Una última luna – Antología mitológica

La diversidad
Una de las cosas que más destaca de esta antología es la gran diversidad de mitologías que aparecen en la selección de los relatos escogidos por la editorial. Encontraremos, por supuesto, la mitología nórdica, como gran cultura en alza ahora mismo; la egipcia, de las antiguas en la que más se indaga últimamente; y descubriremos mitologías que por una u otra razón no son más ajenas: inuit, japonesa, eslava y la vasca.
Todas ellas están tratadas por sus respectivos autores al mínimo detalle, ya que han llevado a cabo una documentación exhaustiva de aquellos personajes y mitos que nos daban a conocer, y se nota muchísimo en el relato. Además, gracias a la editorial, hemos podido comentar su obra con ellos y ha sido un placer que nos enseñaran todo lo que habían utilizado.
Un tono general
Cuando analizamos una antología, es muy difícil hablar de ella de manera general, ya que, si el hilo conductor es solo temático, las historias se pueden diferenciar mucho entre sí. Sin embargo, y me ha resultado una experiencia fenomenal, en este caso sí que podemos ver una idea o un estilo que la editorial ha buscado y que ha surtido efecto.
Todos los relatos no mostrarán una prosa muy pulida, donde la palabra y el gesto tienen una gran relevancia. Encontraremos relatos más de corte poético, como «En el hielo» de Maeva Nieto; otros con algún toque de humor, como «Dioses olvidados» de Mercé Homar Mas; y otros con gran crudeza, como «Bosque y vida» de Isabel Pedrero. Sin embargo, a pesar de estos diferentes estilos, encontraremos en todos esa delicadeza en la narración del relato, donde lo sutil y lo simbólico destacan.
En este sentido, no solo cabe felicitar a la editorial, sino a cada uno de los autores que han realizado unos relatos que nos enganchan por la propia historia, muy muy bien escritos y muy trabajados. Enhorabuena y gracias por vuestro trabajo.
Descubriendo gusto
Lo bueno que tiene una antología es que hay relatos para todos los gustos. En mi caso, salgo contenta de ella, ya que no ha habido ningún relato que no me haya gustado, más o menos, todos me han hecho disfrutar de su lectura y muchos de ellos me han invitado a indagar más. Eso sí, no podía evitarlo y tengo mis favoritos:
«En el hielo» de Maeva Nieto. Ambientado en la mitología inuit, en ella encontraremos a Anori un muchacho que está al servicio de Tulmaq. Ambientado en un mundo completamente frío, la autora consigue a través del paisaje transmitir al lector las sensaciones del protagonista. El desconcierto y la soledad imperarán en toda la narración, llevando la tensión a una apoteosis que te deja con el corazón en un puño.
«Bosque y vida» de Isabel Pedrero. Centrado en una figura de la mitología eslava y mezclado con cierto encanto de cuento popular es uno de los relatos que nos ofrece una enseñanza final. Lo mejor es que esa mezcla no se edulcora con fantasía, sino que la crueldad y la crudeza aparecen sin ningún tipo de pudor, cosa que se disfruta en gran medida.
He destacado estos dos porque me han llamado mucho la atención por mi desconocimiento de las mitologías que se trataban, pero habría que destacar muchos más. Las relecturas y rescrituras de las mitologías que conocemos, como sucede en «Amduat» de Raquel Aysa Martínez y «Dioses olvidados» de Mercé Homar Mas, son originales y nos ofrecen un aire fresco.
Un sí rotundo
Sin duda, recomiendo la antología, es un conjunto completo diverso y muy bien escrito. Conoceremos diferentes mitologías, renovaremos las que ya conocemos y disfrutaremos de una lectura rápida, adictiva y que nos enriquece. Espero que os animéis con ella.


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En esta antología podéis disfrutar de mitología céltica, griega, nórdica, egipcia, japonesa… Y otras mitologías no tan conocidas. Con unas premisas de los más originales. Quitando dos relatos que no me han terminado de convencer, el resto ha sido un placer leerlo. He descubierto autores que no conocía y que a partir de ahora no voy a perder el ojo, como Sara Cruces, Raquel Aysa o J. D. Martín. Y he leído a autores que ya conocía, pero que me han vuelto a demostrar que es un placer leer, como Mercè Homar, Celia Añó, Maeva Nieto o Isabel Pedrero.
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