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ISBN : 849450293X
192 páginas
Editorial: Defausta Editorial (06/09/2016)

Calificación promedio : 4/5 (sobre 1 calificaciones)
Resumen:
Londres asiste con perplejidad a la hecatombe de la I Guerra Mundial.

William Henry Davies, ahora convertido en una celebridad literaria, fantasea con una vida retirada en el campo junto a una mujer. Esta fantasía se convertirá en objetivo irrenunciable tras conocer a la joven Emma, una joven de pasado problemático con la que se encuentra durante un paseo nocturno por las calles de la ciudad.

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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Inquilinas_Netherfield
 04 April 2018
El galés William Henry Davies era, ante todo, poeta. O más bien podría decirse que su fama, la que le abrió los círculos literarios londinenses, se debió principalmente a la poesía. Pero también escribía en prosa, estilo que usó para escribir su varias obras autobiográficas. La editorial Defausta se ha propuesto recuperar a este autor en castellano y, tras Autobiografía de un Súper Vagabundo, editaron a finales del año pasado otra delicatessen de su obras biográficas, La joven Emma (no sé qué haríamos sin estas emergentes editoriales independientes que recuperan autores que han quedado suspendidos en el limbo del olvido durante años y que bien merecen un hueco en nuestras estanterías).

Leer las palabras autobiográficas de Davies supone adentrarse en el mundo del autor sin cortapisas ni muros que separen lo público de lo privado. Se cuenta todo, sin más. Davies lo cuenta todo. Su sinceridad, su transparencia, la sencillez y honestidad con la que narra cada uno de sus pensamientos, cada una de sus vivencias, incluso aquellas que cualquier otra persona por vergüenza intentaría ocultar o disfrazar, hacen que como lector le atiendas con un interés rayano en la confidencia. El autor se desnuda ante el lector de un modo tan natural y tan humano, pleno de las contradicciones que nos definen como seres racionales, que el lector le observa sin juzgar ninguno de sus actos, y podría decirse que se establece una relación íntima y franca entre ambos.

W.H. Davies, como persona, era peculiar. Auténtico. Un tanto excéntrico. Vivió como un vagabundo durante su juventud (etapa que narró en el libro que comento arriba ya editado por Defausta) y se autopublicó su primera obra de poesía cuando ya sobrepasaba la treintena; siguió viviendo como un vagabundo, mandaba copias a potenciales lectores pidiéndoles que le mandasen a vuelta de correo lo que costaba el libro... Estas excentricidades, entre otras muchas, le hicieron ganarse poco a poco un hueco entre la élite literaria londinense. Pero era eso, una extravagancia; se le aceptaba como una curiosidad. Él lo sabía, estaba conforme y lo necesitaba para vivir. Pero amaba la naturaleza, la soledad, y su anhelo secreto era encontrar una buena mujer, casarse con ella e irse a vivir a la tranquila campiña inglesa. Y esa mujer debía ser tan sencilla, tan despegada de lujos y caprichos, tan como él, que sabía que no podría encontrarla entre las mujeres que conocía en los salones que solía frecuentar. Las mujeres que a él gustaban, le rechazaban... las que él no quería eran las que le aceptaban. Buscaba algo tan concreto que le costó mucho decidirse, y él quería volar, alejarse de Londres, de todo aquello que realmente le importaba más bien poco.

Y en ese punto nos encontramos cuando comenzamos a leer su testimonio. Durante la vorágine de la Gran Guerra, Davies busca a su futura esposa en las calles de Londres, donde muchas esposas e hijas (con sus maridos, hermanos y padres en el frente) deambulan solas en busca de un hombre que les proteja y mantenga hasta que sus familiares vuelvan (si es que vuelven). Con el transcurrir de las páginas conocemos a varias mujeres que se cruzan en su vida con escasa fortuna hasta que, al bajarse de un autobús, Davies atisba a Emma, la joven que da nombre a esta autobiografía. Gracias a todas ellas, o a pesar de todas ellas, el autor habla de amor, sexo, confianza, decepciones, cariño, miedos, recelos, temores, sus anhelos más íntimos e incluso de enfermedades de transmisión sexual, algo totalmente atípico e inusual para la época.

Lo que narran estas páginas es tan tierno, franco y contenido, tiene tanta calidad en su narrativa, es tan elegante a pesar de los temas que aborda, que sabes que estás ante un grande que nunca quiso serlo y siempre huyó del bullicio en el que supuestamente debía moverse un escritor de su fama. Quería retiro y una mujer buena a su lado (pero sin perder su prestigio literario, que al fin y al cabo era lo que le daba de comer), y lo plasmó así, tal cual, escribiendo lo que quizás es el mayor logro de su carrera.

Es muy difícil valorar esta lectura sin mencionar tanto el fantástico prólogo de la editora (y traductora de la obra), Susana P. Mori, como el posfacio que nos muestra la carta de George Bernard Shaw al editor que poseía el manuscrito, así como la introducción del propio autor donde nos explica el por qué de lo que va a contarnos, porque esta tríada es la que verdaderamente consigue que entiendas el libro que tienes en las manos, que ubiques la situación personal de Davies en aquellos años, que comprendas el por qué de su escritura, las circunstancias que la provocaron, los escrúpulos (no exentos de engaño por parte del editor) que hicieron que estás páginas se guardasen en un cajón durante 60 años... y que adivines al autor en sí, un personaje tan peculiar, tan ajeno a las convenciones sociales, que muchas veces cuesta recordar que estás ante un testimonio real y honesto de intimidades que muchas veces quedan (o deben quedar) entre las cuatro paredes del hogar que acoge a una pareja... tan real y honesto que cuesta creer que lo plasmase en palabras con tanta clase y lo entregase a un editor para que, llegado el momento, pudiese leerlo todo aquel que quisiera... tanto cuesta creerlo que, efectivamente, terminó arrepintiéndose.

Mori, en el prólogo, desvela que Davies mandó la obra a su editor, se arrepintió porque no quería ver expuesta a su esposa, pidió que le devolvieran su manuscrito... pero a la vista está que su editor se guardó un as en la manga y, un año después de morir su esposa (él había fallecido muchas décadas antes), este testimonio fue encontrado y vio la luz.

Os dejo con estas palabras de George Bernard Shaw, que definen a Davies mejor de lo que yo pueda hacerlo. La joven Emma quizás no sea una lectura para todo el mundo, pero quien sí la lea conocerá a Davies sin trampa ni cartón, abierto en canal ante el lector. Y no se arrepentirá.
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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