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Crítica de Guille63


Guille63
20 March 2023
Siempre me ha llamado la atención esa excusa que algunos aducen para justificar sus lecturas: “es que yo solo leo por diversión” . Primero, porque estos que así se expresan sientan que deben justificarse por algo, pero sobre todo porque implícitamente parecen suponer que los que leemos otro tipo de cosas lo hacemos por algún tipo de autocastigo que nos infligimos para expiar pecados inconfesables o por simple y vanidoso postureo. Pues claro que todos leemos por diversión. Eso sí, del mismo modo que existen infinitos más grandes que otros infinitos, como Cantor descubrió en su día y Volpi nos recuerda en su libro, hay diversiones de naturaleza y profundidad bien distintas. La diversión de la que he disfrutado leyendo la búsqueda de Klingsor es, digamos, de segunda clase… y estoy siendo generoso.

Volpi es un escritor hábil, siempre me han atraído los descubrimientos científicos, las curiosidades matemáticas y la vida de sus protagonistas y, para completar mi interés, no puedo negar que soy presa fácil de las tramas detectivescas. En definitiva, que estuve sobradamente entretenido la semana escasa que me llevó devorar su novela.

Hasta aquí llegan los datos favorables, ahora les toca el turno a los peros… y hay unos cuantos. El principal, y aquí seguro que estoy completamente equivocado, es que literariamente me ha parecido pobre. El que sea una novela multipremiada y alabadísima se quedará entre esos misterios del universo que nunca llegaré a comprender. A mí me pareció una especie de “El mundo de Sofía” en la que, utilizando una trama novelesca cogida por los pelos, se hace repaso de la ciencia y las matemáticas de la primera mitad del siglo XX, una época en verdad apasionante.

La historia que vertebra la novela, los amores y la intriga detectivesca, no me parecieron nada del otro mundo. Es más, el inicio de todo, la búsqueda de ese desconocido Klingsor, supuestamente el asesor científico de Hitler que dirigió en la sombra la ciencia que se llevó a cabo durante el régimen nazi, me parece una base excesivamente endeble. ¿Alguien sabe de algún puesto relevante en la jerarquía nazi cuyo ocupante permaneció y aún permanece en el anonimato? ¿Cuáles pueden ser las razones de querer ese anonimato para alguien con tanto poder en el entramado nazi? ¿Por qué todos sus colegas científicos, nazis o no, parecen encubrirlo incluso después de la guerra? Es curioso que la justificación de tanto despropósito se haga en una única frase que no tiene desperdicio si tenemos en cuenta que se le atribuye a un científico: “su invisibilidad es una de las pruebas de su presencia entre nosotros”.

En cuanto al repaso que se hace de la ciencia, el único propósito que parece perseguir su autor es el desprestigio de esta. Se cuestiona la capacidad de la ciencia para conocer la realidad, para lo que aporta, precisamente, algunos de los grandes logros de la propia ciencia o de la matemática, como el principio de indeterminación de Heisenberg, la teoría de la relatividad de Einstein o los teoremas de incompletitud de Gödel. Por otro lado, se acentúan los desequilibrios emocionales de esos guardianes de la razón que se supone deben ser los científicos, seres que en la novela, sean personajes reales o ficticios, parecen ser especialmente proclives a las más extemporáneas pasiones amorosas y a todo tipo de desmanes sexuales, sin olvidar su obsesivo afán de notoriedad y su profunda aflicción por los éxitos ajenos. Peculiaridades que no dejan de ser curiosas cuando en paralelo con estas debilidades humanas se llama la atención sobre la inhumana frialdad de la ciencia, ese arma demasiado peligrosa para dejarla en manos de los científicos para los que “la muerte de hombres y mujeres sólo es un fenómeno más entre los miles que se producen a diario en el universo.”

En cierto momento de la novela se hace mofa de la soberbia de una ciencia que ni siquiera es capaz de demostrar que algo exista realmente ahí fuera. Pues bien, en ese mundo solipsista, yo, necesariamente bajo un fuerte desorden de personalidad múltiple, leo únicamente por vanidad, una vanidad que se ha visto gravemente dañada por esta novela… con lo rencoroso que yo soy.
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