La tiranía de las moscas

Si no quieres salir de tu zona de confort, este no es tu libro.

Si no te gusta quedarte con la boca abierta al pasar la página, este no es tu libro.

Si te gustan las lecturas sencillitas, donde te lo dan todo hecho y no tienes que buscar entre líneas cuánto abarca una sola palabra, a cuántas cosas es posible que se refiera la autora al mencionar una en particular, lo siento, pero este no es tu libro.

Si lo que buscas es una historia sin magia, sin locura, sin un toque político y disidente (en varios planos), mejor te buscas otra cosa para dedicar tus próximas horas de lectura.

Hay un país donde el calor es perpetuo y donde la tiranía del poder se esconde en cada esquina. Hay una casa/país donde el calor es tirano, papá es tirano, mamá es tirana y los hijos no aman a sus padres ni son amados por ellos. Hay una familia que no es de cuento, que no es feliz, que no es familia.

Casandra, la hermana mayor, culmen de la disidencia sexual. Los objetos de su amor son literalmente objetos. Sillas, puentes… todas ellas esencias femeninas a las que ama y desea.

Caleb, ángel de la muerte, ángel salvador que huele y presiente la muerte y se la proporciona – con tan solo un roce de sus dedos- a los animales que se precipitan hacia él en busca del descanso eterno.

Calia, la pequeña de la familia. Una nena que no habla, que no soporta a nadie, que todo le resulta extraño e indiferente, que no comprende cómo puede pertenecer a una “raza humana” tan atrasada, tan vulgar. Calia no habla, pero dibuja como la más grande de las genias de la pintura.

Y las moscas… omnipresentes moscas sobrevolando los acontecimientos de esta familia/país donde nada es lo que siempre se dice de una familia, donde no hay amor y sí mucho odio, donde hay represión y psicoanálisis barato y castrador, donde hay rebelión e insumisión hacia el poder.

Elaine Vilar se ha convertido desde ahora en una autora a la que quiero seguir la pista futura y pasada. Me ha encantado la manera de escribir, la riqueza de las palabras y de los juegos de palabras. Las metáforas que tanto dicen y sorprenden. El manejo de las voces narradoras, del tiempo (del pasado al presente y vuelta al pasado) es magistral. Es un libro que se devora y que nada más terminarlo te dan ganas de volver a empezarlo y pararte más en los detalles.

El prólogo de Cristina Morales forma parte imprescindible de esta historia, la acompaña y complementa a la perfección. Me ha encantado también. ¿Es un libro extraño? Lo es sin lugar a duda. ¿Lo recomiendo? Contéstate tu misma a las preguntas con las que iniciaba esta reseña. Yo, evidentemente, lo voy a recomendar muy mucho.