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Crítica de IvanValenciaA


IvanValenciaA
03 November 2019
Decía Thomas Mann, a través del personaje principal de la muerte en Venecia, que los sentimientos y observaciones del hombre solitario suelen ser más confusos e intensos que los de hombres sociables, cuestiones simples que el contacto con otros, o el más mínimo detalle de la vida nos harían olvidar, se arraigan en el hombre solitario y se transforman en algo importante. Esta idea de Mann podría encontrarse en Exploradores del abismo, libro de relatos del escritor español Enrique Vila-Matas. Y es que los personajes de Vila-Matas son hombres y mujeres solitarios, con algunas excepciones, y aquellos que no son solitarios en el sentido del aislamiento lo son en tanto sus reflexiones y pensamientos no trascienden de su interioridad y allí echan raíces que penetran con violencia en sus conciencias. Los personajes de cada uno de los relatos parecieran compartir un elemento esencial, el mundo que les rodea pareciera ir sin sobresaltos especiales. Se nos presenta un mundo cotidiano con hombres y mujeres comunes que dejan de serlo en el espacio de sus conciencias donde transcurre toda la acción, donde, a través de sus reflexiones, se asoman al abismo, lo exploran, intentan compréndelo y descubrir su contenido si es que el abismo lo tiene.

Estos dieciocho relatos nos muestran que el abismo no está solo en los límites del ser humano, siendo la muerte el abismo esencial, sino que también está en lo cotidiano que no nos atrevemos a conocer. Estos relatos, sus personajes, deambulan por sus vidas conocidas hasta llegar al límite de ellas, más allá está el abismo. En este momento han dejado un punto firme en el mundo y se balancean en la cornisa, pero sin saltar. En el vértigo de la nueva visión aparecen las preguntas por el tiempo, por la vida y la muerte, por el humor, el amor y el arte, por la salud y la enfermedad, por el sentido, la pregunta por lo que sería la propia vida si experimentara lo desconocido y se eligiera el vacío. Esta última pregunta se la hace Andréi Petróvich Petrescov, personaje de uno de los relatos, que además se cuestiona por cómo el vacío podría sustituir la felicidad de una vida familiar. Y el lector puede preguntarse si el vacío sustituye algo o es la negación de todo.

Al final, Vila-Matas, hace una exquisita reflexión sobre el ocultamiento, el aislamiento y la soledad que pareciera serle común a todos aquellos que exploran el abismo. Ya he dicho que la soledad es un punto de partida para quienes serán exploradores. Pero en este caso la soledad se vuelve también condición vital. Y es que a veces explícitamente, otras implícitamente, se muestra que quien se ha asomado al abismo ya no puede dejar de verlo y experimentarlo, quien se mueve en la cornisa ya no puede regresar a un punto firme porque ha sido maravillado por el vértigo y en su condición ahora es también un extraño, caminos ambos que solo lo llevan a la soledad, al extrañamiento, al aislamiento.

A propósito, finalizando el libro dice el autor que: ¨Esconderse era el destino de todos esos amantes de la gloria solitaria, todos esos artistas que acabaron necesitando el aislamiento radical porque sabían que eso les aproximaba más al absurdo general de la existencia y a la soledad que tarde o temprano había de llegarles a la hora de la muerte. Solitarios de sí mismos y tenaces exploradores del vacío, todos ellos, un buen día, se fueron en dirección a un horizonte helado, «se fueron lejos para quedarse aquí», que diría Kafka (Pág. 283)¨
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