Imposible pintar mi desesperación. No hay palabras en ningún idioma del mundo para expresar mis sentimientos. Me hallaba en terrado vivo, con la perspectiva de morir de hambre y de sed.
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Imposible pintar mi desesperación. No hay palabras en ningún idioma del mundo para expresar mis sentimientos. Me hallaba en terrado vivo, con la perspectiva de morir de hambre y de sed.
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Su mutismo aumentaba de un día en otro, y hasta creo que nos contagiaba a nosotros. Los objetos exteriores ejercen una acción real sobre el cerebro. El que se encierra entre cuatro paredes acaba por perder la facultad de asociar las ideas y las palabras. ¡Cuántos presos encerrados en estrechos calabozos se han vuelto imbéciles o locos por la imposibilidad de ejercitar las facultades mentales!
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-¡Vamos! -exclamó mi tío-, si te asustas tan pronto, ¿qué de jas para más tarde? Aún no hemos penetrado ni una pulgada si quiera en las entrañas de la tierra.
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-¡Oh! señor Lidenbrock, esos libros andan recorriendo constante mente el país. ¡En nuestra pobre isla de hielo existe una gran afi ción al estudio! No hay pescador ni labriego que no sepa leer, y todos leen. Opinamos que los libros, en vez de apolillarse tras una verja de hierro, lejos de las miradas de los curiosos, han sido escri tos e impresos para que los lea todo el mundo. Por eso, los de nues tra biblioteca van corriendo de mano en mano, son leídos una y cien veces, y tardan con frecuencia uno o dos años en regresar a sus respectivos estantes.
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Permanecía inmóvil y con los brazos cruzados ante los múltiples gestos de mi tío; para negar, movía la cabeza de izquierda a derecha, y para afirmar, la inclinaba; apenas se movía; era la economía del movimiento llevada hasta la avaricia.
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Jamás soledad alguna fue semejante a la mía: nunca hubo abandono tan completo.
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Es perfectamente conocido que el calor aumenta aproximadamente un grado por cada sesenta pies de profundidad bajo la superficie del globo. Por lo tanto, admitiendo esta proporcionalidad constante y dado que el radio terrestre tiene mil quinientas leguas, en el centro existe una temperatura que sobrepasa los doscientos mil grados.
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Por grandes que sean las maravillas de la naturaleza,siempre hay razones físicas que pueden explicarlas
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No hay nada que embriague tanto como la atracción del abismo.
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Mientras el corazón late, mientras el cuerpo y alma siguen juntos, no puedo admitir que cualquier criatura dotada de voluntad tiene necesidad de perder la esperanza en la vida.
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Julio Verne fue un escritor, poeta y dramaturgo...