De la mano de la filóloga zaragozana Irene Vallejo, nos llega esta pequeña belleza en forma de manifiesto a favor de la preservación y el impulso de la lectura. La defensa de las letras y de los libros que las soportan las realiza con un lenguaje exquisito, bellísimo, y con unos juegos de palabras que ayudan a la conformación de imágenes maravillosas que, desde luego, consigue lo que pretende: que nos enamoremos de los textos, que no dejemos los libros en el olvido de un amante pasajero y que, por supuesto, demos vida a las librerías y bibliotecas, desde la más grande a la más modesta. Es una obra breve, de apenas 30 páginas, que no deja indiferente al lector y mantiene el buen sabor de boca. |