Cuando los investigadores buscaban los móviles de un asesinato, solían decantarse por uno de los cuatro principales: codicia, poder, lujuria, envidia. Uno de ellos, o más de uno, estaba casi siempre presente. Pero había un quinto móvil que Gurney había llegado a la conclusión de que era el más poderoso de todos. El odio. El odio puro, rabioso, monomaníaco.
|