Pepita Jiménez

Una de las voces narrativas más bellas y profundas que he leído, sobre un tema que supuso un gran choque para la “delicada” sociedad española del siglo XIX.

“Pepita Jiménez”, publicada en 1874, es una de las novelas más célebres de Juan Valera, “el mejor escritor del idioma castellano” y “el mejor prosista contemporáneo”, tal y como era considerado por Leopoldo Alas Clarín. El momento en el que esta obra vio la luz, estuvo marcado por una etapa de grandes cambios socio-políticos, en una España convulsa en la que los nuevos ideales intentaban abrirse camino.

“Pepita Jiménez” es la historia de una joven viuda que enamora a un aspirante a clérigo, ocasionando un gran conflicto interior a éste, el cual se debatirá entre su misión espiritual y divina y el amor que intentará poner a prueba su virtud. Esta situación atormentará a Luis, ya que “ella (Pepita) se le representa como la poesía de algo finito, limitado y concreto [...], con determinados contornos, luminosa [...] (pero) no luminosa con la otra luz intensísima (referida a Dios), que para los ojos del espíritu es como tinieblas”. Amor terrenal y mortal versus amor divino e inmortalidad, ¿qué fuerza creéis que triunfará?

La estructura de la novela es peculiar y muy acertada: un prólogo seguido de un total de quince cartas, una sección titulada “Paralipómenos” para ampliar los sucesos presentados anteriormente, y un epílogo consistente en las cartas escritas por el padre del protagonista, don Pedro, y que cierran la historia aportando luz sobre el devenir de las vidas de los personajes. de este modo, varios subgénero, destacando el espistolar, conforman esta obra, dotándola de gran riqueza y singularidad, aludiendo a esta premisa del propio Valera: “La novela es un género tan comprensivo y libre que todo cabe en ella, con tal que sea historia fingida”.

Por último, me gustaría mencionar la complejidad psicológica de los personajes protagonistas, haciendo hincapié en las reflexiones e interrogantes planteados por Luis en sus cartas - permitiéndonos explorar un trocito de su alma y su evolución interna-, así como la fuerza y la sensibilidad que desprenden los diálogos entre Pepita y él. Os recomiendo mucho conocer esta historia con tintes costumbristas, en la que estética y calidad literaria son los pilares fundamentales.

Es una historia bastante agradable y me gustó Pepita.

Me gustó bastante la historia, más de lo que imaginaba. El estilo de Valera es agradable, detallado (sin caer en excesos), definido, limpio y potente. La narrativa trae lo lúdico, sin exagerar, sin verborreas: es literatura que quiere agradar, que quiere hacer que el lector simplemente lea una buena historia. El realismo español encuentra en Juan Valera un punto fuera de la curva, tanto que los críticos lo llaman el realista idealista, ¡y esa descripción me pareció sensacional!

Sin embargo, el determinismo característico del movimiento se evidencia en la caracterización hueca y simple de los personajes. Su percepción dramática del mundo y la naturaleza íntima, parecen no encontrar métodos de evolución: Pepita y Don Luis están obligados a amarse porque se ven y no hay nadie que pueda cambiar eso. En este sentido, el intelectual se mueve entre el romanticismo tardío y el realismo incipiente, mostrándonos que en literatura nada es tan contundente como nos dicen los libros de historia literaria. Siempre se pueden encontrar "extranjeros", y Juan Valera y Pepita Jiménez son uno de los buenos ejemplos de un escritor / obra sin un lugar fijo en el tiempo y la nación.

RECOMENDADO:
Pepita Jiménez de Juan Valera (1824-1905)

Novela –literatura española-

Escritor, poeta y crítico literario, es quizá uno de los novelistas más ilustres España, cuyas máximas se reducían a la escritura como expresión artística, fuente de belleza, más que como medio de instrucción en la vida social, además de proveer un reflejo romántico, cargado de emociones, que acogen al lector con armonía. A pesar de no estar adscrito a ningún movimiento, como en el caso de los naturalistas, el realismo, los románticos o el modernismo, se nutrió de todos estos para crear una narración capaz de buscar en el alma de sus personajes, donde sus comportamiento era dado por las circunstancias del contexto, tanto la forma como se alteraban sus sentidos, así como sus inclinaciones a la virtud o el vicio. Su estilo cuidó de ser sencillo, dotando de belleza escenarios propicios para la recreación de un mundo idealizado.

Esta novela cuenta la historia de don Luis, joven que pretende entregarse a los hábitos de la iglesia y a los mandamientos de Dios, dada su gran devoción, quien decide visitar a su padre antes de iniciar formalmente su vida como seminarista. Sin embargo, en el poblado al que no había regresado desde su infancia, conoce a una bella viuda que es pretendida por su padre. Poco a poco se ve atraído inevitablemente por las miradas de esta mujer, que inspira pasiones ocultas jamás creídas en su vida de culto: Pepita Jiménez se convierte en la fuente de su desdicha espiritual, impulsado por un oscuro deseo del que intenta huir. Los raptos del amor, una vez llegan a nuestros ojos, se aferrara de tal manera a nuestros pensamientos que la mayor virtud sucumbirán ante la sensualidad de la palabra.

@Juliiann0

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No voy a detenerme mucho en este libro. Por lo general, prefiero hablar más de los libros que me gustan que los que me dejaron indiferentes. Evidentemente, esta novela no era para mí, mucho menos después de haber leído La letra escarlata.
Se trata de la relación con obstáculos (la mayoría de ellos, autoimpuestos) entre una joven viuda y un aspirante a clérigo. No es spoiler porque confío en que cualquier persona se puede dar cuenta de la dirección de la historia en cuanto empieza la serie de cartas que escribe el personaje masculino en cuestión. Y es ahí donde radica el sarcasmo de uno de mis status. El amor en sí no me atrapó para nada y me pareció demasiado melodramático. Sí, hay desvanecimientos, enfermedades y todo.
Si bien la estructura de la novela no es un derroche de originalidad (me refiero al recurso del manuscrito hallado azarosamente), se puede agradecer el uso de distintos registros lingüísticos, aunque siempre me queda la sensación de que se cae en el estereotipo. Lo que no agradecí para nada es la cantidad de discursos religiosos que ocupan la mitad de la novela. Otra vez la culpa, otra vez el pecado, otra vez la disputa entre los deberes divinos y las ocupaciones terrenales. En fin, es cuestión de gustos, y tal vez yo venía un poco saturada del tema por haber leído la novela de Hawthorne. Leyendo un poco sobre Valera, parece que estos temas son recurrentes en su obra. Para la próxima, ya estoy advertida.

RECOMENDADO:
Pepita Jiménez de Juan Valera (1824-1905)

Novela –literatura española-

Escritor, poeta y crítico literario, es quizá uno de los novelistas más ilustres España, cuyas máximas se reducían a la escritura como expresión artística, fuente de belleza, más que como medio de instrucción en la vida social, además de proveer un reflejo romántico, cargado de emociones, que acogen al lector con armonía. A pesar de no estar adscrito a ningún movimiento, como en el caso de los naturalistas, el realismo, los románticos o el modernismo, se nutrió de todos estos para crear una narración capaz de buscar en el alma de sus personajes, donde sus comportamiento era dado por las circunstancias del contexto, tanto la forma como se alteraban sus sentidos, así como sus inclinaciones a la virtud o el vicio. Su estilo cuidó de ser sencillo, dotando de belleza escenarios propicios para la recreación de un mundo idealizado.

Esta novela cuenta la historia de don Luis, joven que pretende entregarse a los hábitos de la iglesia y a los mandamientos de Dios, dada su gran devoción, quien decide visitar a su padre antes de iniciar formalmente su vida como seminarista. Sin embargo, en el poblado al que no había regresado desde su infancia, conoce a una bella viuda que es pretendida por su padre. Poco a poco se ve atraído inevitablemente por las miradas de esta mujer, que inspira pasiones ocultas jamás creídas en su vida de culto: Pepita Jiménez se convierte en la fuente de su desdicha espiritual, impulsado por un oscuro deseo del que intenta huir. Los raptos del amor, una vez llegan a nuestros ojos, se aferrara de tal manera a nuestros pensamientos que la mayor virtud sucumbirán ante la sensualidad de la palabra.

@Juliiann0

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