La Ciudad Justa

Ni siquiera la Necesidad conoce todos los extremos. Conoceos a vosotros mismos

Los patrones no estaban preparados para verlas en los trabajadores, igual que, tal vez, los Dioses no están preparados para verlas en nosotros.

A todos les había encantado leer en la Apología que no era más que un tábano molesto enviado a Atenas por los Dioses, pero ahora que se había convertido en su tábano ya no les hacía tanta gracia. Sócrates alteraba su minucioso sistema y lo sabía. Y además se reía de ello.

Otra vez lo sentí sin sentirlo. Era como si algo se interpusiera entre las sensaciones y yo, como si mi poder del tacto tuviera párpados y estuvieran cerrados.

No te puedes fiar de todo lo que dijo el burro de Platón ~ Sócrates

En la República de Platón, como nunca en toda la historia, mi sexo no habría supuesto un impedimento. Podría haber sido igual que cualquiera. Podría haberme formado con libertad y aprendido filosofía. Deseaba con todas mis fuerzas que existiese y haber nacido en ella.

Aquí, en la Ciudad Justa, alcanzaréis vuestro máximo potencial. Aprenderéis y creceréis y buscaréis la excelencia.

Lo que habíamos debatido sin descanso durante aquel invierno era si los patrones y Atenea habían hecho bien al fundar la Ciudad Justa y si eran en verdad la Ciudad Justa o era posible que existiera una más justa, y cómo debería construirse.

(Platón) nos enseñó a hacer nuestras propias preguntas sobre la naturaleza del mundo, a examinar nuestras vidas y a conocernos.