El último barco

Aunque se ha hecho esperar, no me ha decepcionado en absoluto encontrarme de nuevo con Leo Caldas, el inspector gallego creado por Domingo Villar. No sé que problemas pueda haber tenido, después de haber anunciando hace años el nuevo libro, con otro título y otra portada; para sacarlo ahora.
Me ha mantenido atrapada desde el principio, y se me ha hecho corto, pese a sus 700 páginas.
No podemos hablar de una novela con un ritmo vertiginoso, trepidante; sino que tiene un ritmo pausado, pero en absoluto lento. Además, esta cadencia se mantiene constante a lo largo de toda la obra.
Otra cosa que quiero destacar es la cuidada descripción de los paisajes de la ciudad de Vigo y sus alrededores. Sin hacerse en absoluto pesado, el autor sabe plasmar en su justa medida por las características de la novela (recordemos que es policíaca, no narrativa), lo que ven y, sobre todo, como lo perciben los personajes.
Me ha llamado la atención que sea habitual que la gente se desplace de una orilla a otra de la ría en líneas regulares marítimas, en lugar de por carretera.
Encajado en estas descripciones, también encontramos los distintos modos de vida y, sobre todo una manera de vivirla, como por ejemplo, las mariscadoras, los pescadores,... de pequeños pueblos y aldeas, cercanos a la ciudad, que subsisten de lo que les da el mar.
Los personajes están realmente muy bien desarrollados, desde el protagonista, Leo Caldas, hasta el menos importante. de todos ellos conocemos su forma de ser, de vivir, de afrontar los problemas, en la medida que es necesario para el desarrollo de la trama.
Un punto y aparte lo merece el padre de Leo, retirado y dedicado a elaborar vino, a mirar las estrellas y a disfrutar de la vida. Me ha encantado!!!
La trama, al menos para mí, no ha sido en absoluto predecible, y el autor la ha sabido llevar en suspense hasta el desenlace.