ElPais08 July 2019
Thorstein Veblen, un autor genial de vida complicada, ha pasado a la historia por una sola obra. Su Teoría de la clase ociosa es uno de esos raros textos que nos convencen de la existencia de una inteligencia extrema que podría haber discurrido oculta. Ese libro es un tesoro. Avanza una plantilla general de la que podemos sacar muchas más conclusiones de las que allí constan. Desata nuestra capacidad reflexiva como la buena sociología sabe hacer. Contiene un nuevo concepto fundamental: “Consumo conspicuo”. Ahí va: Las clases verdaderamente ricas trabajan endemoniadamente para mantener su obligación de ocio. Han adquirido la fatal obligación de gastar en un tipo de bienes que sólo ellas pueden llegar a adquirir. Su consumo no es ni puede ser el de las gentes del común. Entran en una carrera desesperada de emulación con su propio círculo a la caza y captura de objetos de disfrute especialísimos.
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La guerra del fin...