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No soy partidaria de esa Navidad anticipada que el consumismo nos impone, pero lo cierto es que el Adviento está a la vuelta de la esquina y es precisamente por eso que este rincón se tiñe hoy de blanco. Dentro de dos semanas comienza la cuenta atrás y podemos convertirla en algo divertido, mágico y, en cierto modo, instructivo. Nunca me había encontrado con un calendario de Adviento que me hiciera especialmente gracia. Los supermercados están repletos de aquellos cuyo único atractivo es abrir una ventana cada día y toparse con una figura de chocolate, las jugueterías de algunos que esconden muñequitos y sus accesorios... Y sí, alguna vez me he planteado poner mi imaginación en marcha y, valiéndome de ese nido de ideas que es Youtube, elaborar el mío propio adecuándolo a lo que quiero para mis hijos en estas fechas pero el tiempo libre manda. Entonces este año llega SM y me enamora completamente. Me conquista con veinticuatro regalos para mis hijos en forma de cuentos con moraleja, poemas y canciones, todos ellos repletos de espíritu navideño pero del de verdad, del que saca lo mejor de nosotros. Sí, sé que es triste que esos valores afloren solo una vez al año pero... ¡qué queréis que os diga!, nunca viene mal un baño de buenos propósitos, una reflexión profunda sobre lo que es importante, un reconocimiento de aquello que tanto valor tiene en nuestra vida y que olvidamos el resto del año. No, nunca viene mal, y es preferible que suceda una vez al año a que no suceda nunca. Mi libro del Adviento nos permitirá compartir con nuestros hijos del 1 al 24 de diciembre, a razón de uno o una por día, bonitas historias con mensaje, poemas típicos y canciones tradicionales. Pero no solo eso, además, podrán ir visualizando esa cuenta atrás gracias a un árbol de Navidad de cartulina que incluye y en el que cada día los niños colocarán un nuevo adorno, adorno que deberán encontrar entre las ilustraciones que acompañan a la narración del día. Ilustraciones preciosas por su dulzura y estilo adecuado a la temática que atañe al libro. Ahí lo tengo, escondido hasta el día 1 de diciembre porque estoy completamente segura que de verlo antes, mis hijos serían incapaces de aguantar las ganas de descubrir lo que esconde y montar este árbol tan especial. Yo he hecho trampa y ya me he sumergido en lo que ofrece, pero sé que me perdonaréis porque era la única forma de poder enseñároslo a tiempo de que vosotros también podáis disfrutar de él esta Navidad. |
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