreír constantemente, reír ligeramente y carcajearme abiertamente (he pasado por todas las fases de la risa y muchos -mente, sí). Aunque no todo han sido risas, ya que alguna que otra lágrima también ha caído. Bastantes. Muchas, si me pedís sinceridad. La mayoría de ellas por culpa del segundo personaje más importante de toda la historia y que probablemente sea el favorito de todas las lectoras 🪨.

No obstante, además de ese tono ligero del que hablo, la clave de esta novela es indudablemente la ciencia. Si bien alguien podría temerla por lo presente y relevante que es a lo largo de la historia —diría que es el eje, el núcleo de toda ella—, ha sido lo que más ha despertado mi interés, incluso cuando algunas partes se hacían difíciles de entender (que no de leer).

En realidad, la historia me atraía tanto que me esforzaba por entender, leía lentamente y absorbía lo que se estaba describiendo, explicando; intentaba imaginar y comprender todo lo posible y la verdad es que normalmente lo conseguía, al menos lo suficiente. Otras veces, en cambio, simplemente seguía leyendo, porque basta con «hacerse a la idea». Para mí, ese respaldo científico —quizá aparente— es uno de los puntos más fuertes de la novela: acerca la ciencia al lector y consigue que se sienta real, posible, casi tangible; parece que hay un esfuerzo detrás para justificar todo lo que va poco a poco desarrollándose (me encantaría leer un «todo lo que es ciencia vs. todo lo que es ficción» sobre esta novela).

Por último, si bien sé que el final genera división, a mí no me disgusta y considero que acaba simplemente siendo coherente y fiel al tono que caracteriza la narración desde el principio. Tensa, emociona y satisface a partes iguales y yo no podía pedirle más que eso.

Así pues, la verdad es que la he disfrutado y recomendado a toda persona que me haya escuchado. Creo que es magnífica para volver a la lectura tras un bloqueo lector o simplemente para desconectar y entretenerse en unas cuantas sentadas, que quizá no fuesen tan numerosas, porque es muy fácil de leer, en parte gracias a que los capítulos son cortos y amenos. A nivel personal, mi experiencia de lectura «conjunta» solo le ha sumado puntos y la ha hecho más especial, si cabe, así que no puedo ponerle menos de un 4,5 &#xNaN, porque en resumen: me lo pasé muy bien.