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Crítica de IvanValenciaA


IvanValenciaA
12 September 2019
Enrique Vila-Matas contaba en una entrevista que el sueño que motiva a Samuel Riba, el protagonista de la historia que nos cuenta Dublinesca, fue un sueño que tuvo mientras estaba hospitalizado gravemente enfermo. En su sueño estaba en Dublín, una ciudad que no conocía, borracho en la entrada de un pub, abrazado con su esposa; dice, además, que el sentimiento que experimentó en su sueño era un sentimiento de renacimiento. Este mismo sentimiento lo motivo tiempo después a ir a Irlanda, a celebrar el Bloomsday, a conocer un joven taciturno que le recordaba a Samuel Beckett, a reencontrarse con la vida que estuvo a punto de perder. Todos estos elementos hacen presencia en Dublinesca, desde el sueño hasta el joven taciturno que recuerda a Samuel Beckett, pero esta novela dista de ser una novela autobiográfica. Como ya nos tiene acostumbrados Vila-Matas, podemos decir que esta novela en efecto tiene algo de autobiografía, pero es, también, un cúmulo de experiencias que el escritor ha vivido, conocido e imaginado y que sintetiza magistralmente en sus personajes y las vidas que llevan. Como diríamos de muchas novelas donde aparecen algunos datos autobiográficos, es una novela de Vila-Matas, no sobre Vila-Matas.

El personaje principal de esta historia es un editor retirado, con problemas de salud que le han obligado a dejar el licor hace dos años, cuya vida se desarrolla monótonamente, y que ha ido aislándose del mundo desde que dejara su trabajo de editor al punto de que su esposa, y el mismo, lo reconoce como un hikikomori. Su rutina es sencilla, estar en su computadora hasta altas horas de la noche, dormir en el día y pensar excesivamente. Los miércoles va a visitar a sus padres, visitas que son incómodas y a veces silenciosas. Esta rutina la romperá Samuel por el sueño que tiene donde se ve en un pub de Dublín, ebrio, abrazado a su esposa. Después de algunas reflexiones decide irse a Dublín a celebrar el Bloomsday y a celebrar un extraño funeral por el fin de la era Gutemberg, pues como editor retirado piensa que es el último editor serio y que la tecnología ha terminado por desplazar al libro, al buen libro.

Esta novela tiene muchos elementos interesantes que no deben dejarse de lado. Primero vale la pena destacar la gran similitud que tiene esta novela con Dublineses de Joyce. Esta similitud hace parte del gran homenaje que se hace a Joyce en el libro, pues como se verá, esta novela está plagada de referencias a Joyce y al mundo Joyceano, tanto que al final podría decirse que Riba va construyendo con visión propia el mundo propuesto por el autor y esta construcción autónoma es desde la óptica del mundo de Joyce. Aunado a esto Samuel se ve a sí mismo, y a su vida, como un texto plagado de citas, referencias, poemas, una vida literaria, metafórica. Otro autor irlandés al que se le rinde homenaje, y cuyas ideas configuran en alguna medida la visión del mundo de Riba, es Samuel Beckett.

Por otra parte se encuentra una muy interesante reflexión acerca de la transición que experimentamos hace algunos años con la irrupción de la ¨era digital¨ y las consecuencias que esto trae sobre la tradición del libro. Vila-Matas como persona y Samuel Riba como personaje, parecen compartir su posición a este respecto, viven en una constante tensión entre proteger y permanecer apegados a la tradición, y un deseo ir a la par del desarrollo tecnológico junto con las posibilidades que este desarrollo puede traer para el mundo editorial y para la literatura misma. En esta tensión aparecen críticas y virtudes de uno y otro lado. Por ejemplo Riba hace en algún momento una suerte de taxonomía sobre los tipos de editores que quedan. Propone tres tipos de editores que fácilmente pueden cubrir a buena parte de los editores que hoy mueven los hilos del mundo editorial; en primer lugar habla de un editor que reivindica constantemente un discurso sobre la transición que vive el mundo editorial, hablando de una revolución propiciada por el lenguaje editorial, ocultando tras de su discurso una ¨falta de imaginación y talento¨ que le llevan a encumbrar narradores mediocres; un segundo editor se queda en la simple imitación de antiguos grandes editores pero cuyo talento no alcanza ni para una buena imitación. El tercer tipo de editor pretende ser una estrella y ven en los escritores los peones que soportarán su camino a la fama, pero sin ningún interés por la buena literatura.

Finalmente, hay un tema que es fundamental en la historia de Dublinesca, a saber, la crisis, la reflexión sobre lo apocalíptico. Vila-Matas logra abordar este tema con gran humor, haciendo notar que, por un lado, la idea de crisis y apocalipsis ha estado presente en cada generación de hombres que han existido y existirán, y por otro lado, que son ideas que no hay que tomarse muy enserio. Más bien hay que ver en estas ideas límites la posibilidad del nuevo conocimiento, del renacimiento del que se habló al inicio. En efecto Samuel Riba celebra un funeral por el fin de la era Gutenberg y quizá por el final de su vida, pero sin significar esto el fin de nada, sin implicar la muerte, es un punto de quiebre, un descolocarse que lo lleva a replantearse su existencia y a retomar por un sendero distinto al que recorría.
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