La ciudad y los perros

Esta novela, escrita en 1963, es la primera del autor perteneciente al Boom latinoamericano. En ella narra las aventuras y desventuras de un grupo de alumnos adolescentes del colegio militar “Leoncio Prado”, institución a la que el autor asistió. Lamento decepcionarlos si esperaban una obra que tenga que ver con animales. Aunque las peripecias que atraviesan en el colegio tienen un grado de violencia y son tan crueles y brutales que describen la animalidad del ser humano en su faceta más vil. Temas como la lealtad, la traición, el régimen militar, la corrupción en la fuerza, el racismo, la amistad y el amor son tratados con una prosa magnífica.
El libro es una novela coral dividida en dos partes. Como tiene saltos temporales y de narrador no es muy fácil de leer. La primera parte es bastante tediosa pero la segunda parte te hace no querer soltar el libro y como un gran engranaje todo se empieza a relacionar y ves como el libro comienza a andar solo.
Algunas curiosidades de la obra:
• La novela se llamó “La morada del héroe”, en referencia al Colegio Militar y su “héroe”, Leoncio Prado. Luego pasó a llamarse “Los impostores”, con el que ganó el Premio Biblioteca Breve, en 1962. El crítico José Miguel Oviedo cuenta que Vargas Llosa no estaba contento con el nombre. Es Oviedo el que le sugiere el nombre actual de la obra.
• Ninguna editorial aceptaba su novela hasta que decidió mandarla a “Seix Barral”, una pequeña editorial en ese entonces.
• “La ciudad y los perros” es uno de los pocos libros de Vargas Llosa que no tiene dedicatoria.
• En 1964, el fundador del Colegio Militar Leoncio Prado, general Marín, anunció que enjuiciaría a Mario Vargas Llosa, a quien calificó de “comunista” y “morboso”. La Sociedad Peruana de Escritores consideró este anuncio como “un peligroso brote de inquisición”. El colegio tuvo una enemistad eterna con el escritor pero en marzo del 2011 le hicieron un homenaje que selló las bases de una reconciliación.

Debería decir que esta novela no me gustó. Porque es violenta, porque es racista, porque es machista, porque los personajes son un asco, víctimas y victimarios de las circunstancias, porque los odié y etcétera. Y sí, he pensado en eso unas cuantas veces, pero la novela, independientemente de su temática, fue más fuerte que yo: La ciudad y los perros me encantó. No podía dejar de leer. Ni siquiera las perspectivas alternativas y la narración fluida y apretada pudieron hacer que abandonara el libro (de hecho, hicieron que me gustara más).

La historia arranca en el momento en que un grupo de alumnos del Colegio Militar Leoncio Prado planea robar un examen. Esto trae consecuencias que van a desatar toda la novela hasta que termina y eso me sorprendió: de una travesura se desprenden hechos y así se van articulando las vidas de los personajes (el Jaguar, Cava, Boa, Alberto, el Esclavo y demás), ya que la novela no se centra sólo en la estadía de estos durante el período escolar. de esta forma, el lector se irá enterando en medio del camino de los motivos de la elección de esa educación, de las cargas de los alumnos, de las expectativas, de las frustraciones. Pero también están los episodios en los que los jóvenes se rebelan ante la dura disciplina del colegio, que intenta hacerles adoptar a la fuerza una postura incómoda (o no tanto, porque a algunos les sale bien): hombres serios, derechos, bien machos, fieles a la patria. Todos están estrictamente vigilados por las autoridades del colegio, que imponen castigos y humillan a los alumnos cuando se les da la gana, pero que también se maltratan entre sí. El problema está en que esa presión que ejercen encuentra una escapatoria, porque los chicos rompen las reglas igual (fuman, toman alcohol, pelean).

Hay escenas revulsivas que esperaba desde el momento en que leí que era un internado de varones, porque ya me había topado con una novela con una temática parecida y no pude evitar compararlas. Esta es mucho peor, vale aclarar. En el plano de lo sexual se puede esperar cualquier cosa, pero lo que me pareció “nuevo” (por llamarlo de alguna manera) fue el brutal trato que se tenían los jóvenes durante la convivencia. Sin embargo, aquí no hay ovejas blancas: la violencia es cíclica, el daño se recibe y luego se distribuye a otro, sin miramientos. La rabia no es sólo física, sino que también es verbal (en la novela se insultan muchísimo usando las divisiones regionales y las cuestiones de hombría, por ejemplo). Ni siquiera Alberto, el que engaña con su apodo de “Poeta” y parece ser medianamente reflexivo, se salva. Y, sin embargo, ninguno tiene la culpa.

Llega un punto en donde la novela da un giro y ya no se puede adivinar el futuro. Nunca supe qué iba a pasar, porque Vargas Llosa se vale de los cambios de perspectivas y produce un engaño que funciona (o que funcionó conmigo, al menos). Uno arma su teoría, pero sólo en el final comprueba si era acertada o no. El estilo parece sencillo, no hay términos rebuscados. La única dificultad para los lectores distraídos viene de la mano de la narración que da saltos temporales (hacia atrás y hacia adelante) y cambia los personajes que llevan la historia, además de usar distintos narradores para cada punto de vista (algunos están en primera persona y otros en tercera). Esto es muy interesante porque en los episodios en primera persona uno se mete en los pensamientos de los personajes. Uno se vuelve ellos y te atrapan.

Casi todo lo que conté sonó horrible, incluso hasta repelente, pero es bueno saber que Vargas Llosa está exponiendo y criticando, no avalando. No es lo mismo. Leí que él fue a esa escuela y, por lo tanto, pudo aportar un poco de sus conocimientos sobre ese sistema de educación (si se le puede llamar “educación”). Esta novela me resultó muy interesante por su planteo, por su falta de moderación. Cuando uno la lee se siente mal, es muy provocativa e invita a reflexionar de una manera poco suave, como si te estuvieran zamarreando. Tal vez me lo haya tomado en serio, pero eso es lo que me sucedió. Por supuesto, tengo ganas de seguir leyendo a Vargas Llosa porque me causó una buena impresión con su literatura.

Mario Vargas Llosa no es santo de mi devoción, tengo que reconocer que es un asunto de química o falta de ella, porque los argumentos en su contra son endebles, que sí un día hizo un comentario político con el que no estaba de acuerdo, que si esto, que si lo otro.
Bueno, en resumidas cuentas, leí La ciudad y los perros, mucho más de la mitad del libro se me hizo cuesta arriba, no me gusta ese estilo medio caótico, medio falsamente íntimo, la falta de referentes culturales (míos) y los personajes grosero como me imagino al propio autor... Lo siento, sé que no tengo motivos para pensar así, pero así pienso.
Ya hacia el final fui entendiendo a los personajes, sus historias de vida y sus motivaciones y me fue interesando la trama.
Creo que la culpa de que al principio todo me pareciera un poco sin sentido fueron los saltos temporales sin señalizaciones, la impresión de que todos los personajes hablaban igual, sin identidad, lo burdo de las situaciones, un no sé qué que me molestaba.
Esta es la historia de un grupo de adolescentes (apenas 16 años) en un colegio militar, cada uno con sus motivaciones particulares... Niños jugando a ser grandes pensé cuando cerré el libro. Lo mejor de todo para mí fue el Epílogo, prácticamente todas cientos de páginas de la historia se resumen en esas últimas. El único personaje que se salva para mí es el teniente Gamboa, bueno y los jóvenes, porque tienen la justificación de su juventud, de estar aún formando su carácter y de ser el producto de sus circunstancias, de su crianza y de cierta manera de sus padres... Todos esos chicas fueron impulsados al colegio militar por sus padres, unos para agradarlos, otros para huir de ellos, otros por tradición familiar o sencillamente por no tener otro sitio al que ir. Y la vida en el colegio es dura disfrazada de enseñanzas y de reglamento.
A pesar de todo lo recomiendo y yo misma trataré de leerlo nuevamente.

La ciudad y los perros es la primera novela que escribió el Nobel peruano y que debido a la censura no se publicó hasta 1963. Esta obra está inspirada en sus propias vivencias durante los dos años que pasó en el colegio militar Leoncio Prado de Lima como alumno. Según el autor, en cada uno de los personajes podemos encontrar un poquito de sí mismo, aunque hay uno que nos lo recordará claramente.

Los adolescentes que se encuentran cursando sus estudios de secundaria en ese colegio militar han entrado por diversos motivos pero con un fin común para todos ellos: reformarse, hacerse hombres, y salir de allí preparados para la vida de fuera. Pero todos arrastran sus problemas familiares, sus dificultades económicas y de clase, sus traumas, sus complejos y sus inseguridades. Y una vez dentro, la disciplina no basta para silenciar el alma.

La severa disciplina, las humillaciones a las que se los somete y la represión intensifican lo que ya traían de fuera y se acaba exteriorizando de la forma más cruel. La convivencia dará lugar a la supervivencia que solo conseguirán aplicando la leí del más fuerte. La impulsividad, las hormonas desbocadas y el fervor de la sangre característicos de esas edades les llevarán a saltarse las normas, a desafiar la disciplina y a jugar a ser héroes mostrando su lado más violento, egoísta y primitivo.

Pero en ese colegio también habrá lugar para sentir el amor, la culpa, la pena y los remordimientos, para entender que su vida es la de fuera y que cuando salgan tendrán que seguir afrontándola.

Jamás imaginé que un libro ambientado en un colegio militar y protagonizado por unos chavales bien cargados de machismo y crueldad podría gustarme y menos disfrutar con cada una de sus páginas. Pero es que la magistral escritura de este autor, hasta el momento desconocida para mí, me han sorprendido muy gratamente.

Sus juegos narrativos intercalando distintas voces, una de ellas de enigmática identidad que no se descubrirá hasta el final, los saltos temporales, las tramas que se generan en el colegio intercaladas a las de la ciudad cuando salen de permiso y en el pasado de cada uno de los personajes principales y un lenguaje coloquial a la vez que lleno de riqueza, hacen que esta obra sea muy interesante. La intriga y el ritmo no decaen en ningún momento y, aunque el final no sea el esperado, pueda que parezca demasiado relajado, todo queda cerrado y encajado perfectamente.

La ciudad y los perros cuenta una serie de historias entrelazadas y desiguales de varios cadetes del Colegio Militar Leoncio Prado en Perú, poniendo de manifiesto la realidad del país entre serranos, blancos, indios, pobres, ricos…

En La ciudad y los perros, al igual que en otras novelas del mismo autor, el orden cronológico es inexistente y es necesario haber acabado su lectura a base de “cráteres activos” para poder empezar a encajar todas las piezas: personajes, momentos y lugares. A esa dificultad se le añade que no existe un solo narrador, y que en muchas de las situaciones que se describen, se desconocen quiénes son los personajes que las viven.

A pesar de todo ello es magnífica, porque según afirmó el autor en una ocasión, y de lo que estoy tremendamente de acuerdo:

“que la literatura era fundamentalmente forma, que cualquier historia podía ser una gran historia o una historia desastrosa y mediocre y que todo ello dependía para nada de la historia y sí de la
manera en que la historia estaba contada, expresada a través de una construcción y de un lenguaje...”

La vida castrense, medio biografica del colegio Leoncio Prado, donde a fuer de convertir en hombres, muy hombres de bien a los adolescentes se les somete a tratos indignos de ser llamados humanos, menos aun disciplinarios,
Lo peor, es que los muchachos toman y retoman, las actitudes de sus preceptores, repitiendo el trato inhumano con sus compañeros y buscando siempre burlar las reglas, saltar los limites, lo cual los va inhumanizando,
Una novela sin buenos ni malos, donde el daño, la estafeta va pasando d mano en mano,
Si tal vez algunos mas violentos ( el jaguar ) y otros mas moderados ( el poeta )
Pero incluso en los asuetos adoptan costumbres y modos que resultaran imborrables para toda la vida
Cruel, despiadada, .... asi es la gida en estas instituciones,
Solo la pluma de Vargas Llosa puede hacer tolerable tanta inquina.

La gran novela juvenil latinoamericana dice mi asesor literario (Mi flaco y joven amigo de la facultad) La gran novela del desarrollo masculino, digo yo; la lealtad, amistad, machismo y algunos miedos que nos hacen hombres son ampolletas dosificadas a lo largo de la primera novela escrita por el peruano Mario Vargas Llosa.

La ciudad y los perros relata la historia de un grupo de Jóvenes que por diversas circunstancias son enviados o “eligen” ingresar al colegio militar peruano Leoncio Prado en los años 50’s, y el entramado de historias individuales unidas principalmente por la familiaridad que crea el encierro y que lleva a estos jóvenes al robo de las respuestas de un examen de química. Con un Vargas Llosa en los 25, resaltan en esta novela los personajes de primera línea, entre ellos El poeta, el joven protagonista de esta historia, que retrata además, algunas de las vivencias de MVLL, quien también en su adolescencia estuvo dentro de los cercos de este instituto, el colegio militar Leoncio Prado.

¿Cuál es el límite de la lealtad, qué tan confiable puede ser tu palabra de hombre? La ciudad y los perros es una novela que nos expone, el poder y la hombría representada de forma inmadura en cada uno de sus personajes, el abuso, la in/decencia, la sexualidad y la hermandad, MVLL cuestiona la ética demostrando la banalidad de lo impune, retando al régimen y cuestionando la honorabilidad del colegio Leoncio Prado.

2019, sin duda, ha sido un año de descubrimientos, no porque haya decidido explorar envalentonado por títulos que no había leído antes, más bien, por el hecho de haber ingresado (Como obrero en cantina en día de quincena) de lleno, al mundo de lo literario, y es que, de mis lecturas anteriores no deben preguntarme, ni fechas, ni autores, menos editoriales, era lo que conozco como un lector salvaje, bien, hoy pues, al acercarme a estos grandes escritores como ya lo he dicho, de lleno y con todo, defino cuales son y serán las historias que permanecerán conmigo hasta lo que algunos llaman, el fin, y una de estas historias sin duda es La ciudad y los perros del Premio Novel de Literatura, Mario Vargas Llosa.

Este libro me ha roto. Lo recomendó una profesora de literatura que tenía en la universidad. Lo he leído ahora porque considero que tengo la suficiente madurez para entenderlo mejor. Algunas partes son muy duras, pero me gusta que sea así de real, sin tapujos. Por supuesto este libro no se hubiera escrito sin el gran Juan Rulfo que abrió camino a García Márquez y a Vargas Llosa para que escribieran grandes obras como "La ciudad y los perros".
Gracias a mi carrera descubrí la literatura hispanoamericana y no puedo estar más agradecida. Me descubrió un mundo literario del que jamás quiero salir.

Nos encontramos ante una novela en la que el autor narra parte de su experiencia en una escuela militar peruana. Nos presenta una visión crítica de esa sociedad a la vez que un reflejo del momento. Encontramos muchas situaciones complicadas entre los personajes y ese ambiente, que supone una dureza y violencia evidente. Es un reflejo muy crudo. Es un libro que plantea muchas reflexiones sobre la forma de actuar y la forma en la que se ejecutaban ciertas situaciones.

En sí, la trama resulta interesante pero la forma de narración hace más complicada su lectura. Aunque con el avance de la lectura va mejorando, el comienzo resulta bastante pesado y confuso. Esa confusión a veces sigue en partes de la novela ya que a veces es difícil ver el enfoque desde el que se nos narra.

En resumen, no es un libro que haya logrado atraparme del todo pero sí que su lectura es interesante. Sin embargo, la dificultad para avanzar dado el estilo de narración ha hecho que me cueste disfrutarlo del todo.
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