Las cenizas de nuestro incendio

La mención del fuego es una caricia en el alma de alquilen que ha perdido su cuerpo bajo las ruinas de un amor.
El autor nos encamina por la geometría de una relación que va perdiendo forma, en el que el reloj marca lo que dura, pero que los protagonistas son los que determinan su intensidad.

Las llamas desdibujan los limites de lo correcto y lo que no lo es en un vínculo.

Y la espera forma parte de un embrujo en el que ninguno se llega a tocar. El autor trepa por los recuerdos, reluce la memoria, y mira el alcance de una vida que fue, pero se manifiesta viva.

la falta de valor hacia otro, y reconocimiento se vuelve negro, un soplido en el aire, polvo contaminante. Culmina con un sentimiento de que, mas tarde o temprano, el cariño no es suficiente.

Shema se familiariza con el ritmo, con las rimas, y te seduce con sentimientos que van sacando sus espinas, sea para defenderse o para lastimar.

La falta de distancia hace que el fuego ascienda por sus miedos y se los lleve puestos. El despego es un hilo que cierra de a poco, desde el lugar de mirar hacia adentro, y aprender a quedarte contigo cuando todo se va. El duelo se palpa en cada pagina, y la ruptura se enciende quitándole el sentido a lo que lo rodea.

Me gusto que haya autores invitados, lo que lo hace mas intimo. Genera una convergencia del dolor mediante estilos de otras manos, otras mentes, otras experiencias, y te deja el sabor de que, al final, las personas tan distintas e indiferentes a las cenizas, no somos.
Es difícil ver como se apaga alguien a quien quieres, y lo peor, es que se mantiene en nuestra rutina, pero de la forma en que lo deseas.

El olvido llega , inevitable, a ese lugar habitable, como el deseo llega al campo baldío, ese espacio donde tienes que aprender a renacer.

Y este libro parece una previa a su siguiente libro, donde el agua es el principio y el fin de la vida.




Sus palabras están cargadas de contraste, pero, a lo ultimo, una rendija de luz nos abraza, él se despide dándole la bienvenida a otro fuego y eso me ha maravillado.

He llorado mucho por amor y todavía estoy dispuesto a seguir llorando.

Quizás no me encantó, porque nunca sufrí un desamor al mejor amoroso, pero me ha hecho sentir como si hubiera estado en ese lugar, y eso me ha llegado. Es corto y sincero, y sin duda, me gustaría seguir leyendolo.

Algunos de estos poemas los he asociado a historias que no son mías, historias de amig@s y familiares. Otros me traen recuerdos míos, otros de terceras personas. Pero absolutamente todos me despiertan algo dentro. Y eso me resulta mágico. Poder sentir las emociones de otra persona como si fueran propias a través de las palabras. Con Shema me pasa, su forma de escribir me transmite.

Me he tomado la lectura del poemario con calma, sin prisas, para leer y releer cada uno de ellos y sentir lo que que transmite cada uno por separado. Podría habérmelo terminado de leer en una sola sentada, pero en mi caso prefiero tomarme mi tiempo con cada poema y sentirlo con pausa. Y me alegro, porque una vez más he hecho todo un viaje por los sentimientos propios y ajenos que me han alegrado, entristecido, divertido, agobiado, me han dado nostalgia y me han transportado a épocas pasadas. Todo ello concentrado en 107 páginas que aún leyendo sin prisa se me ha hecho corto.
Me parece una lectura recomendadísima tanto para las personas que ya les gusta el género como las que (como yo) son novatos o no conocen nada de poesía. Ya os digo que si le dais la oportunidad... ¡os va a gustar
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