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En Bois de Boulogne, Francia, Juan Picot, un humilde granjero, encuentra el cadáver de una persona degollada, perteneciente a la nobleza. En un primer momento, lo acusarán a él de haber cometido el crimen; sin embargo, gracias al talento del comisario L'Archiduc será puesto en libertad. El detective será el responsable de descubrir quién fue el asesino y qué misterio se esconde detrás de la muerte. La novela se lee rápido y son geniales los razonamientos de L'Archiduc (discípulo de Dupin y antecesor de Holmes); además, el escritor –jurista y político− ofrece muchos datos sobre cómo se analizaban los crímenes en esa época (siglo XIX), la mirada de la justicia, los procedimientos y lo que padecían las personas acusadas injustamente. L'Archiduc será ayudado por la tecnología de la época: el telégrafo, el ferrocarril y la novedosa cámara fotográfica (esencial para resolver el caso). Me llevé una gran sorpresa con este libro. Es la primera novela policial en castellano. La escribió Raúl Waleis (seudónimo y anagrama de Luis V. Varela), argentino, en 1877. Siguiendo a Poe y Gaboriau, el autor les rinde homenaje ambientando la historia en Francia y poniendo a Boulogne como escenario del primer crimen. La historia salió por primera vez en formato de folletín para un periódico en 1877 y se edito en forma de libro ese mismo año. Increíblemente, fue dejada de la lado por la historia de la literatura policial argentina; solo en los años cuarenta del siglo XX, comenzó a ser nombrada por autores del género que pedían su reedición. Recién en 2007 (130 años después de haber sido creada) se realizó una segunda edición. Una joya que no puede faltar en ninguna biblioteca de los amantes del suspenso y el policial. |
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