La nostalgia es una cobardía
|
La nostalgia es una cobardía
|
...quien quiera salvarse de e ir a Canudos., pues el mu do ha caído en manos del Anticristo. ¿Sabéis a quién llaman el Anticristo los Yagunzos?. A la República
|
En Canudos, hombres humildes e inexperimentados están, a fuerza de instinto e imaginación, llevando a la práctica muchas de las cosas que los revolucionarios europeos sabemos necesarias para implantación justicia en la tierra.
|
Con el pretexto de rechazar la ley de matrimonio civil, la gente de Canudos ha aprendido a unirse y desunirse libremente, siempre que hombres y mujeres estén de acuerdo en hacerlo, y despreocuparse de la paternidad de los vientres preñados, pues su guía les ha enseñado que todos los seres son legítimos por el simple hecho de nacer. ¿No hay algo que os suene familiar? ¿No es como si se materializara allí ciertas ideas de la revolución? El amor libre, la libre paternidad, la desaparición de la infame frontera entre hijos legítimos e ilegítimos, la convicción de que el hombre no hereda la dignidad ni la indignidad
|
Honor, venganza, esa religión rigurosa, esos códigos de conducta puntuales. ¿Cómo explicar su existencia aquí, en el fin del mundo, entre las personas que no poseían nada más que los trapos y los piojos que tenían sobre ellos?
|
En lugar de hablar de justicia e injusticia, libertad y opresión, sociedad sin clases y sociedad de clases, hablaron en términos de Dios y el diablo.
|
La nostalgia es cobardía
|
Es más fácil imaginar la muerte de una persona que la de cien o mil... Multiplicado, el sufrimiento se vuelve abstracto. No es fácil conmoverse por cosas abstractas.
|
El hombre era alto y tan flaco que parecía siempre de perfil. Su piel era oscura, sus huesos prominentes y sus ojos ardían con fuego perpetuo. Calzaba sandalias de pastor y la túnica morada que le caía sobre el cuerpo recordaba el hábito de esos misioneros que, de cuando en cuando, visitaban los pueblos del sertón bautizando muchedumbres de niños y casando a las parejas amancebadas. Era imposible saber su edad, su procedencia, su historia, pero algo había en su facha tranquila, en sus costumbres frugales, en su imperturbable seriedad que, aun antes de que diera consejos, atraía a las gentes.
|
No llores, muchacha -le dijo el caboclo-. ¿No sabes? Los muertos van a resucitar. ¿No has oído? Existe la resurrección de la carne.
|
Como agua para chocolate