La vuelta al mundo en ochenta días

—[...] ¿Sabe que con las señas que ha recibido, ese ladrón se parece absolutamente a un hombre de bien?
—Señor cónsul, [...] los grandes ladrones se parecen siempre a los hombres honrados.

La Tierra es más pequeña, puesto que puede ser recorrida diez veces más rápido que hace cien años.

¿Qué beneficios le había reportado el viaje? Nada, me dirán. Nada, quizá, a no ser una encantadora mujer que, aunque parezca mentira, le hizo el más feliz de los mortales. Verdaderamente, ¿no daría cualquiera, por menos que eso, la vuelta al mundo?

No hay un solo corazón con quien desahogarme estás pesadumbres; sin embargo, se dice que la miseria, entre dos es soportable.

[...] si tenemos en cuenta la conocida temeridad de los americanos, hay que reconocer que, cuando se muestran prudentes, sería una locura no serlo.

[...] su ancha faz resplandeció como el sol en el cénit de las regiones tropicales.

No obstante, sus grandes ojos se posaron sobre los del señor Fogg, sus grandes ojos "limpios como los lagos sagrados del Himalaya". Pero el intratable Fogg, más estirado que nunca, no pareció ser un hombre dispuesto a lanzarse a aquel lago.

Ahora comprendo que no es tan inútil viajar si se quiere conocer cosas nuevas.

¿Y por qué no había de suceder? Cosas más extraordinarias se han visto.

Pues que en el hombre, así como en los animales, los miembros mismos son órganos expresivos de las pasiones.