Vallejo (1892-1938), el último de once hermanos, evoluciona de lecturas románticas (su tesis de 1915 se titula El romanticismo en la poesía castellana) a las modernistas, como podemos comprobar en el extenso Los heraldos negros, de herencia modernista derivada de Rubén Darío, Valdelomar y del uruguayo Julio Herrera y Reissig, aunque con irregularidades rítmicas y cierto simbolismo sombrío, una sufrida religiosidad, un torturado sentir por un pecado incierto y la nostalgia. Los 69 poemas de Los heraldos negros, elogiados por José María Eguren y los integrantes de la Bohemia de Trujillo (posteriormente Grupo Norte), están repartidos en seis secciones sin orden temático, algunos de ellos de tono parnasiano, como los de Nostalgias imperiales, tono que no tendrá continuidad. El sufrimiento como culpa, la muerte, Dios, el quebrado amor, la nostalgia del hogar y la familia como un modélico lugar de protección (Canciones del hogar), la orfandad del ser humano (Truenos) son algunos de los temas de Los heraldos negros, un libro en donde la influencia de Rubén Darío se aprecia en los poemas «Retablo» y «Deshojación sagrada», mientras que la del mencionado Herrera se nota en «Ascuas», y en el que Vallejo muestra una intensa crisis de la experiencia, una desprotección sin respuestas, una dolorosa carencia y una desazón reflejada en un angustioso aliento, como leemos en el significativo poema «Espergesia» con el que concluye el libro. «La poesía solo se justifica como una comunicación emocional auténtica y no como un artificio literario» escribe al respecto el uruguayo Juan Fló. Los setenta y siete poemas de Trilce (1922, con prólogo de su mentor Antenor Orrego), que se reedita en Madrid en 1931 con prólogo de José Bergamín, son la quiebra de toda sintaxis lógica, son riesgo, pesimismo, asociaciones lingüísticas anómalas, oscuras, abruptas, una rotura de las estructuras convencionales, disonancias, culpa, perturbación, la búsqueda del sentido auténtico de la vida, del destino desconocido, esquivar la disonancia de la armonía. En Trilce (curiosamente una palabra que no significa nada según reconoce el propio Vallejo) influye su traumática experiencia carcelaria de 112 días entre rejas (poemas «XVIII», «XLI», «L» y «LVIII» por ej.) y Vallejo se aleja de los juegos esteticistas de la vanguardia imperante (a pesar del futurismo de «XXXII»), así como del modernismo de Los heraldos negros para converger en el hermetismo, los estallidos fonéticos, el verso descoyuntado y depurado en varias ocasiones. Su poesía póstuma, recopilada al año de su fallecimiento, ha sido editada con numerosas variantes, que difieren de una edición a otra. Poemas humanos, que recoge poemas desde 1931 en orden cronológico incluidos los Poemas en prosa, ofrece un sentimiento vivido y plantea unos interrogantes existenciales condicionados por la dolorida opresión y el sufrimiento del hombre desheredado, pero con una vía de escape abierta y mediante unas rupturas rítmicas no tan extremas, aunque persisten las imágenes insólitas y las innovaciones gráficas. Vallejo vive. + Leer más |
En las últimas décadas, poemas significativos de algunos de los autores que forman parte de la importante constelación de poetas surgidos en el Perú del siglo XX han sido musicalizados.
La reconocida cantante peruana Miryam Quiñones ofrecerá, en esta ocasión, una antología de esas composiciones, que permiten también aproximarse al conocimiento de sus creadores. Afincada en Madrid, Quiñones ha recorrido veintidós países difundiendo la canción peruana y latinoamericana. Ha grabado ocho discos, entre los que destaca «Con el alma en vilo» (con invitados como Silvio Rodríguez, entre otros maestros). La artista, que ha merecido ser distinguida por el programa Ibermúsicas y otras instituciones, estará acompañada en este recital por Ernesto Hermoza, un destacado guitarrista, productor y director musical peruano. Hermoza ha acompañado a renombradas cantantes como Susana Baca y colaborado con artistas como Joaquín Sabina y Jorge Drexler, además de haber cosechado nominaciones a los Grammy Latinos. El acto coincide con el aniversario de la muerte de César Vallejo, a cuya memoria rinde homenaje.
El concierto está organizado por el Centro Cultural Inca Garcilaso del Ministerio de Relaciones Exteriores, la Embajada del Perú y el Instituto Cervantes.
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