Era como si tuvieran un hilo que tirará de ellos y los obligara a encontrarse todo el tiempo aunque no quisieran.
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Era como si tuvieran un hilo que tirará de ellos y los obligara a encontrarse todo el tiempo aunque no quisieran.
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Si solo había un uno por ciento de posibilidades, él sería ese uno.
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[...] si alguien te tirara a los lobos regresarías siendo la líder de la manada.
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El final de Aidan era el principio de ella. Como cuando era pequeña volvía a estar sola, abandonada en una playa llena de trastos que alguien había perdido. Triste. Sola. Perdida. Y con el corazón roto. |
Emil lo sabía, lo supo desde el primer instante en el que Aidan cayó del grifo y sus miradas se cruzaron, la playa no era para él, solo era un lugar donde encontrarse.
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Te prometo que este no es nuestro final.
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Eres tan especial, Emil, que si alguien te tirara a los lobos regresarías siendo la líder de la manada.
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―Lo que siento por ti, no se puede describir con un simple: me gustas. Me robas la razón y cuando creo que no puedes superarte, vas y… me vuelves a sorprender.
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Aidan era para ella el peor de sus desvelos, el motivo por el que su corazón se sacudía con fuertes espasmos y hacía que sintiera todas sus emociones al límite. A ratos lo odiaba, a ratos lo comprendía, a ratos, a ratos...
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Así fue también cómo descubrieron que el silencio era una forma de comunicarse tan válida como cualquier otra, pero con la que ambos se sentían cómodos y con la que evitaban discusiones de las que siempre terminaban arrepintiéndose.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?