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Crítica de Samarkanda


Samarkanda
03 December 2019
Ojos de agua supuso la primera incursión en el panorama literario del vigués Domingo Villar, guionista de cine y televisión así como comentarista gastronómico en una emisora de radio –hecho éste que se trasmite en su obra-, y lo hizo por la puerta grande ya que fue galardonada con el I Premio Sintagma, el Premio Brigada 21 y el Premio Frei Martín Sarmiento. Con La playa de los ahogados, su segunda novela, sigue cosechando premios y se consolida como autor en el mundo de las legras negro-criminales.

En un duplex de la singular Isla Toralla aparece el cadáver de Luis Reigosa, un joven saxofonista que ha sufrido una muerte atroz. Cuando la mujer de la limpieza encuentra el cuerpo y avisa a la policía el caso es asignado al inspector Leo Caldas y a su ayudante Estévez que, al personarse en el lugar de los hechos, se encuentran con una escena un tanto singular: Reigosa reposa en la cama con los ojos abiertos, las manos atadas al cabecero y el cuerpo presenta desde el abdomen hasta las rodillas un aspecto negruzco como si le hubieran rociado con algún tipo de líquido abrasivo.

A primera vista todo apunta a un crimen pasional pero ¿quién ha sido capaz de cometer un crimen tan cruel y qué motivos le han llevado a hacerlo? Estas son dos de las muchas preguntas a las que se enfrentan Caldas y Estévez a lo largo de los cortos capítulos en los que está estructurada la novela y que les llevará a investigar tanto en las altas esferas como en los bajos fondos.

Pese a los premios cosechados, Ojos de agua es la opera prima de Villar y, desde mi punto de vista, los personajes podrían estar más trabajados ya que lo único que sabemos de ellos es que Caldas posee un carácter introvertido y que Estévez es visceral, tosco y brusco en sus modos pero sensible al paisaje vigués. Sin embargo, esto se compensa con las descripciones de la ciudad, tanto de sus calles como de sus edificios, de sus bares y tascas –algunas reales como el Bar Puerto o el Eligio donde el autor despliega su buen hacer como crítico gastronómico- así como de los lugares de visita obligada como Monte de Castro.

Otra de las cosas de las que adolece es el final en el que, aunque todo a punta a un culpable y el pastel se descubre por una de esas casualidades tontas de la vida, hay cosas que no terminan de encajar a la perfección pese a no dejar ningún cabo suelto. Quien haya leído el libro sabrá a lo que me refiero.

Si bien me ha gustado por lo rápido y fácil que se lee, así como por el estilo sencillo y sin artificios del autor que hace que devores el libro en un par de tardes, reconozco que disfruté muchísimo más con La playa de los ahogados en la que la trama está más trabajada y el final resulta mucho más sorprendente.

Aunque ambos títulos pueden leerse por separado, de Ojos de agua a La playa de los ahogados se aprecia una ligera evolución en los personajes pese a que seguimos sin saber los motivos reales que hacen que Estévez sea trasladado desde su Zaragoza natal a Vigo. Lo que no varia en ambos libros son las descripciones de una palabra al comienzo de cada capítulo y que tienen relación con lo que vamos a leer en las próximas páginas.

Lectura ligera, fresca y, sobre todo, entretenida para todo aquel que quiera pasar un buen rato con una novela policíaca así como disfrutar de un viaje a Vigo sin moverse del sofá. ¿Qué más se puede pedir?
Enlace: https://libropoli.blogspot.c..
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