La vuelta al mundo en ochenta días

Fue inevitable comenzar este libro sin acordarme de la serie de dibujos que veía de niña. Recuerdo perfectamente el aspecto del león Willy Fog y su mayordomo, el gato Rigodón, pero las abundantes y detalladas descripciones del libro ayudaron a desterrar rápidamente los dibujos de la vuelta al mundo de Willy Fog.

Phileas Fogg es un caballero inglés de la cabeza a los pies. Tan educado y elegante como obsesionado por controlar el tiempo. Es evidente que tiene un trastorno obsesivo compulsivo con los números y el tiempo. Por el contrario, Passepartour es un joven agradable y extrovertido que se deja dominar por sus emociones muy fácilmente, metiéndose en toda clase de embrollos.

La mayor parte del libro es muy entretenido y ameno. Me gustó mucho el rescate en elefante en la India y el asalto al tren en Estados Unidos, ¡es una escena digna de una película de acción! Durante todo el libro estuve pendiente del famoso viaje en globo, pero lo cierto es que jamás tiene lugar. En cierto momento de apuro, sí que le pasa por la cabeza al señor Fogg viajar en globo, pero rápidamente descarta esa idea por ser ridícula.
Por supuesto el final es harto conocido, pero no por ello menos disfrutable. Las últimas páginas apuntaban a un final agridulce, pero el autor le da una vuelta de tuerca para mostrar el desenlace feliz que todos deseamos.

Es evidente que el autor se ha documentado bien sobre cada parada en el viaje del señor Fogg. Las descripciones de las ciudades, sus habitantes y las costumbres son muy detalladas. Sin duda aprendes mucho de geografía. Como siempre, en esta edición hay algunas faltas de ortografía y confusión con las fechas y horas del viaje, pero nada que entorpezca la lectura.

Empecé La vuelta al mundo en 80 días sin ninguna expectativa, ¡y he disfrutado mucho del libro!

Saludos ;)