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ISBN : 8432241083
304 páginas
Editorial: Seix Barral (31/08/2022)

Calificación promedio : 3.8/5 (sobre 5 calificaciones)
Resumen:
«Con Enrique Vila-Matas sólo tienes que dejarte llevar porque estás en manos de un maestro.» Paul Auster
«Hay algo en Houellebecq, como hay algo en Enrique Vila-Matas y Roberto Bolaño, que me recuerda a la manera en que Philip K. Dick estaba en el mundo, y es algo propio, único, genial.» Emmanuel Carrère

En pleno periodo de transformación personal y literaria, el narrador de esta novela comienza a observar señales en puertas y en cuartos conti... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (3) Añadir una crítica
Queridobartleby
 01 February 2023
Vuelve Vila-Matas a indagar en los procesos de lectura y escritura por medio de un escritor de ensayos que está atravesando un bloqueo en la creación de su obra.
El narrador ensayista, que en ocasiones se funde y/o confunde con el propio Vila-Matas, rememora y vuelve a visitar aquellas ciudades que en su día marcaron su escritura.
Comienza en París, último texto creado por el escritor, tres años antes. En él nos narra las experiencias tanto literarias como vivenciales. de manera delirante nos desvela su etapa de camello y consumidor de droga:
"Para mí, París, en aquella primera estancia de dos años, fue sólo un lugar donde ejercí exclusivamente de vendedor de droga y, durante un breve periodo de tres meses que pasó volando, fui un consumidor habitual de ácido lisérgico, de LSD, lo que me hizo comprender que lo que llamamos «realidad» no es una ciencia exacta, sino más bien un pacto entre mucha gente, entre muchos conjurados que un día en tu ciudad natal, por ejemplo, deciden que la avenida Diagonal es un paseo con árboles cuando en realidad, si tomas tu ácido, puedes ver que es un zoológico atiborrado de fieras y de cotorras con vida propia, todas sueltas, algunas subidas a las copas de los árboles".
Reflexiona sobre ciertas tendencias en la escritura, reconociendo que en su estancia en París no tenía "nada que contar":
"1) La de quienes no tienen nada que contar.
2) La de quienes deliberadamente no narran nada.
3) La de quienes no lo cuentan todo.
4) La de quienes esperan que Dios algún día lo cuente todo, incluido por qué es tan imperfecto.
5) La de quienes se han rendido al poder de la tecnología que parece estar transcribiéndolo y registrándolo todo y, por tanto, convirtiendo en prescindible el oficio de escritor.
La casilla primera —la única que transité en aquel París de los años setenta— acababa siempre por enviarme a un paisaje gris de posguerra en Barcelona con una figura solitaria en el centro de la escena, en medio del paseo de San Juan, un flaco y pavoroso colegial aburrido, yo mismo sin ir más lejos".
Saca a relucir el cuestionamiento de la novela decimonónica en su afán de contarlo todo por medio del narrador omnisciente, existiendo para él algunas excepciones valiosas. Tal sería el caso de Kafka y de Moby Dick de Melville:
"Siempre he pensado que en Moby Dick trazó una inmensa metáfora de la inmensidad, de la inmensidad de nuestra oscuridad".
De Thomas Wolfe, destaca algunas certeras reflexiones en El Angel que nos mira, afirmando que su deseo de abarcar todo, a punto estuvo de desestabilizar su obra.
Vila-Matas siempre ha sido muy claro al cuestionar la práctica del modelo de la novela del XIX en escritores contemporáneos.
El ensayista está rendido a Antonio Tabuchi, tocándole la fibra su Dama de Porto Pim, obra que enlaza con Noches insomnes, de Elizabeth Hardwick:
"Me encantó de Dama de Porto Pim su nada corriente organización de los textos, su estructura tan parecida —al menos desde mi punto de vista— a la de Noches insomnes, otro libro fronterizo de gran calado, también tan dispar como unitario, donde, a través de fragmentos de memorias y notas personales, Elizabeth Hardwick iba componiendo el retrato de una creadora hecha a sí misma, con algunas influencias evidentes, pero en el fondo creadora única, siempre algo cansada, como una Billie Holiday de la literatura, rodeada de músicos aún más fatigados que ella, gafas de sol, insomnio ceniciento, gabanes agobiantes y las esposas de los músicos, todas tan rubias y tan y tan agotadas".
Ensalza el escritor el Tristram Shandy, de Laurence Sterne:
"Tristram no sólo es mi amuleto, sino la columna vertebral de todo lo que he escrito. En esa posible biografía de mi estilo, que ya he abandonado, habría ocupado sin duda un lugar central. de hecho, no se puede entender casi nada de mí sin la influencia relampagueante del libro de Sterne".
Se enorgullece de pertenecer a la Sociedad de Amigos de Laurence Sterne.
Nos habla de escritores queridos, como Piglia, Raymond Roussel, Italo Calvino, Mallarmé, Julien Gracq
Traba amistad el ensayista, con la escritora y cineasta Madeleine Moore, con la que posteriormente será parte activa de una performance:
"De mis antiguos copains sólo busqué, en mi segundo viaje a París, a Madeleine Moore, porque tenía su dirección y habíamos mantenido una divertida correspondencia. En aquellos días, ella se estaba abriendo camino como artista de performance, y también como incisiva crítica de arte".
Vila-Matas en entrevistas ha revelado que la artista en realidad era Dominique González-Foerster, quien en el Centro Pompidou preparó una performance en la que participaba él mismo.
En su juego de ficción y no ficción introduce un escritor imaginario, Enzo Cuadrelli, quien está escribiendo un libro sobre el oficinista Bartleby. Eso lleva al escritor a repasar las renuncias a escribir de algunos escritores, como Rimbaud.
En Cascais, tras tres años de sequía creativa, curiosamente le suceden cosas al escritor. Invitado por el productor portugués Paulo Branco, se aloja en un hotel de la villa. En una habitación contigua, se encuentra el actor Jean-Pierre Leaud.
Es un texto disparatado donde el autor sufre insomnio a causa de su escasa creatividad. En el silencio de la noche se suceden las carcajadas del actor, que parecen ahondar en la herida del escritor:
"Estaba acostado y perfectamente sin ideas, pero tranquilo en mi cuarto preguntándome, por primera vez, cómo era que todavía podía creer que mi salida del bloqueo sería ensayística. Y en eso oí la primera cadena de carcajadas de Jean-Pierre Léaud. Era lo último que podía esperarme. Unas risas que irrumpieron en el silencio de un modo yo diría que premeditadamente escandaloso, como si necesitaran ser obscenas para que no hubiera demasiadas dudas de que estaban allí, dispuestas a impedirme el sueño, o la concentración en el cada vez más improbable futuro ensayo".
El insomnio y el incidente ofrecen al autor la posibilidad de disertar sobre diferentes temas y escritores, como Sebald o Kafka.
En los textos de Montevideo y Bogotá, el escritor rememora el cuento de Julio Cortázar, “La puerta condenada”:
"Hay un cuento formidable de Julio Cortázar en el que el cuarto de al lado de una habitación de hotel juega un papel fundamental. Es «La puerta condenada», pertenece tanto al mundo de la ficción como al mundo real, y tiene como escenario la ciudad de Montevideo, en Uruguay".
Es otro relato surreal donde el escritor se alojará en el hotel donde Cortázar escribió el cuento y, supuestamente habría una puerta ciega.
Vila-Matas, en realidad fue al hotel Cervantes para conocer la habitación, pero había cambiado de nombre y se dedicaba a actividades de citas.
En el texto, el narrador prosigue con sus referencias literarias, Idea Vilariño, Onetti, Felisberto, Borges o Cirlot:
"La puerta, decía Cirlot, es una invitación a penetrar en el misterio, lo opuesto al muro, que sería lo masculino. Sus palabras no podían ser más aplicables a mi relación hasta entonces con «La puerta condenada».
Y pensé que llevaba toda la razón Cirlot cuando decía que las puertas eran umbral, tránsito, pero también parecían ligadas a la idea de casa, patria, mundos que abandonábamos para luego retornar".
También diserta sobre la obra de Cortázar, prefiriendo su faceta cuentística.
El autor en el cuarto, se sumerge en una extraña sucesión de hechos fantásticos.
La serie de hechos imprevistos parecen tratar de empujar al autor a la creación literaria:
"Después del fragmento «París» y de mi fulminante y a veces, sólo a veces, angustioso bloqueo como escritor, tuve la impresión indemostrable de que la gente había empezado a conjurarse para que viviera historias que, a la larga, exigieran de mí que fueran narradas y me devolvieran al «recto camino». Inicié una cierta resistencia a esto, pero me di cuenta de que, con resistencia o sin ella, vivía más para escribir, aunque no escribiera".
De manera circular, el libro se cierra en el París —París no se acaba nunca— querido de Vila-Matas, en el que desarrolló su etapa de formación literaria.
Enrique Vila-Matas sigue reinventándose de nuevo, sin perder la ilusión por su oficio con casi 75 años. Propone un juego literario en una voz narrativa plena de ambigüedad, donde el lector en ocasiones duda de si lo narrado pertenece al personaje ensayista ficticio o al propio autor del libro. Los límites entre no ficción y ficción, siempre son difíciles de determinar y, tal como defiende el escritor ante tanta reiteración de los medios por poner etiquetas y tildarle de autor de auto-ficción; en una cita del libro, que incluyo en la portada, sagazmente determina que todo es auto-ficción, porque proviene de uno mismo e incluso ficción, ya que las palabras modifican los hechos reales. Vila-Matas rescata a su "troupe" de escritores, músicos y artistas de referencia, además de incorporar nuevas voces. Es de remarcar cómo se adentra en el fantástico, reinterpretando uno de sus cuentos preferidos de Cortázar. Pero lo que más se aprecia en la narración, es que el escritor se ha divertido y nos divierte con un texto poblado de inteligente humor.

Entre las referencias musicales en el libro, incluye Vila-Matas a Marianne Faithfull. En la Página, incluyo la letra de la canción citada, y el formidable disco completo donde se encuentra contenida, para vuestra escucha:
Enlace: https://queridobartleby.es/e..
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Guille63
 17 March 2023
“Escribir es… reírse de las moscas de origen belga, es expulsar a la Tierra del Sistema Solar, es extraer algo de la nada, es hablar sin que nadie te interrumpa…”. Doctor Johnson.

No sé si Vila-Matas, ese señor que en más de una ocasión me ha firmado un ejemplar en la feria del libro de Madrid escudado siempre tras una mirada intimidatoria que me ha dejado sin poder articular palabra, ni siquiera una de disculpa que es lo que me pide el cuerpo por ser lo que parece que me exige su mirada, digo que no sé si le parecerá una indigna impertinencia darle un consejo para una futura posible crisis escritora como la que aquí nos cuenta: una novela sobre autores religiosos.

Por supuesto, Cortázar, que tanto protagonismo tiene en esta novela, sería uno de ellos, uno de los principales, pero Vila-Matas no le iría a la zaga y sería un magnífico adalid de esta conjura literaria, a él que tanto le gustan estas conjuras, además de su primer hagiógrafo.

Digo religioso, primero, por su obstinada búsqueda del Santo Grial, “el gran lenguaje olvidado, el perdido sendero”, que dice Vila-Matas que decía Thomas Wolfe, con el que crear un mundo autónomo en el que "la literatura quedaría establecida como un fin en sí mismo, es decir, sin Dios, sin justificación externa, sin ideología que la sustentara", que dice Vila-Matas que decía Mallarmé, un espacio sin espacio en el que fuera posible escribir "un libro sin atadura externa, que se mantuviese por sí mismo por la fuerza interna de su estilo, como la tierra sin ser sostenida se mantiene en el aire, un libro que casi no tuviera tema o al menos en el que el tema fuera casi invisible", como digo yo que decía Flaubert.

Pero también religioso porque, como todo buen devoto de algún Dios, toda su vida pasa por el tamiz del suyo, la literatura, y por la de sus santos, los escritores. Cada momento, cada pensamiento, cada sentimiento le dirige a una cita, a una anécdota literaria, a una vivencia de algún escritor, cuando no le sirve directamente como motivo de una lucubración literaria propia. Vila-Matas sueña con un mundo literario sin límites, en el que poder disfrutar de la autonomía absoluta de los «escritores franceses» que se permiten todo tipo de contradicciones. Un mundo fluido, como el que supone podría haber sido el de los Neandertales, en el que “del mismo modo que un árbol puede hablar, un hombre, siempre y cuando se den las circunstancias, puede transformarse en un animal y viceversa”. Un mundo permeable en el que las barreras mentales se difuminaran y poder vivir, sentir, imaginar la vida como lo hizo un Kafka, un Melville, un Walser, un Tristram Shandy, un Cortázar. Un mundo en el que poder vivir livianamente, como en un juego, y “cuyo sentido es ante todo el de responder a la pasión”, que dice Vila-Matas que decía George Bataille. Un mundo en el que ni siquiera sea necesario el lector y el mismo escritor se borrase de su propia escritura. Un mundo, en fin, en el que ya no sea inevitable escribir precisamente sobre aquello que impide escribir.

Porque Vila-Matas habla de literatura como si hablara de la vida. Para él, o para ese personaje que con alguna variación transita por todos sus libros y que bien pudiera (o no) ser él mismo, la literatura es la vida y la vida solo puede ser tal si es literaria.

La novela empieza con un primer capítulo dedicado a París (un primer capítulo de un futuro libro que queda definitivamente descartado) en el que elucubra sobre todos estos temas tan presentes en sus anteriores novelas y que disfruté muchísimo (qué pena de ese libro descartado) justo por eso, pero que también debió ser justo por eso que ese capítulo le provocó al personaje, que no olviden que puede ser (o no) el propio Vila-Matas, una crisis tal que no pudo escribir ni una sola línea durante tres años.

“… no había día en que no acabara constatando que somos demasiado parecidos a nosotros mismos, y el riesgo estriba precisamente en que acabemos pareciéndonos a nosotros mismos.”

Sin duda por ello, el resto del libro, dedicado a otras ciudades, Bogotá, Cascáis, Barcelona y, por supuesto Montevideo (con la genial excusa de la habitación protagonista del genial cuento de Cortázar, La puerta condenada, una historia que, de forma similar y casi simultánea, también escribiera Bioy Casares, algo muy propio del mundo anhelado por el autor), es distinto. No es que el viraje de registro le sea extraño al escritor, pero quizás sea un registro menos de mi gusto, o puede que entendiera menos su intención (aunque comparta con él el no entender como un atractivo más de una novela, y que de haber entendido siempre todo cuanto me decía, “a estas alturas tendríamos una amistad con un grado de intensidad más bajo”), o que me dificultó más que otras veces llegar a ser ese lector que, como su amiga Madeleine Moore requiere de los suyos, tenga una interpretación personalísima de la novela. Aunque, dado el unánime aplauso de la crítica, quizás no esté yo tan alejado de ese lector deseado por Moore tan aficionado a huir de la unanimidad.

Aun así, me he divertido mucho con sus anécdotas, el libro tiene posiblemente más humor de lo habitual, con su no-trama en la que nos habla del libro que no escribe y que justamente es el que acabamos leyendo. Me ha ilustrado y sugerido con sus lucubraciones, con sus citas, con sus críticas literarias…por todo ello, seguiré esperando una próxima novela (o, por su singularidad, debería decir novila) con las mismas ganas de siempre, la novela que “pueda cambiarme un poco, si no la vida, al menos la mañana”, la novela que puede que también lleve a la firma del autor y tener la suerte, esta vez, de que su mirada, si no complacida de volver a verme, me exprese algo así como “Está bien, por simpatía me resigno”, que dice Vila-Matas que decía Onetti.
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pasiondelalectura
 01 April 2023
Montevideo (2022), su ultimo libro, se sitúa en pleno en lo que el autor domina, un ensayo que navega entre ficción y autobiografía, un texto furiosamente metaliterario donde los procesos de lectura y de escritura son los ejes del libro. La portada lleva la reproducción de un cuadro del pintor intimista danés Vilhelm Hammershøi (Cuatro habitaciones) con una sucesión de piezas simbolizando quizás el pasaje fluido de un género literario al otro.

Montevideo es un texto circular que empieza y termina en Paris, terra grata al autor, pero también nos pasea por Cascais, Montevideo, Reikiavik y Bogotá.

Un autor en pana de escritura (o bloqueo) comienza el relato con su primera estadía en Paris, una estadía formadora dónde ejerció otros « talentos » que el del oficio de escritura. (Vaya sorpresa que me he llevado).

El texto es un vasto campo de metaliteratura donde el argentino Julio Cortázar ocupa un lugar preponderante. Entre muchos otros autores, Vila-Matas cita a Kafka, Melville, Thomas Wolfe, Elizabeth Hardwick, Laurence Sterne, Piglia, Raymond Roussel, Italo Calvino, etc, etc.

Fuera de la literatura, el narrador-ensayista barcelonés, nos cuenta algunas historias al límite de lo fantástico, como por ejemplo, su estadía en un hotel de Cascais donde se alojó en un cuarto vecino al del actor francés Jean-Pierre Léaud, un actor admirado de su generación, donde sufrirá probablemente alucinaciones auditivas.

En Montevideo querrá alojarse en un hotel que albergó justamente a Julio Cortázar, dónde habría escrito La puerta condenada de Final de juego. de manera interesante, Vila-Matas hará un acercamiento con otro cuento, esta vez de Bioy Casares, El mago inmortal o Un viaje. Ambos relatos fueron escritos casi en los mismos días y tienen tramas muy parecidas; además los narradores de Cortázar y de Bioy Casares tenían la misma profesión , viajaban a la misma ciudad de Montevideo y se alojaban en el mismo hotel sombrío y tranquilo y en ambos casos, enfrentándose con una puerta misteriosa.

El cuento de la puerta condenada se transformará en una verdadera obsesión en el libro de Vila-Matas, con una búsqueda febril de una puerta real o imaginaria, en todo caso fuertemente simbólica para el autor, simbólica de ambigüedad (como casi toda su literatura), una insistencia que recuerda Una habitación propia de Virginia Woolf (o el espacio necesario al escritor para crear), o la puerta escondida que necesita Enrique Vila-Matas para ir más alla de él mismo y de su bloqueo.

Destaco en el texto las cinco tendencias de la literatura que obsesionan a Vila-Matas: la de los que « no tienen nada que contar », la de los que « deliberadamente no narran nada », la de los que « no lo cuentan todo », la de los que « esperan que Dios algún día lo cuente todo, incluido por qué es tan imperfecto » y, finalmente, la de los que « se han rendido al poder de la tecnología que parece estar transcribiendo y registrándolo todo y, por tanto, convirtiendo en prescindible el oficio de escritor ». Este párrafo define finamente la posición del autor frente a su literatura.

Un libro de lectura juguetona entre el autor y el lector, lectura hecha de piruetas literarias. Por momentos puede resultar bastante jocoso, en otros un poco insistente, algo pesado.
Enlace: https://pasiondelalectura.wo..
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Las críticas de la prensa (3)
lanuevaespana12 October 2022
Una novela diseñada por la pulsión negativa y desplazada de un escritor que no existe, pero que es real, ausente de sí y en fuga constante, y por la búsqueda de 'una habitación propia'.
Leer la crítica en el sitio web: lanuevaespana
Laverdad04 October 2022
El barcelonés consigue crear un palimpsesto literario. Sobre una misma escena, acaecida en el cuarto de un hotel de Montevideo, se superponen las historias de Cortázar y Bioy Casares, que por el azar de los tiempos, ambientaron sus relatos en el mismo lugar.
Leer la crítica en el sitio web: Laverdad
elperiodico02 September 2022
Con Enrique Vila-Matas uno ya no sabe a qué atenerse. Y quizá esté ahí la condición de posibilidad de su literatura, solo eso, lo cual no es poco: una condición de posibilidad.
Leer la crítica en el sitio web: elperiodico
Citas y frases (14) Ver más Añadir cita
QueridobartlebyQueridobartleby30 January 2023
Para mí, París, en aquella primera estancia de dos años, fue sólo un lugar donde ejercí exclusivamente de vendedor de droga y, durante un breve periodo de tres meses que pasó volando, fui un consumidor habitual de ácido lisérgico, de LSD, lo que me hizo comprender que lo que llamamos «realidad» no es una ciencia exacta, sino más bien un pacto entre mucha gente, entre muchos conjurados que un día en tu ciudad natal, por ejemplo, deciden que la avenida Diagonal es un paseo con árboles cuando en realidad, si tomas tu ácido, puedes ver que es un zoológico atiborrado de fieras y de cotorras con vida propia, todas sueltas, algunas subidas a las copas de los árboles.
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Miguel2020Miguel202007 November 2022
Alguien que acababa de colocarse a mi lado, Samuel Branner, una autoridad mundial en el tema de la ambigüedad, me comentó: no hay como no ir nada borracho para acabar pareciéndolo.
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QueridobartlebyQueridobartleby31 January 2023
Después del fragmento «París» y de mi fulminante y a veces, sólo a veces, angustioso bloqueo como escritor, tuve la impresión indemostrable de que la gente había empezado a conjurarse para que viviera historias que, a la larga, exigieran de mí que fueran narradas y me devolvieran al «recto camino». Inicié una cierta resistencia a esto, pero me di cuenta de que, con resistencia o sin ella, vivía más para escribir, aunque no escribiera.
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pasiondelalecturapasiondelalectura13 March 2023
Todo aquello no podía resultar más sorprendente para mí, tal vez porque llevaba una larga temporada identificando al enigma de Montevideo con el del universo, del mismo modo que la ambigüedad se había convertido para mí en el rasgo más caracterÍstico del mundo en el que estamos.
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QueridobartlebyQueridobartleby31 January 2023
La puerta, decía Cirlot, es una invitación a penetrar en el misterio, lo opuesto al muro, que sería lo masculino. Sus palabras no podían ser más aplicables a mi relación hasta entonces con «La puerta condenada».
Y pensé que llevaba toda la razón Cirlot cuando decía que las puertas eran umbral, tránsito, pero también parecían ligadas a la idea de casa, patria, mundos que abandonábamos para luego retornar.
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Videos de Enrique Vila Matas (13) Ver másAñadir vídeo
Vidéo de Enrique Vila Matas
En este encuentro del Ciclo Palabra, el autor Enrique Vila-Matas conversa con la docente y especialista en el trabajo de Vila-Matas, Cristina Oñoro, sobre su obra y trayectoria literaria, especialmente de su última novela, Montevideo (Seix Barral).
Vila-Matas estuvo en nuestra Sala Club para presentar una ficción verdadera, un gran tratado sobre la ambigüedad del mundo como rasgo característico de nuestro tiempo, una novela en la que el mejor Vila-Matas encuentra la forma de nombrar nuevamente las cosas cuando todo parece ya dicho; hazaña tanto más admirable porque el núcleo central de su obra no es otro que la modernidad de la novela.
El escritor estuvo acompañado por Cristina Oñoro (Madrid, 1979), profesora titular de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad Complutense de Madrid, quien ha desarrollado su trabajo como profesora e investigadora en la Université de Strasbourg (Francia) y en el Real Colegio Complutense en Harvard.
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