Diarios de guerra

Primero quiero destacar las ilustraciones tan geniales que tiene esta novela gráfica, ¡me encantan! A parte, la edición es genial con una ilustración a color, interior en blanco y negro y tapa dura. Los personajes tienen una apariencia muy adorable con esos cabezones y los mini cuerpecitos pero la historia que cuentan las viñetas no es ni adorable ni bonita.
Se lee muy rápido, no tiene mucho texto, pero el que tiene impacta y te mete de lleno en la situación. La historia se cuenta desde distintas perspectivas de la guerra de Afghanistan de 2012. Podemos ver a través de los ojos de un soldado despiadado que pasó por muchas cosas en su vida hasta que aceptó su destino y empezó a disfrutar la situación; un periodista que se ve envuelto en todo aquello por amor a su trabajo pero que no juzga a ningún bando y solo está ahí para documentar los hechos, para enseñar al mundo lo que nadie quiere ver; una niña pequeña e inocente que vive con su familia en mitad de aquel horror y que sueña con una vida mejor; y, por último, otro soldado que está harto de toda la guerra e intenta hacer lo mejor que puede para salvarlos a todos. Sus vidas están conectadas por la guerra pero Erinque V. Vegas consiguió plasmar en poco, todas las caras de la misma desde el interior.
Son historias que nadie quiere contar para gente que no las quiere escuchar porque es mejor girar la cabeza e ingorar lo que pasa alrededor del mundo mientras no nos afecte personalmente. Es una opinión generalizada y no pretendo ofender a nadie con esta frase pero me parece triste que en la mayoría de las ocasiones es lo que pasa en realidad.
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Si algo caracteriza al trabajo del historietista Enrique V. Vegas son las parodias que realiza sobre películas y superhéroes célebres protagonizadas todas ellas por unos personajes achaparrados y macrocéfalos.

En Diarios de guerra deja de lado el humor, pero no sus característicos personajes, para hablar de una forma muy concisa y estremecedora sobre el conflicto armado de Afganistán a través de los ojos de un mercenario, un corresponsal de guerra, un soldado norteamericano y una niña afgana.

Con un dibujo exento de color, a golpe de viñeta, enfocando la cámara en la diana, sin diálogos, únicamente breves pensamientos de la visión (subjetiva) de cada uno de los protagonistas, consigue estremecernos, generar una atmósfera impactante y cerrar la historia cortando la respiración.

El autor, sin duda, tiene una gran capacidad de síntesis para un tema tan amplio, tan crudo y para dejar al lector meditabundo.

Esta novela gráfica nos muestra con dureza las guerras de Afganistán vistas desde 4 personas diferentes: un mercenario, un soldado norteamericano, un niña afgana y un corresponsal de guerra. ⁣
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Con cada personaje, se representa una pequeña historia y el horror que viven con una guerra que no es buena para nadie. No hay humor esta vez, aunque sí se trata con ironía partes para, en mi opinión, concienciar a la gente con las guerras. Con este libro, Enrique nos muestra su lado más humano y más brutal, y no tanto el humor al que nos tiene acostumbrados.⁣
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Las viñetas son crudas pero están perfectamente ilustradas, un libro que remueve conciencias sobre lo que provoca una guerra en la que todos sufren. Muchas veces, lo vemos como algo lejano que no nos ocurre a nosotros y este libro nos acerca más a un conflicto que año tras año se cobra nuevas víctimas

Las ilustraciones tanto de la portada como del interior te dan, a primera vista, una imagen de algo sencillo y no muy profundo. Error.
Una vez que empiezas a leer te sumerges en esa atmósfera de tristeza y melancolía que consigue transmitir el texto. No es demasiado, pero sí el suficiente para dejarte llevar por una historia de esas que se quedan contigo. Cuando terminas, te das cuenta de que las ilustraciones en blanco y negro del interior ayudan a transmitir esa sensación de melancolía, de vacío. Por lo que te das cuenta de que la primera impresión que te llevas al ver el libro es equivocada.