Caminó ávido de las últimas bellezas de un paisaje oscurecido hasta que la noche amontonó algodones negros sobre los horizontes de la serranía. Algo más que algodones. Una lluvia fina volvió a otoñizar definitivamente al aire y a poner urgencias de llamada en los luceríos movibles de la plaza de la Moncloa.
|