El comienzo me pareció fabuloso: en la ceremonia de bodas del heredero al principado de Otranto, cae del cielo un casco de tamaño descomunal que reduce al novio a pulpa. Es el primero de los portentos que indicarán que Manfredo, el actual señor de Otranto, es en verdad un usurpador, y que debe resignar su trono al verdadero heredero. Manfred se negará a reconocer lo inevitable de la situación y desatará la tragedia. La novela me pareció francamente ridícula casi en su totalidad. Los diálogos son tan hiperbólicos e impostados que no existe ninguna semblanza de verosimilitud, las situaciones sobrenaturales responden a las más burdas supersticiones cristianas, y la escritura no me pareció nada del otro mundo. Supongo que lo que la hace un clásico es haber sido la primera novela gótica sobrenatural inglesa, pero es muy inferior a las escritas posteriormente por Ann Radcliffe, Mary Shelley o Bram Stoker. No estará entre mis mejores lecturas del año |