No abras los ojos

La novela comienza un año después de haber conseguido arrestar al asesino de los números y David Gurney se pregunta si no tomó la decisión equivocada al abandonar el cuerpo de Policía de Nueva York cuando se le presenta otro caso que no puede dejar escapar.

En esta ocasión, es el detective Jack el que se presenta en su casa para pedirle ayuda en un caso sobre el que están trabajando. Hace unos meses, una novia fue asesinada brutalmente durante el banquete de su boda y las circunstancias en que se produjo el crimen apuntan a que el asesino es el jardinero, sin embargo, tanto él como una de las vecinas de la novia han desaparecido, no encuentran pruebas concluyentes en el lugar del crimen, no saben por dónde seguir la investigación y la familia de la víctima pide justicia.

Gurney sabe que si acepta el caso su mujer no dejará de reprochárselo, pero es un hombre cuya vida ha estado dedicada a la investigación y por mucho que quiera no consigue alejarse de la profesión.

En general es un libro fácil de leer y las descripciones tanto de personajes como de escenarios son claras, breves y concisas. Perfectas para conseguir conectar con la historia y los protagonistas. Hay algunos puntos en común con la primera parte, como pueden ser los asesinatos en serie y las poesías que escribe el asesino en relación con los crímenes, que permiten meterte en su piel y en su cabeza.

En cambio en esta ocasión, Verdon se atreve a tratar un tema tabú y bastante delicado como es el abuso sexual a menores. Nos introduce un poco en este tema tan peliagudo aunque sin extenderse ni profundizar demasiado. Sin embargo consigue que te pares a pensar por un momento en las razones por las que una persona puede llegar a cometer este delito y qué es lo que se pasa por la cabeza en ese momento.