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ISBN : 8499088880
288 páginas
Editorial: Debolsillo (04/03/2011)

Calificación promedio : 3.88/5 (sobre 8 calificaciones)
Resumen:
El esperado regreso de Vila-Matas a la novela: un homenaje a la literatura en un tiempo de cambios. Samuel Riba, editor literario retirado, vencedor del alcoholismo y aprendiz de hikikomori, ha decidido abandonar su atrincheramiento barcelonés. En el ocaso de la era Gutenberg, cree que hallará el mensaje último de la cultura escrita pisando las calles de Dublín, celebrando el Bloomsday, visitando el centro secreto del Ulises de Joyce. Pero ha tenido un sueño pr... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (4) Añadir una crítica
IvanValenciaA
 12 September 2019
Enrique Vila-Matas contaba en una entrevista que el sueño que motiva a Samuel Riba, el protagonista de la historia que nos cuenta Dublinesca, fue un sueño que tuvo mientras estaba hospitalizado gravemente enfermo. En su sueño estaba en Dublín, una ciudad que no conocía, borracho en la entrada de un pub, abrazado con su esposa; dice, además, que el sentimiento que experimentó en su sueño era un sentimiento de renacimiento. Este mismo sentimiento lo motivo tiempo después a ir a Irlanda, a celebrar el Bloomsday, a conocer un joven taciturno que le recordaba a Samuel Beckett, a reencontrarse con la vida que estuvo a punto de perder. Todos estos elementos hacen presencia en Dublinesca, desde el sueño hasta el joven taciturno que recuerda a Samuel Beckett, pero esta novela dista de ser una novela autobiográfica. Como ya nos tiene acostumbrados Vila-Matas, podemos decir que esta novela en efecto tiene algo de autobiografía, pero es, también, un cúmulo de experiencias que el escritor ha vivido, conocido e imaginado y que sintetiza magistralmente en sus personajes y las vidas que llevan. Como diríamos de muchas novelas donde aparecen algunos datos autobiográficos, es una novela de Vila-Matas, no sobre Vila-Matas.

El personaje principal de esta historia es un editor retirado, con problemas de salud que le han obligado a dejar el licor hace dos años, cuya vida se desarrolla monótonamente, y que ha ido aislándose del mundo desde que dejara su trabajo de editor al punto de que su esposa, y el mismo, lo reconoce como un hikikomori. Su rutina es sencilla, estar en su computadora hasta altas horas de la noche, dormir en el día y pensar excesivamente. Los miércoles va a visitar a sus padres, visitas que son incómodas y a veces silenciosas. Esta rutina la romperá Samuel por el sueño que tiene donde se ve en un pub de Dublín, ebrio, abrazado a su esposa. Después de algunas reflexiones decide irse a Dublín a celebrar el Bloomsday y a celebrar un extraño funeral por el fin de la era Gutemberg, pues como editor retirado piensa que es el último editor serio y que la tecnología ha terminado por desplazar al libro, al buen libro.

Esta novela tiene muchos elementos interesantes que no deben dejarse de lado. Primero vale la pena destacar la gran similitud que tiene esta novela con Dublineses de Joyce. Esta similitud hace parte del gran homenaje que se hace a Joyce en el libro, pues como se verá, esta novela está plagada de referencias a Joyce y al mundo Joyceano, tanto que al final podría decirse que Riba va construyendo con visión propia el mundo propuesto por el autor y esta construcción autónoma es desde la óptica del mundo de Joyce. Aunado a esto Samuel se ve a sí mismo, y a su vida, como un texto plagado de citas, referencias, poemas, una vida literaria, metafórica. Otro autor irlandés al que se le rinde homenaje, y cuyas ideas configuran en alguna medida la visión del mundo de Riba, es Samuel Beckett.

Por otra parte se encuentra una muy interesante reflexión acerca de la transición que experimentamos hace algunos años con la irrupción de la ¨era digital¨ y las consecuencias que esto trae sobre la tradición del libro. Vila-Matas como persona y Samuel Riba como personaje, parecen compartir su posición a este respecto, viven en una constante tensión entre proteger y permanecer apegados a la tradición, y un deseo ir a la par del desarrollo tecnológico junto con las posibilidades que este desarrollo puede traer para el mundo editorial y para la literatura misma. En esta tensión aparecen críticas y virtudes de uno y otro lado. Por ejemplo Riba hace en algún momento una suerte de taxonomía sobre los tipos de editores que quedan. Propone tres tipos de editores que fácilmente pueden cubrir a buena parte de los editores que hoy mueven los hilos del mundo editorial; en primer lugar habla de un editor que reivindica constantemente un discurso sobre la transición que vive el mundo editorial, hablando de una revolución propiciada por el lenguaje editorial, ocultando tras de su discurso una ¨falta de imaginación y talento¨ que le llevan a encumbrar narradores mediocres; un segundo editor se queda en la simple imitación de antiguos grandes editores pero cuyo talento no alcanza ni para una buena imitación. El tercer tipo de editor pretende ser una estrella y ven en los escritores los peones que soportarán su camino a la fama, pero sin ningún interés por la buena literatura.

Finalmente, hay un tema que es fundamental en la historia de Dublinesca, a saber, la crisis, la reflexión sobre lo apocalíptico. Vila-Matas logra abordar este tema con gran humor, haciendo notar que, por un lado, la idea de crisis y apocalipsis ha estado presente en cada generación de hombres que han existido y existirán, y por otro lado, que son ideas que no hay que tomarse muy enserio. Más bien hay que ver en estas ideas límites la posibilidad del nuevo conocimiento, del renacimiento del que se habló al inicio. En efecto Samuel Riba celebra un funeral por el fin de la era Gutenberg y quizá por el final de su vida, pero sin significar esto el fin de nada, sin implicar la muerte, es un punto de quiebre, un descolocarse que lo lleva a replantearse su existencia y a retomar por un sendero distinto al que recorría.
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Guille63
 18 March 2023
Leer una nueva novela de Vila-Matas es como encontrarse con uno de esos amigos con los que da igual el tiempo que podamos llevar separados que la relación se renueva al instante en el momento exacto en el que la dejamos: un amigo un tanto esquivo, contradictorio, enigmático y hasta incomprensible en ocasiones. Aunque bien pudiera ser ese precisamente el secreto de su éxito conmigo, pues también podría yo decir algo parecido a eso que una vez le leí al propio autor: “siempre me funcionó una manera muy simple de averiguar si algo me gusta o no: me atrae lo que no entiendo; si lo entiendo, lo abandono corriendo.” No entender algo implica posibilidades que no terminan de fijarse y, puede que sea lo más importante, te obliga a involucrarte como parte activa y relevante del libro que se lee.

Otra vez he vuelto a encontrarme con una novela en la que es fácil perder el hilo o, mejor dicho, perderse entre los muchos hilos que este Vila-Matas-Spider (de la película de David Cronenberg) nos tiende en su búsqueda de lo extranjero, su necesidad de misterio, de entusiasmo, sobre este tiempo falto de genios y buenos lectores, sobre la literatura que le enamora y el futuro de “la novela” (de la que incluye en el libro toda una teoría en cinco puntos). Y junto a todo ello siempre hay un drama existencial, como este desastre, este espanto que es envejecer.

“Vejez, enfermedad, clima gris, silencio de siglos. Aburrimiento, lluvia, visillos que aíslan del exterior. Fantasmas tan familiares de la calle Aribau. No hay que buscarle paliativos al drama de sus padres y al suyo propio, envejecer es un desastre. Lo lógico sería que todos los que ven declinar sus vidas gritaran de espanto, no se resignaran a un futuro de mandíbula colgando y babeo irremediable, y aún menos a ese brutal despedazarse que es la muerte, porque morir es rasgarse en mil pedazos que empiezan a desperdigarse vertiginosamente para siempre, sin testigos."

Todo lo convierte en algo interesante, como debe hacer un buen escritor. Aquí se combinan, algo bastante habitual en él, significativas casualidades con intrigantes fantasmas o traviesas apariciones de gente que no te esperas, presencias que nos observan y que desaparecen en la niebla. Todo se mezcla en los libros de Vila-Matas en un tratamiento que no siempre puede ser recubierto con esa ironía que busca la levedad “como reacción al peso de vivir”, la levedad que en definitiva implica no tomarse en serio, hacerse ficción, esa gran solución que está tan cerca del fin perseguido, en este caso de forma muy seria, por ese budismo de su mujer y al que tanto teme el protagonista.

Y sin embargo, es muy consciente de que por mucho que lo intente nunca podrá mejorar lo…

“… ya dicho por tantos otros acerca de las grietas que separan las expectativas de la juventud y la realidad de la madurez. Lo ya dicho por tantos otros sobre la naturaleza ilusoria de nuestras elecciones, sobre la decepción que culmina la búsqueda de logros, sobre el presente como fragilidad y el futuro como dominio de la vejez y de la muerte.”

Son las grandes cuestiones que libro tras libro Vila-Matas indaga sin resolver: por qué hablar de lo que ya está todo hablado, por qué cuestionar lo que es imposible de conocer, por qué intentar atrapar lo que es inasible, cómo defenderse de lo irremediable, como bregar con “el pasado ya inalterable, el presente fugitivo, el inexistente futuro”. al final es el arte, la literatura en este caso, el que ofrece el gran paliativo de la vida (¿realmente?). Una literatura y unos autores que conforman la columna vertebral de cada uno de sus libros y que sustenta todo los demás con el fin de llegar a ser ese “escritor capaz realmente de soñar a pesar del mundo; de estructurar el mundo de manera diferente”.

Una literatura que siempre es para Vila-Matas tanto una forma de estar como una forma de ser y tanto su enfermedad como su cura, una forma de vivir permanentemente en la extrañeza, una forma de indagar en “esa gran verdad que cuentan las mentiras”. al fin de cuentas uno puede siempre pensar que quedan “miles de conexiones de luz por restablecer (con la palabra) en la gran oscuridad del mundo” o, lo que a lo mejor es lo mismo, “quizá tienen razón los días laborables”.
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Pollo
 28 October 2019
Soy un gran hincha de Joyce (a pesar de lo poco que lo he entendido) y no mucho de Vila Matas (quizás tampoco lo he entendido). Por eso, esta reseña, quizás no sea la más objetiva del mundo.El catalán tiene libros increíbles como París no se acaba nunca, El mal de Montano o Bartleby y compañía. Pero también tiene algunos sosos como Historia de la literatura portátil, Una casa para siempre o La asesina ilustrada. Este es un punto intermedio.Pro: Maneja muy bien las referencias joyceanas y el tema de la muerte de la literatura, el cual está bien integrado al tema del viaje y del cambio. Este libro puede ser visto como un buen palimpsesto de Ulises, así como ese es uno bueno de la Odisea.Contra: Samuel Riba es un protagonista bastante aburrido, su vida interior no es la de Leopold Bloom, y definitivamente una monótona budista como Celia no es una milf como Molly Bloom. Hay páginas y páginas de reflexiones que no van a ningún lado, de frases gratuitas y de pensamientos del editor hikikomori que es el centro de este libro y que están de más.Las frases repetitivas y siempre la figura del autor como otro (un ventrílocuo, un enfermo o un fantasma, como en este caso) son marcas registradas del autor que en este libro también se mantienen.
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pasiondelalectura
 26 March 2019
¿Cómo resumir un libro tan bueno, complejo y bien armado y con un buen argumento: Samuel Riba se retira tras 30 años como editor estando convencido que es el final de la literatura tradicional y el advenimiento de la era digitalizada. Prepara volver a Dublin en pos de Joyce para organizar el entierro de la vieja literatura.
El relato está enriquecido con pasarelas de toda índole lo que lo hace interesante: otros autores, música, cultura general, etc . Existe también mucho humor corrosivo.
Descubrimiento de la palabra japonesa HIKIKOMORI o sujeto que vive pegado toda la noche a Internet y duerme de día, desconectado del mundo (un zombi).
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Citas y frases (8) Ver más Añadir cita
IvanValenciaAIvanValenciaA11 September 2019
Oía el profundo rumor del mar de Irlanda y unas palabras que le decían que siempre sería mejor saberse despreciado por todos que estar en lo alto. Porque si uno se ha instalado en lo peor, en la cosa más baja y olvidada de la fortuna, siempre podrá tener aún esperanza y no vivirá con miedo. Ahora comprendía por qué había tenido que situarse a ras de suelo para lograr tener una cierta sensación de supervivencia. No importaba haber envejecido y haberse arruinado y estar en las últimas ya en todo, porque a fin de cuentas el drama le había servido para comprender por qué, dentro de tan conocida nulidad del hombre en general y de la no menos famosa nulidad de su paso por este mundo, existen en todos unos cuantos momentos privilegiados que hay que saber capturar. Y aquél había sido uno de ellos. Lo había, además, ya vivido en un sueño de emoción casi inigualable, hacía do años en un hospital. Aquel era uno de esos instantes preciosos por los que había seguramente luchado, sin saberlo, en los últimos meses.
Pág. 304.
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IvanValenciaAIvanValenciaA11 September 2019
Se considera tan lector como editor. Lo retiró de la edición básicamente la salud, pero le parece que en parte también el becerro de oro de la novela gótica, que forjó la estúpida leyenda del lector pasivo. Sueña con un día en el que la caída del hechizo del best-seller dé paso a la reaparición del lector con talento y se replanteen los términos del contrato moral entre autor y público. Sueña con un día en el que puedan respirar de nuevo los editores literarios, aquellos que se desviven por un lector activo, por un lector lo suficientemente abierto como para comprar un libro y permitir en su mente el dibujo de una conciencia radicalmente diferente a la suya propia. Cree que si se exige talento a un editor literario o a un escritor, debe exigírsele también al lector. Porque no hay que engañarse: el viaje de la lectura pasa muchas veces por terrenos difíciles que exigen capacidad de emoción inteligente, deseos de comprender al otro y acercarse a un lenguaje distinto al de nuestras tiranías cotidianas. Como dice Vilém Vok, no es tan sencillo sentir el mundo como lo sintió Kafka, un mundo en el que se niega el movimiento y resulta imposible siquiera ir de un poblado a otro. Las mismas habilidades que se necesitan para escribir se necesitan para leer. Los escritores fallan a los lectores, pero también ocurre al revés y los lectores les fallan a los escritores cuando solo buscan en éstos la confirmación de que el mundo es como lo ven ellos.
Pág. 71.
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IvanValenciaAIvanValenciaA12 September 2019
Después de todo, pensó, la religión no sirve para nada, pero el sueño en cambio es muy religioso, siempre será más religioso que todas las religiones, quizá porque cuando se duerme se está más cerca de Dios…
Pág. 284.
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SandragamaSandragama25 June 2023
Tiene una notable tendencia a leer su vida como un texto literario, a interpretarla con las deformaciones propias del lector empedernido que ha sido durante tantos años.
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IvanValenciaAIvanValenciaA11 September 2019
Soy un hombre apagado, piensa. Pero sería peor que a alguien le diera por encender las lámparas de mi existencia. Nada bueno sería que sucediera cualquier cosa y todo esto se animara y la casa se convirtiera en un exaltado barracón de feria y yo pasara a ser el centro de una vibrante novela. Y sin embargo es como si lo viera venir. Ocurrirá pronto algo, estoy seguro. De golpe, alguien vendrá a interrumpir mi vida monótona de viejo que camina descalzo por su casa, sin encender la luz, y se queda a ratos quieto, apoyado en algún mueble a oscuras mientras escucha las carreras de los ratones. Pasará algo, estoy seguro, mi vida conocerá un vuelco y mi vida será una novela eléctrica. Si eso ocurre, será horrible. No creo que me guste que me separen del encanto inigualable de mi vida corriente.
Pág. 69.
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Vidéo de Enrique Vila Matas
En este encuentro del Ciclo Palabra, el autor Enrique Vila-Matas conversa con la docente y especialista en el trabajo de Vila-Matas, Cristina Oñoro, sobre su obra y trayectoria literaria, especialmente de su última novela, Montevideo (Seix Barral).
Vila-Matas estuvo en nuestra Sala Club para presentar una ficción verdadera, un gran tratado sobre la ambigüedad del mundo como rasgo característico de nuestro tiempo, una novela en la que el mejor Vila-Matas encuentra la forma de nombrar nuevamente las cosas cuando todo parece ya dicho; hazaña tanto más admirable porque el núcleo central de su obra no es otro que la modernidad de la novela.
El escritor estuvo acompañado por Cristina Oñoro (Madrid, 1979), profesora titular de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad Complutense de Madrid, quien ha desarrollado su trabajo como profesora e investigadora en la Université de Strasbourg (Francia) y en el Real Colegio Complutense en Harvard.
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